sábado, 11 de mayo de 2013

Secta, ya lo es. Pero de demasiada monta, todavía. Aunque ya queda menos para que la secta baje en el escalafón de la monta


El riesgo de que la Iglesia acabe en secta de poca monta

Bergoglio despierta la esperanza de que otra Iglesia es posible. Su estilo remite a la humildad de Francisco de Asís.
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En este artículo el entrañable Hans Kung comenta su visión de la actualidad eclesial católica. Él también es un hombre de iglesia a pesar de su lúcida honestidad para la crítica y las precisiones, no puede desprenderse de su bagaje católico y sacerdotal. Seguramente tampoco desea hacerlo y eso es una opción digna de todo el respeto a su libre albedrío.
Kung mira con ojos esperanzados ese brote verde con acento bonaerense que ha decidido llamarse Francisco para quitar el mal sabor dejado por las rimbombancias precedentes. Con optimismo discreto desea que Jorge Mario Bergoglio consiga regenerar una iglesia que es simplemente una institución poderosa y apegada con superglú a las pompas y esplendores de este mundo, camuflada de espiritual y que haciendo, justo, desde el siglo IV, todo lo contrario que Jesús aconsejó y ejemplarizó, se ha autoentronizado durante 1700 años como "vicaria de Dios" y mediadora única y excluyente entre Dios y la humanidad, a la que llama "pueblo"  o "rebaño", basándose en una metáfora del Evangelio. Pero quedándose sólo con la mitad de la frase: El buen pastor es el que no abandona a sus ovejas en el peligro...sino el que da su vida por salvarlas, precisamente, cuando están en peligro. Es decir, cuando por salvar la choza ( o ciudad-estado) donde acampa, no deja que torturen y maten a las ovejas que le han encomendado cuidar. Es evidente que eso sólo lo cumplen los mártires por amor, (martyròs, en griego significa testigo) que dan fe con su vida y sus hechos, de que el amor es posible y existe. Es el caso de muchos cristianos verdaderos, pero aún no se conoce, salvo en el caso de Pedro el pescador, -y quizás la historia confirme algún día, el de Albino Luciani- ni un sólo papa que haya dado ese testimonio. Todos los conocidos hasta ahora han llegado a pactar con el mismo diablo para salvar pellejo e institución sacrificando fieles como verdaderas ovejas en el matadero de los pactos oscuros.
1700 años de extravío, no son moco de pavo ni cartílago de gamba. Son un desierto de traiciones y de barbaridades que se han quedado inscritas en el inconsciente colectivo e individual. Esa traición gravísima y cada vez más "normalizada" del evangelio ha sido un tapón evolutivo para millones de seres humanos confundidos y perdidos entre dogmas, mandatos papales, "indulgencias" al mejor postor, aplastados por el secretismo de apaños crueles con los tiranos de los imperios y finalmente con una agonía terrible que en el paroxismo final de su podredumbre ha recurrido a un modelo de papa exportable y ajustado a las necesidades actuales de  la sociedad. En una crisis como la actual ya no caben papas obedecibles a la vieja usanza, tiesos y teatrales, inflexibles, mayestáticos y distantes, sobre todo después de levantarse la losa de la pederastia y el número escalofriante de sus víctimas y el tráfico de niños en España donde monjas y médicos de hospitales católicos, por dinero, comerciaron con recién nacidos como si fuesen longanizas o butifarras, haciendo creer a los padres que sus niños que habían nacido sanísimos, habían muerto de repente; mostrándoles cadáveres que mantenían congelados para tales ocasiones. Espantos mucho más dignos de una psicopatía feudiana que de un servicio al prójimo. Hasta ahora el "derecho canónico" permanece mudo, ciego y sordo ante tales bestialidades. Y las leyes laicas les traen sin cuidado; cuando dios y el césar son el mismo pack, la justicia es una milonga totalmente prescindible. La iglesia como el partido popular español o cualquier dictadura, confía en que el tiempo y el silencio acaben por ningunear los crímenes ocultos con lavados de cara puntuales o cambios de nombres ad hoc. Ahora toca cambiar la pompa del concilio de Trento por un franciscanismo de atrezzo. Ahora toca cambiar el nombre de Jesús por el de Joaquín Sorolla, a ver si el olvido acaba por enterrar las responsabilidades, confiando en que un alzahimer colectivo les libre de dar cuenta a la justicia humana, ya que como creen, en su delirio, la justicia divina es cosa de ellos. La tienen bajo control en su ateísmo real y su fe de pacotilla.
También es inevitable el descubrimiento descarado de que el poder pontificio no sólo es una cueva de corrupción sino también un nido de peligrosas víboras cardenalicias capaces de cualquier cosa con tal de mantenerse en el candelero del poder. La misma iglesia que calló y ocultó las pruebas y no permitió la investigación sobre la muerte inexplicable de Albino Luciani, ahora, elige otro modelo de "papa bueno y sonriente". Un clon de Albino Luciani, al menos en apariencia, para lavar la marca "Vaticano" que está por lo suelos. Sobre todo con el curriculum de Bergoglio, mucho más parecido al de Pío XII con los nazis que al de Francisco de Asís con los pobres, lisiados y leprosos.
Son múltiples los testimonios de argentinos damnificados por el arzobispo Bergoglio que los abandonó a su suerte en la dictadura; no se sabe si por miedo o porque estaba más de acuerdo con los dictadores que con el Evangelio. En cualquier caso, el resultado ha sido el mismo ¿Fiarse de este pseudo Francisco y del contubernio que lo ha elegido? Es difícil. Mucho. Si la iglesia hubiese deseado un "papa bueno" de verdad, posiblemente Albino Luciani habría sido papa durante años y no durante un mes y tres días. Pero la iglesia sabe que un papa bueno y honesto la cerraría por ruina total y comenzaría a cambiarlo todo peligrosamente, para el tinglado purpúreo. Por eso están como están. Por eso nunca permitirán a un papa ir por libre y saltarse a la torera todos los protocolos como está haciendo éste desde el primer día. Puesto que ellos son los mismos y el papa ya dio muestras en su momento de como funciona, está claro que todo sigue igual aunque no lo parezca. No quiere aposentos papales, no quiere seguridad ni papamóvil ni atributos ni fanfarrias obligatorias, lava los pies (los otros también los lavaban, pero no los besaban) a los presos, habla a todas horas de la sencillez y de la pobreza, pero el Vaticano sigue siendo un estado multimillonario con sus finanzas y concordatos vergonzosos, la escenografía de la pompa renacentista de la guardia suiza como ejército metafórico, embajador del paraíso fiscal más emblemático del mundo y el papa como emblema del poder absoluto. Las antípodas de Jesús de Nazareth. La iglesia sigue metiendo las narices en los estados laicos y metiendo cizaña en las conciencias, dividiendo a  la sociedad en buenos y malos, imponiendo sus dogmas y amenazando a los que no los aceptan con la excomunión y los infiernos. Condenando el aborto pero bendiciendo a los tiranos que disponen de clero castrense a sueldo de los ejércitos genocidas. Claman contra la injusticia pero ellos son injustos e hipócritas con la homosexualidad de los demás, mientras permiten la propia "si no da escándalo", como si el escándalo peor no fuese la intolerancia y la crueldad de los hipócritas. 
¿Pronósticos para este papado? Francisco seguirá interpretando el nuevo guión que toca. Intentará por todos los medios volver la opinión pública y la devoción a los cauces de antaño. Recuperar la credibilidad perdida y ocupar un lugar importante como "pastor" del caos y del "rebaño" lacerado por los mercados y por misma oligocracia que masacró a los argentinos en la dictadura y que ahora le da los parabienes como resultado brillante de los paramales.
Pero no conseguirá jamás que las conciencias que el Espíritu ha despertado y despierta cada día, se vuelvan a dormir; el Espíritu no adoctrina ni lava el cerebro; transforma a los seres humanos, les cambia y les acentúa la capacidad del discernimiento. Sus "eminencias" lo estudiaron en teología y leyendo a los "Padres" de la antigüedad, pero nunca se lo han creído porque nunca lo han experimentado. La mejor prueba es lo hay. Si lo hubiesen experimentado la iglesia ya no existiría porque nadie la necesitaría.

 A Dios, al Espíritu, no se le estudia en la boratorio. Ni se le puede analizar ni meter en cinco vías. Es imposible. Sólo se le experimenta. Es EXPERIENCIA viva de otro nivel de ser y estar que nos cambia por completo ( los primeros cristianos usando el griego como ahora se usa el inglés, para entenderse con el mundo occidental, le llamaron metanoia, cambio radical o conversión). Un estado que permite comprender y obrar de acuerdo con lo "descubierto" más allá de sermones, dogmas y ritos.  Un "conocimiento" que sintoniza instantáneamente con el Evangelio, con Buda, con el Bagavah Gita y el Tao Te King, con la fraternidad y la ternura que impide temer,condenar, juzgar con dureza a los más débiles, hacer distinciones por etnias, ideas, religiones, nacionalidades, sexo o cualidades diversas. A Tomás de Aquino le sucedió algo así cuando el Espíritu le "tocó" de verdad. Cambió por completo, dijo a sus compañeros y rendidos admiradores que sólo había escrito tonterías durante toda su vida y que, por favor, quemasen sus obras llenas de bobadas pretenciosas para que en la posteridad no confundiesen a nadie y dejasen a Dios ser Dios y que cada uno lo descubriese en su momento adecuado. Dios no era lo que él pensaba ni lo que la iglesia le había enseñado. Dios era inefable, inexplicable y lo llenaba todo de amor y de una extraña e indeleble felicidad simplicísima e inconfundible. Sin hacer ruido, sin vocear su excelencia, sin púlpitos ni zarandajas, sin milagros ostentosos ni exhibiciones egoteocéntricas. Sus admiradores y discípulos no le hicieron caso. Creyeron que con la edad se había trastornado, deliraba y se le había ido la pinza. Qué ocasión tan extraordinaria y providencial perdió la iglesia entonces para ponerse al día...

¿Qué debería hacer Francisco para ser creíble? Lo primero, por ejemplo, ver la peli de Nanni Moretti Habemus papam y meditarla bien; a continuación repasar la vida de ese Óscar Romero que ahora quiere canonizar, y de paso la de sus propios compañeros jesuitas asesinados en El Salvador, más Rutilio Grande, también en El Salvador o Luis Espinal en Bolivia bajo las garras de Hugo Báncer; y cuando hubiese entendido todo mirarse a sí mismo con honestidad, y a partir de ahí, dejar de ser parte de un tinglado como ése. Convocar una rueda de prensa mundial y ofrecer las riquezas de la iglesia en el mundo entero para acabar con el hambre, la miseria y la enfermedad de los más abandonados; abandonar los palacios, museos y jardines del imperio eclesisal, pedir perdón a los damnificados pública y personalmente por su "pastoreo" en la época de Videla. Y por las traiciones incontables con que la iglesia ha vendido, y vende todavía, a los hijos de Dios, tantas veces, para mantenerse en el poder con los tiranos de este mundo. Quitar el sacerdocio como dispensador de sacramentos y explicar que el único sacramento real es la Gracia en cada uno de nosotros, porque ella no distingue "buenos de malos" y "hace llover y que salga el sol para justos y pecadores", que Jesús dijo, y lo cumple, que él está en cada una de las criaturas y que todo lo que les hacemos y nos hacen,para bien o para mal, se lo están haciendo a él también (cuestión cuántica y cualitativa) y que no hay nadie en la Tierra que pueda ser mediador entre los seres humanos y su Origen y que la vida es la gran oportunidad para descubrir ese tesoro, mientras se aprende el amor verdadero y la justicia misericordiosa y transparente en el da a día. Y que los maestros que Dios nos ha puesto son el prójimo que comparte la existencia con nosotros. Y sin dar más vueltas ni marear con pecados, condenas, inquisiciones camufladas de "doctrina de la fe", demonios, infiernos y culpas terribles. Porque la única culpa es no querer convertirse en amor inteligente o en inteligencia amorosa en la prática y no en la especulación retórica.
Y para terminar, proclamar a los cuatro vientos la santidad, además de la de  Óscar Romero, la de Martin Lutero, el alemán y la de Luther King el norteamericano, la de los jesuitas asesinados en el Salvador, la de todos los seres buenos y nobles que han dado su vida por los demás en cualquier religión o ideología o sin ellas, a las catequistas asesinadas duante las dictaduras en  el  Chile  de Pinochet o en Perú, como fue Maria Elena Moyano, o en la Argentina de Videla, cuando él era arzobispo de Buenos Aires, a Robert Kennedy, a Karl Marx, a Gandhi, a Stephen Biko y a todos los seres buenos y ejemplares que han trabajado por el bien común y el desarrollo de la humanidad, olvidándose de sí mismos y de sus "creencias", para poder amar de verdad a todos. Lo mismo que hace el Espíritu Santo, que por si Begoglio lo ha olvidado, no es católico ni profesa otra religión que no sea el amor y la bondad.




En mi pueblo sin pretensión
Tengo mala reputación,
Haga lo que haga es igual
Todo lo consideran mal,
Yo no pienso pues hacer ningún daño
Queriendo vivir fuera del rebaño;

No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No, a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe

Todos todos me miran mal
Salvo los ciegos es natural.

Cuando la fiesta nacional
Yo me quedo en la cama igual,
Que la música militar
Nunca me supo levantar.
En el mundo pues no hay mayor pecado
Que el de no seguir al abanderado

Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe

Todos me muestran con el dedo
Salvo los mancos, quiero y no puedo.

Si en la calle corre un ladrón
Y a la zaga va un ricachón
Zancadilla doy al señor
Y aplastado el perseguidor
Eso sí que sí que será una lata
Siempre tengo yo que meter la pata

Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
Y a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe

Todos tras de mí a correr
Salvo los cojos, es de creer.

No hace falta saber latín
Yo ya se cual será mi fin,
En el pueblo se empieza a oir,
Muerte, muerte al villano vil,
Yo no pienso pues armar ningún lío
Con que no va a Roma el camino mío,

No a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe
No a la gente no gusta que
Uno tenga su propia fe

Todos dos me mira mal,
Salvo los ciegos, es natural.


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