martes, 14 de mayo de 2013


EDITORIAL

Hacer política

El 15-M no debe mantenerse al margen del sistema, sino participar en la democracia


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No sé quién ha escrito este editorial de El País. Da la sensación de que es como hacer sin gana los deberes del cole, porque toca decir algo sobre cierto tema del que todos hablan por lo del segundo aniversario, pero que al periódico no le interesa demasiado estudiar ni explicar en profundidad. La persona que lo ha escrito, o bien ha hecho un corta y pega de comentarios manidos y recopilados al tuntún, o  no conoce el 15M ni por el forro. No lo ha frecuentado y habla de oídas, comentadas y leídas. Si conociese un poco mejor ese movimiento no habría escrito que "no debe mantenerse al margen de la política sino participar en la democracia". El 15M es el único bastión social que está haciendo ahora mismo verdadera política decente (servicio desinteresado y gratuito a la ciudadanía, "polis") y dando una lección de verdadera democracia a los que viven de la política que no hacen y de la democracia que vituperan sin compasión. 
El 15M nunca ha sido antisistema ni anti nada, aunque jamás ha dicho a los antisistema que se fuesen, a si lo visitan de vez en cuando buscando rebeldía violenta. Sobre todo al principio de las acampadas, donde se confundieron tantas cosas distintas, pero pronto se decantó en el crisol de la esencia, el verdadero contenido del movimiento político más serio y empeñado de que disponemos y sin apoyo económico ni social del Estado, al contrario, acusado y señalado de tantas cosas, acosado y vigilado como si fuese un nido de terroristas a punto de saltar a la yugular de las instituciones. 

Que haya marcado una sana independencia y una saludable distancia con el bipartidismo y la cerrazón de una débil y enferma democracia manipulada por los mercados y cada vez más lejos de la ciudadanía, no quiere decir para nada que el 15M sea ajeno a los avatares funcionales de las instituciones. Al contrario, ha puesto su empeño en la creación de Plataformas Legislativas Populares a través de las que se pueda cooperar con el poder legislativo, en el caso de que éste las admita. Plataformas que buscan cambios de las leyes injustas, el fin de los desahucios y de la delincuencia financiera. Plataformas para la defensa de los valores democráticos, de los derechos civiles, plataformas para ofrecer alternativas a una economía in articulo mortis  y que presentan ideas para reformar las infraestructuras sociales y económicas. 

El 15M es una fábrica de iniciativas populares, no populistas ni demagógicas. De momento la verdadera demagogia está resultando ser la exclusiva del bipartidismo enquistado e hipertrofiado sobre su propia imagen, como Narciso. El 15M tiene propuestas magníficas, como por ejemplo la reforma de la Constitución consultando a los ciudadanos y recibiendo aportaciones vía on line de todos los que tengan que añadir o corregir o quitar algo de la Carta Magna. Escuchar a los ciudadanos es la clave para no equivocarse al gobernar. Y eso de momento no existe entre nosotros. Los "profesionales" de la politicancia, que no de la verdadera política, sólo se interesan por la ciudadanía a la hora de consultar la demoscopia, de pedirles el voto y engañarles vilmente con promesas imposibles y demsotrar una absoluta falta de respeto hacia las necesidades reales y aspiraciones legítimas de la sociedad. Decir esto no es populismo, es hacer el scanner de lo que hasta ahora está pasando en España. 

El 15M no sólo no ha dejado de ser violento ni antisistema, es que no ha sido nunca, desde el inicio, ninguna de las dos cosas. Un sistema para convivir y organizarse es imprescindible en cualquier sociedad; pero hay que construir e ir reformando el sistema más adecuado para el bien común y no resignarse a disfuncionar con una organicidad caduca, traspapelada, obsoleta e inútil y además obstaculizadora del progreso por burocracia pantagruélica e ineficaz como ella sola. 

Pretender que funcione hoy, con la que está cayendo, un sistema que se inició en la segunda mitad de los setenta del pasado siglo, con otra mentalidad, con otras circunstancias históricas, culturales, sociales, económicas e internacionales, donde la globalización, por ejemplo, ni la pertenencia a la UE eran elementos decisivos y determinantes como lo son ahora, es una locura, y es evidente que ese sistema ha caducado. ¿Quiere decir eso que hay que tirar por la borda lo aprovechable de esos funcionamientos y estructuras ya decadentes? No, para nada. Lo que haya quedado de bueno y de útil, sería una irresponsabilidad y una estupidez desaprovecharlo. Pero ¿qué nos queda de útil, de bueno y aprovechable? ¿Alguien se ha parado a analizarlo entre los que gobiernan y dicen ser nuestros representantes porque una papeleta votó a un proyecto inexistente e incumplible, precisamente por inadecuación del sistema a la realidad actual? Si los sistemas informáticos de los ordenadores, que sólo son máquinas, se están actualizando constantemente para poder funcionar ¿por qué no lo está haciendo igualmente el sistema mediante el cual nuestras vidas se organizan y afrontan los avatares de la convivencia, la administración, las leyes, las crisis, los mercados, las necesidades de las familias, el sistema bancario, la adecuación orgánica de valores a la evolución social sin perder el norte entre el veneno de los mercados hambrientos de poder y faltos de contenidos vitales? 

El 15M ha tomado conciencia de ese proceso. Lo vive desde dentro. Y lo lleva a los barrios, a las asociaciones, a los ayuntamientos que les escuchan, lo ha querido levar al Parlamento varias veces, pero nadie ha hecho el menor gesto de acogida ni de innovación capaz de escuchar a la ciudadanía en el hemiciclo. Sólo lo ha conseguido la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y el resultado ha sido nulo. El gobierno totalitario ha desestimado las propuestas lúcidas y acertadas. De modo, que no es el 15M el que se cierra al diálogo, sino el poder legislativo unívoco y abunkerado en sus fijaciones y manías de omnipotencia y de connivencias, el que se niega a admitir el diálogo si ve que no tiene respuestas razonables y justas para las demandas y teme quedar muy por debajo de la interpelación y de las propuestas. Y eso es un producto interior y muy bruto del bipartidismo cerril y caduco. De no querer reformar la ley electoral y de partidos que es otra propuesta inescuchada y desoída del 15M.  

Parece mentira que un periódico como El País, que denuncia tantas veces esta situación sin salida y una sociedad oprimida por las tenazas de un gobierno que funciona a garrotazos ciegos, que está empantanada en un trampa falsamente democrática y cierra las puertas a cualquier posible innovación funcional, se empecine en hacer el panegírico del entramado obsoleto y anquilosado que la sostiene. De la tela de araña que la está paralizando cada vez más. Y que a esa madriguera de oscuridades y emboscadas crueles, la considere normalidad política y democrática, sólo porque se vota cada cuatro años para que siga todo en el mismo plan. Y no contento con eso, ese diario, además, considere que las agrupaciones ciudadanas que componen el 15M deberían entrar a formar parte del mismo enjuague, en vez de pedir a los poderes   bloqueadores e incapaces de ver por donde caminar, que cuenten con los ciudadanos y que les abran las puertas del Congreso a las Plataformas Legislativas Populares. De las que tienen tanto que aprender y a las que tienen que agradecer que con su noviolencia y su responsabilidad y su humanidad serena, más que demostrada, estén evitando un estallido social a la griega o al estilo primavera árabe. Y la proliferación de grupos extremistas de derechas y de izquierdas. No por falta de motivos, sino por sentido común verdadero, no el sentido común rajoyano, que ya hemos visto en qué consiste: en decir via plasma que lo tiene todo controlado y que estamos estupendamente y a continuación, salir por Europa pasando la gorrilla a ver que cae quejándose de lo mal que estamos...¿Eso es política seria y de alto nivel, señor editorialista de El País? ¿O politicograma absolutamente plano y a punto de extinción? 

O El País está degenerando en plan patinaje editorialesco galopante o se le ha colado un virus fabricador del consentimiento, sin permiso de Chomsky, pero al paso de oca goebeliana. Genau, mein fürer!

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