Rouco Varela busca exorcistas para el arzobispado de Madrid
Un grupo de sacerdotes de la diócesis recibirán una formación especial ante el aumento de demanda
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El patrón de los infiernos debe estar que se sale de contento y satisfecho. Con tanta dedicación por parte de la clerecía arzobispada y arzobispante. Tanto celo profesional por combatirle y echarle a hisopazos de los cuerpos y mentes poseídos en plan okupa por el malo malísimo; es hasta chistoso -patéticamente- que el diablo sea acosado por sus mismos mentores y sostenedores. ¿Quiénes sino ellos llevan la tira de siglos persiguiendo al innombrable a base de ser mucho peores que él? Es cierto que el diablo es el tentador número uno y que tienta a base de bien todo lo que pilla, que se infiltra en la mente y en las emociones de los humanos, si no lo detectan y Dios y el libre albedrío de que disponemos, no lo remedian a base de ayuno de maldades y de atención a los detalles sensoriales que distraen de lo lindo, pero de ahí no pasa. El diablo por sí mismo es inoperante si no le apoya el sector de la intendencia y la logística humana. Por ejemplo, el diablo puede ensañarse infiltrando aberraciones pederásticas en el cerebro de muchos clérigos, pero son los clérigos, con su libre albedrío los que deciden o no, secundar la idea diabólica, que sin la puesta en práctica no pasaría de ser una viñeta porno, digna de ir a la basura por desagradable, abusona y fea. Feísima.
No es el diablo, precisamente, el que pronuncia frases como las del sonseñor canario que afirma: "la homosexualidad perjudica a las personas y a la sociedad y hay niños de trece años que te provocan". Dos premisas de un silogismo en cuya conclusión prefiero no pensar. Me da verdadero asco usar la noble disciplina de la lógica aristotélica para reducirla a nivel del scotex.
Vamos, que no hay peor diablo que quienes le siguen el juego conociendo de primera manos sus trucos ilusionistas, sus tentaciones y sus provocaciones sensuales, a base de confesionario y preguntas escabrosas pidiendo detalles que a una ni se le hubiesen ocurrido en el más absurdo de los estados de alienación. Hay confesores que, en efecto, los carga el diablo o ellos mismos se encargan de recargarlo dejándolo campar y trotar por castos oídos y haciendo sugerencias mucho peores que el elenco de supuestos pecados, que frente a las obscenidades de tal confesor son bagatelas sin relevancia alguna.
Tampoco es el diablo quien está arruinando a las clases más modestas y empujando al suicidio a los desahuciados, sino Rajoy y su partido, bajo el palio silencioso y cómplice de la iglesia católica que sólo abre la boca para clamar contra el aborto y contra la población a contrapelo sexual descarado. Porque según ellos la homosexualidad sólo es una perversión cuando se declara públicamente y reclama su derecho de expresión. Mientras sea de tapadillo no existe y por eso es inofensiva. Como la corrupción y el latrocinio de tantos fieles devotos pperos a los que ningún confesor parece acosar con recomendaciones ni sugerencias al respecto, o sea, que nadie en su pío ambiente les debe recordar los variados matices que tienen el quinto, séptimo, octavo, noveno y décimo mandamientos de la ley mosaica, tan antigua y elemental como necesaria para superar el estado cavernícola. Pero nada, a ellos plín. Todo está centrado en el tercero, en el cuarto y en el sexto. Lo demás, según de quien y de qué se trate.
Por ejemplo, si se trata de apoderarse de edificios, terrenos y casas presentando una cédula certificada por la misma iglesia en otro descarado caso de juanpalomismo recidivante, pues, nada, que el que no corre vuela. Y de pagar el IBI que ni lo sueñen. ¿Quién ha visto alguna vez a satanás yendo al notario a escriturar propiedades que no son suyas sino bienes públicos? ¿quién ha visto al diablo dar la comunión a Franco, a Pinochet o a Videla? ¿hay algún relato medieval o renacentista en el que se narre cómo quemaba el diablo a los herejes en las hogueras por ser malos católicos o cátaros o albigenses o científicos o astrólogos o botánicos o pensadores? ¿Qué diablo ha sido capaz de montar guerras devastadoras por unas investiduras o un dogma tridentino? Puede que el diablo les soplase a la oreja, entre rosario y rosario, entre avemarías y gloriapatris las recetas de la torrada y como sazonar bien el churrasco con sermones y agua bendita, pero sin la mano y el pensamiento fanático y cruel de la casta clerical, nunca se hubiese quemado nadie por mucha tentación que hubiera por parte de los infiernos, que se quedaban en mantillas ante la barbarie que permite asesinar con alevosía a un semejante o a miles de ellos, en nombre de "dios". ¿De qué dios? del dios asesino que vive en el ego dogmático y aterrador, capaz de mejorar hasta el remate las peores sugerencias luceferinas.
Negar o afirmar la existencia del diablo da igual. Los exorcismos los cura la compasión, la misericordia, la bondad, el amor verdadero que ama al prójimo como a sí mismo, con la ayuda de un buen terapeuta, un buen neurólogo y buen endocrino. Sin la decisión asumida y libre de comportarse como un demonio creyendo, para más recochineo, ser un santo a cristazo limpio y condenas a tutiplén, ni todo el infierno junto podría mover una hojita caída de un árbol.
Visto lo visto, oído y leído lo ídem, ¿cómo va a tener la religión católica credibilidad alguna a parte del pp y demás afines de entendedera picapiedra? ¿cómo puede convertirse en asignatura de enjundia científica ese compendio de deformidades y rupturas entre práctica y teoría donde aún es imposible que se entienda la evolución y que el mundo y la vida no han dejado de crecer y avanzar después del siglo IV con la complicidad y el amor del mismo Dios que la mantiene sin juzgar quienes son dignos de sus dones o no, sino dándolos para todos y que cada uno decida como quiere usarlos bajo su responsabilidad? ¿Qué podrán decir los padres y maestros a sus hijos y alumnos cuando les pregunten qué tiene que ver Dios con el libro de una religión al margen de la vida que ha creado ese mismo Dios y por qué los "buenos católicos" tienen una compasión tan limitada, por qué un presidente católico fervoroso metió a España en una guerra sin motivo que dejó Irak como la palma de la mano o la iglesia apoyó encantada a un dictador que firmaba penas de muerte como si comiese rosquillas?
Hay que ser muy cenutrios para creer que las personas van a ser mejores sólo imponiendoles un conjunto de dogmas que a nadie le importan, porque nada tienen que ver con Dios, pero son la demostración de que el diablo existe y muchas veces se cuela entre sotanas negras, rojas o blancas, donde por los hechos parece que se encuentra como en su casa.
Y por último quiero responder a un recurso muy manido que siempre sale a relucir cuando se hacen críticas al sistema eclesiástico: "Pero hay muchos católicos, también curas y religiosos, que son muy buena gente". Totalmente de acuerdo. Pero hay que añadir que si son buena gente de verdad seguirían siéndolo en cualquier religión y aunque no tuviesen ninguna. Porque la bondad divina no la tiene nadie en exclusiva. Ni Dios ni Jesús de Nazareth son católicos. Buda tampoco es budista. Y que muy , pero muy buenos deben ser para que estando donde están y con el mal rollo de esa institución a su alrededor, no se hayan corrompido. Éso es una prueba más del poder que tiene la libertad de conciencia.
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