martes, 14 de mayo de 2013

Bravo por El Roto



Qué buena la viñeta de El Roto. Y qué sutil aclaración de una frase del Padrenuestro. "Perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores". O sea, somos perdonados del mismo modo en que nosotros perdonamos. Perdonar es mucho más que pasar de una venganza y olvidar las faenas o el rencor. Perdonar es ser uno con el que te ha ofendido o con el que  has ofendido.  Ni siquiera Dios puede perdonar al que no perdona, o sea, al que hace el mal con plena conciencia de lo que está haciendo. No es que Dios sea un sádico ni un vengativo, es que sólo el perdón nos hace superar la incapacidad para comprender los fallos del otro y nos hace posible ponernos en su lugar. 
Sin embargo el catolicismo nunca ha aclarado que cuando los poderosos abusan de los débiles actúan sin  perdón contra ellos,  por falta de misericordia para entender las condiciones en que está cada uno. Entonces el discurso del perdón que obliga a que las víctimas "perdonen" a los verdugos sin que los verdugos se arrepientan, es una aberración que ha posibilitado dictaduras, leyes terribles e injusticias flagrantes y la misma crisis que ahora mismo ha colocado el interés mercantil de muchos católicos que se dedican a las finanzas y a la política por encima del amor al prójimo que es la base de esa moral evangélica que dicen que aceptan y practican. Católicos de misa y comunión están enviando al suicidio a los desahuciados, a la miseria y a la degradación social y humana a miles y ya millones de personas en el paro provocado por los recortes y la falta de inversión de quienes no se han recortado sus sueldos dobles y triples. Ni sus ventajas ni sus prebendas costeadas por los recortados. ¿Cómo puede el catolicismo dar la comunión y la absolución a tales personajes que se lo toman como una bula para el derecho de pernada? ¿Será porque cobra de su concordato con ellos por lo que no está diciendo una sola palabra a los poderosos e incluso hace lo mismo que los bancos si un parado y arruinado no le puede pagar el alquiler de una vivienda recibida en donación, que ni siquiera paga el IBI? El catolicismo es una de las causas más terribles de esa doble moral del provecho a costa del más desgraciado, mientras por otro lado se lava la cara con Cáritas, dando limosnas que no serían necesarias, si se respetasen los derechos y en los confesionarios y altares se negase la absolución y la comunión a los delincuentes de corbata y portafolios,que se "arrepienten" de boquilla y cuando les absuelven siguen en la brecha como siempre; eso se evitaría si el secreto de confesión no existiese, sino simplemente la confesión pública como se hacía en el origen del cristianismo.
Las ofensas no son "contra Dios" que es inofendible en su infinitud incomprensible para dimensiones tan limitadas como las nuestras, sino contra estas partículas de Dios en potencia que son los seres humanos. Y son ellos, nosotros, los únicos que podemos y deberíamos perdonarnos, sabiendo que las ofensas y las deudas son también las graves injusticias cometidas en nombre del dinero, la política corrompida e irresponsable y la administración de compraventa y sobre. Porque Dios, que está en todas partes, vive también en el hombre.
Ésa fue la "blasfemia" por la que crucificaron a Jesús, que en ningún momento se dejó proclamar mesías ni jerifalte, y llamándose hijo del hombre iba diciendo que el Padre, el espíritu y él son la misma cosa y que cuando el hombre vive en la bondad y en al amor, vienen a él y hacen morada en él. Menuda aberración ¿verdad?; lo triste es que después de 2000 años de oirlo, y de aceptarlo como dogma -infumable porque convirtió a Dios en triplete literalmente- se siga haciendo lo mismo.  Y es que si la conciencia no está despierta, la historia se repite constantemente para los dormidos. Como las pesadillas recurrentes.

Cuando un individuo viendo el sufrimiento que causa al resto de seres humanos, y sabe que puede evitarlo, pero no lo hace porque tiene intereses y beneficios que sacar del mal cometido, es incapaz de tener compasión a favor de sus dineros y poderes, no tiene perdón real mientras actúe de ese modo o permanezca en el estado que le impulsa a comportarse así; por mucho que sus víctimas le perdonen nunca estará perdonado mientras no cambie de actitud, devuelva y restituya toda la justicia que ha "robado"a los demás. No es un castigo. Es una consecuencia que sólo uno mismo puede resolver. Como uno mismo es el único responsable de lo que mete en su cuerpo y que lo hace enfermar. Así también uno mismo es el único responsable de su equilibrio psíquico y si no es capaz de superar su egoísmo, no crece, no madura, y tampoco es apto para acceder a la salud del perdón, ya sea para darlo o para pedirlo, puesto que ni siquiera lo ve necesario.

El perdón es la cualidad más democrática, el derecho y el deber del trueque ético, es respeto profundo y mutuo otro que hace posible convertir la jungla de las bestias en ciudadanía real. Hasta el primitivo derecho romano lo consideraba así: Summun ius, summa iniuria". Aplicar decretos y normas "legales"  sin perdón ni consideración a las posibilidades de cada ciudadano, hasta asfixiar y aplastar la vida con ellas, ni es justo ni legítimo ni lícito, aunque lo promulguen como ley no tiene ningún valor y lo justo es desobedecerlo. Por eso sólo es posible el perdón si hay un cambio total de actitud. Una conversión -nada que ver con un cambio de credo o de religiones- que permita ver la otra cara humana de lo inhumano a la luz de la verdad integral y objetiva, no sólo parcial y subjetiva. Por eso, el injusto deliberado y voluntario que se mantiene en su línea erre que erre, no tiene perdón de Dios, mientras siga machacando al hombre, su hermano,  que es el único templo vivo de Dios, y que el injusto convierte por su cuenta en una cueva de ladrones.

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