Griñán: “La UE no merece la pena si duda del decreto de vivienda”
El presidente andaluz critica que se paguen millones a directivos de bancos intervenidos y no se ayude a familias.
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Creo que todo ciudadano que piense con verdadera inteligencia y tenga sentimientos humanos, no puede querer otra cosa mejor que la justicia para todos y el bien común. Así de claro. Si la UE anda en esas, si no es capaz de entender lo que está haciendo la banca a las familias españolas, si no comprende que mientras arrasa hogares con desahucios de mucho menos volumen que los finiquitos multimillonarios de los banqueros, la UE no nos sirve y tampoco podemos consentir que se sirva de nuestra ruina para amontonar pasta, inútil, por otra parte, si no se emplea en mejorar la vida de todos y no sólo la de los banqueros y políticos afines.
La UE es una idea estupenda de convivencia y unidad, rica en su variedad, en su historia, en cultura y lenguas, en iniciativas, tecnologías, ideas, arte, mercados y ofertas magníficas. La UE es un proyecto en desarrollo orgánico que ante todo no puede perder de vista su preciosa humanidad, su legado antropológico de grandes virtudes y grandes defectos compartidos, que debemos pulir y adecentar entre todos para facilitar que fluya el respeto, el entendimiento, la paz social basada fundamentalmente en la justicia, las libertades, los derechos y los deberes cívicos. Una Europa así, nunca aceptará el atropello de los más modestos por el pisoteo de los más potentes mercaderes. Si esa Europa no arranca ni camina en plan ético y sano, no nos interesa. Para nada. Una UE de tapadillos, de ciudadanos engañados perennemente por trapacerías financieras y sucias, es basura.
Cuando se leen esas noticias euroconfusas en las que nadie explica qué está pasando, en la que todo son complicidades, reunionitis inter pares y silencios manipuladores, se tiene la percepción de que esa UE mediática y crematística, oligárquica e indiferente, no tiene nada que ver con los ciudadanos europeos de ningún país. Sobre todo cuando nos visitamos tête-a- tête, convivimos bis a bis y comprobamos qué diferencias y qué similitudes hay entre nuestro concepto de la democracia, de la justicia y del bien común. Y vemos asombrados todo cuánto nos une, y qué parecidos somos todos en lo fundamental. Sólo nos diferencian detalles perfectamente superables y comprensibles y hasta simpáticos. Nos reconforta saber unos de otros y comentar la forma de mejorar aspectos mutuamente.
Y es que una cosa es el hombre y otra el montaje artificial, protésico, que los poderes sin alma se montan ya independizados de cualquier viso de humanidad, al margen de la ciudadanía. Unos poderes sin rostro, con la careta del anonymus a todas horas. Emboscados detrás de las instituciones, de los cargos de responsabilidad, de los grandes emporios financieros donde la esencia humana ha desaparecido para convertirse en máquina de especular, de dictar leyes a favor del desguace psico-moral, de poner precio a lo incalculable, a lo más sagrado y de arrasar al mismo tiempo el territorio de la libertad de conciencia, de la igualdad de oportunidades, de la fraternidad que nos une en la base de lo humanamente esencial. La solidaridad.
Si el euro y sus dos velocidades va a resultar una fábrica de fobias y desconfianzas mutuas, si va a enturbiar los lazos intereuropeos que nos acercan y nos vinculan, si en vez de construir hombres y mujeres sanos y libres sólo va rellenar bancos y bolsillos de tipos sin escrúpulos, capaces de llevarse millones mientras dejan bajo un puente a su prójimo o le impulsan al suicidio, en cualquier rincón del Continente, si la ley europea no interviene para investigar abusos de las monarquías que desimputan a sus miembros con un cinismo apabullante, los abusos de los partidos que roban a mano armada, de los banqueros y políticos que se corrompen y delinquen como la cosa más natural, entonces, mil veces mejor, la vieja y gastada peseta. Mil veces mejor una pobreza digna y consensuada, que se atiene a lo que hay y se lo gestiona lo mejor que puede y sabe, sin que la "velocidad" más rápida del consumo y el pastón de los más ricos, arrastre a la miseria a quienes aún no han conseguido liberarse de gobiernos mentirosos y chanchulleros capaces de vender el País entero a quien mejor les pague la traición. Ni de un lastre social pringoso y terrible que nos han dejado siglos de dictadura constante, unas veces militares y otras, monárquicas.
Cada vez empieza a estar más claro que Europa, por suerte o por desgracia, no es la UE. Que lo que nació como un consorcio para el bien común, primero como mercado y luego como entidad social y cultural, se ha perdido por el camino y se ha convertido en esclavo del FMI, del BM y de Wall Street. Que una Europa próspera y unida no interesa en Washintong ni al dólar. Que una potencia unida por ideales es imparable e inmanipulable, pero una Europa basada sólo en el dinero y el mercado del dinero, enfrentada por la desigualdad y el valor distinto de la misma moneda común, es una fuente de ingresos en los paraísos fiscales que no son independientes islas de pirateo, sino el depósito de un negociazo en negro de los bancos "decentes" y "legales" en apariencia. Los señores de los anillos manejan la UE y Merkel, Rajoy, Cameron, Letta y todos los demás, les obedecen, como les obedeció Zapatero pensando evitar males peores. Ya veremos cuanto resiste Hollande sin que vayan a saco contra Francia. Ya se leía en cierta prensa alemana que "Francia está fatal porque no acepta los recortes que le recomiendan".
Esta situación de presión y amenaza constante y solapada recuerda idefectiblemente los métodos mafiosos. Las visitas de los "enviados" por el Don Vito de turno, avisando de que es mejor aceptar la "protección" que ir por libre. Y que pagar "il pizzo" del recorte o del desahucio, es el salvoconducto más adecuado y único para evitar males peores. Entonces la veta mafiosa de los gobiernos corruptos como el que ahora padecemos en España, se reaviva y se fortalece en tal caldo de cultivo en el que nadie le pide cuentas desde estamentos europeos. Se forra. Amparada e injertada perfectamente en el régimen UE. Completamente "legal", aunque mafiosa en su esencia más pura.
Creo que Griñán es el primer político en ejercicio de gobierno que se ha atrevido a decir en público lo que hay y lo que piensa sobre ello. Y ha acertado de pleno en su afirmación. Una UE de tan baja catadura ética y humana, no tiene ningún valor como símbolo de una Europa civilizada, ética y solidaria. Mejor, pensar en otra cosa.
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