Ignorar la teoría básica causa desastres
Por: Paul Krugman | 20 de mayo de 2013
Como he estado escribiendo mucho últimamente, el pequeño secreto evidente de la crisis económica mundial es que la teoría económica clásica ha funcionado en realidad bastante bien.
Es verdad que pocos previeron la gravedad de la crisis de 2008, pero eso no fue un fallo grave de la teoría, sino un fallo de observación. En realidad entendíamos bastante bien los pánicos bancarios, pero no nos dimos cuenta de que los bancos tradicionales representaban una parte mucho más pequeña del sistema que antes, ni de que los bancos en la sombra no regulados y no avalados se habían vuelto tan importantes. Una vez que se cayó en la cuenta, como ha documentado el economista Gary Gorton, la teoría clásica de los pánicos bancarios explicó perfectamente la historia.
Es verdad que pocos previeron la gravedad de la crisis de 2008, pero eso no fue un fallo grave de la teoría, sino un fallo de observación. En realidad entendíamos bastante bien los pánicos bancarios, pero no nos dimos cuenta de que los bancos tradicionales representaban una parte mucho más pequeña del sistema que antes, ni de que los bancos en la sombra no regulados y no avalados se habían vuelto tan importantes. Una vez que se cayó en la cuenta, como ha documentado el economista Gary Gorton, la teoría clásica de los pánicos bancarios explicó perfectamente la historia.
Y puede que las consecuencias de la crisis –los tipos de interés persistentemente bajos a pesar de los déficits elevados, la impotencia de la política monetaria y las enormes repercusiones negativas de la austeridad fiscal– no hayan sido las que la mayoría de los economistas o de los organismos gubernamentales vaticinaron, pero es lo que deberían haber vaticinado. Como señalo a menudo, la Macroeconomía Básica ha funcionado bastante bien.
El caso es que no se han necesitado en absoluto nuevas teorías radicales ya que las herramientas económicas de las que ya disponíamos proporcionaron mucha orientación.
Pero, en tal caso, ¿por qué nos está yendo tan mal? Y quiero decir realmente mal. En Europa, la recuperación es ahora inferior a lo que lo era en el mismo punto durante la Gran Depresión. Observen el gráfico sobre la producción industrial europea de la Liga de Naciones que empieza en 1929, y el de Eurostat que empieza en 2007.
Pero, en tal caso, ¿por qué nos está yendo tan mal? Y quiero decir realmente mal. En Europa, la recuperación es ahora inferior a lo que lo era en el mismo punto durante la Gran Depresión. Observen el gráfico sobre la producción industrial europea de la Liga de Naciones que empieza en 1929, y el de Eurostat que empieza en 2007.
La respuesta inmediata es la mala política, y, sobre todo, la austeridad fiscal frente al desempleo masivo, que es exactamente lo que nos dice que no deberíamos estar haciendo todo lo que sabemos de macroeconomía.
Algunas de estas decisiones reflejaban los problemas de la unión monetaria en Europa, pero ha habido mucha austeridad, incluso en los países del núcleo europeo.
Y detrás de todo esto estaba el absoluto empecinamiento de las autoridades en rechazar todo lo que habíamos aprendido sobre política macroeconómica durante las depresiones y guiarse en cambio por sus prejuicios.
Naturalmente, encontraron a economistas prominentes –como Alberto Alesina, Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff– que les dijeron lo que querían oír. Pero había muchos economistas prominentes que advertían desesperadamente de que estaban equivocados; fueron los responsables políticos y la Gente Muy Seria en general los que decidieron quiénes eran serios y a quiénes merecía la pena escuchar, dando lugar a errores que ahora parecen hasta cómicos. Pero no es una broma; es una historia terrible de locura y desastre.
© 2013 The New York Times.
Traducción de News Clips.
Aquí podemos ver frente a frente las caras y conocer los nombres de los "cerebros" asesores que aconsejaron la austeridad para controlar la crisis, -según afirma Paul Krugman- llevando la contraria al razonamiento de la ciencia empírica que salvó la economía en la crisis del 29 del hundimiento total. Estos elementos indeseables han hecho un daño imperdonable a millones de seres humanos y debería pedírseles responsabilidad penal en el tribunal internacional de la Haya, por lo que han hecho. Lo mismo que a los políticos que siguieron tales pautas sin consultar ni escuchar otras opiniones, como las de los Premios Nobel de Economía y tantas autoridades en la materia, que estaban y están en contra de las medidas infumables de la austeropatía, ciega, sorda y tonta que nos aplasta. Tienen una deuda infinita con la humanidad y habría que hacérsela pagar con un buen tratamiento como embargarles sus bienes patrimoniales, que se repartiesen entre las víctimas de preferentes, recortes y desahucios y ponerles a trabajar en bancos de alimentos, ayuda en Somalia a pie de campo, en Camboya a pie de mina o en Bangladés a pie de derrumbe. Seguro que con cinco añitos de terapia, les cambiaría la vida para siempre. Por lo menos serían conscientes de la realidad. Y la Justicia demostraría que lo es.
Alberto Alesina
Carmen Reinhart
Kenneth Rogoff
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