Notorious Ruth
Esa menuda anciana,
que entrena con pesas y hace planchas abdominales con la misma
disciplina que estudia sus casos, es una muestra de que la experiencia
de los valientes puede ser una guía de vida para las nuevas generaciones
La forma en que su marido, el más brillante abogado fiscal de Nueva York, abandonó su puesto para seguirla, la manera en que se convirtió en su inspirador y en su colaborador, también debería ser útil para tantos hombres que no terminan de entender que la grandeza reside no en tolerar, sino en servir
La forma en que su marido, el más brillante abogado fiscal de Nueva York, abandonó su puesto para seguirla, la manera en que se convirtió en su inspirador y en su colaborador, también debería ser útil para tantos hombres que no terminan de entender que la grandeza reside no en tolerar, sino en servir
"No truth without Ruth"
Lema de los millennials norteamericanos
Lema de los millennials norteamericanos
Esta
semana me he enamorado perdidamente de una mujer de 85 años. No soy
dada a hablar de mi vida privada, pero he quedado en una suerte de
estado de gracia que sería indigno no compartir.
La
había conocido por alguna noticia de periódico, breve y referida sobre
todo a su importancia estratégica y política para los demócratas
americanos. No ha sido hasta estos días, en los que he podido asistir a
una especie de preestreno del documental R.B.G, jueza icono
de Movistar, que he caído rendida de amor ante su liderazgo, su lucha
por la mujeres, su calidad como jurista, su trayectoria vital y su
sentido del humor.
He caído rendidamente enamorada de
Ruth Bader Ginsburg, enamorada sin remedio, porque es un testimonio vivo
y bien real de que todo aquello por lo que peleo no sólo tiene sitio en
nuestro mundo sino que tiene sitio ganador. No me produce la más mínima
extrañeza que millones de millennials se embutan camisetas con su
efigie, ni que la hayan bautizado con nombre de rapero (Notorius) ni que
sea la diva transgeneracional de los progresistas norteamericanos. Ante
ella, ante su vida y sus logros, sólo puede uno desnudarse la cabeza y
rendir la gorra.
Lo que suele resultar más chocante de
todo el relato que he hecho anteriormente es que no hablamos de una
estrella del rock ni de una actriz rutilante sino de una jueza que forma
parte, con otros ocho varones, del Tribunal Supremo de los Estados
Unidos de América. Y es una mujer icónica por la cantidad de valores en
riesgo de extinción que atesora. No hay mejor noticia que la de que las
jóvenes generaciones sean capaces de reconocerse en ella. Tal vez, como
siempre, estemos errados y el problema no sea de los que llegan sino de
nuestra ineficacia para darles faros, boyas, referencias a través de las
cuáles surcar la vida.
R.B.G es inspiradora para las
mujeres y, después de tantas cosas oídas estos días, debería serlo en
nuestro país no sólo para las mujeres implicadas en la lucha por la
igualdad sino sobre todo para todas aquellas que pretenden decirnos que a
ellas no les va tan mal, que ya se sienten muy iguales, que tampoco
queda mucha batalla que dar. Ruth, la Notoria, ya había conseguido
entrar en la Facultad de Derecho de Harvard cuando había cupo para las
mujeres, ya publicó en su revista, ya se convirtió en una abogada de
renombre y en una figura importante de la sociedad y después en jueza
pero, a pesar de eso, orientó no sólo toda su carrera profesional sino
también toda su vida a pelear por el sacrosanto derecho civil de la
igualdad. Eso debería inspirarnos.
La jueza Ruth
Ginsburg, no se trazó en primer lugar un horizonte de poder y medro
personal, el inalcanzable Tribunal Supremo, sino que buscó un ideal por
el que luchar y dedicó su vida a ganar pleitos estratégicos que fueron
ampliando el campo de los derechos de la mujer para todas. Una sorpresa
para los que creen que la ambición reside en las metas y no en el camino
y en los resultados. Eso debería hacernos pensar.
Notorius
Ruth, es una mujer poderosa al margen ya de las invectivas que
normalmente reciben las mujeres que ocupan espacio. La jueza no sólo
trabaja 14 horas diarias, sino que ha redactado alguno de los votos
particulares más polémicos, valientes e inspiradores de la historia del
tribunal. La edad no sólo no es un impedimento sino que es parte de su
fuerza. Esa menuda anciana que entrena con pesas y hace planchas
abdominales con la misma disciplina que estudia sus casos, es una
muestra de que la experiencia de los valientes puede ser una guía de
vida para las nuevas generaciones. Eso debería animarnos a rescatar
mujeres faro para nuestro jóvenes.
Ruth Bader
Ginsburg, tiene hijos y un marido. Tal cosa no sólo no le impidió
realizar su potencial de forma completa sino que contó con su aliento e
incluso con su sacrificio. La forma en que su marido, el más brillante
abogado fiscal de Nueva York, abandonó su puesto para seguirla una vez
que fue nombrada jueza, la forma en que batalló por hacerla visible para
el Tribunal Supremo, la manera en que se convirtió en su inspirador y
en su colaborador, también debería ser útil para tantos hombres que no
terminan de entender que la grandeza reside no en tolerar, sino en
servir. Eso debería ayudar a hombres y mujeres a entender cuál es el rol
de igualdad y amor que toca en cada momento.
Esta
mujer, jueza del Tribunal Supremo, ha creado lazos de respeto y amor al
derecho en el tribunal más exigente de una gran potencia. Su amistad con
uno de sus compañeros más conservadores, el magistrado Scalia, que les
llevaba junto a la ópera y a compartir charlas, cenas y muchas risas, es
también una ilustración inspiradora de cómo la inteligencia y la
sabiduría siempre han sabido saltar sobre las diferencias ideológicas
para rendirse al puro goce del entendimiento. Y eso también debería
servirnos para cambiar la lógica de la sociedad.
Por
último, Ginsburg que con su voz original y de impecable calidad
jurídica, ha entregado su vida al estudio del Derecho y a ser su
servidora y su edecán para emplearlo como palanca de cambio de la
sociedad. Una juez a la que sus colaboradores y su esposo han de
arrancar llegada la noche del trabajo, aún ahora, para conseguir que
descanse unas horas o coma lo necesario. Algo que podría servir,
siquiera levemente, de inspiración a muchos funcionarios del Derecho de
este país.
Por esto y por mil cosas más que pueden
descubrir ustedes mismos, he caído rendida a los pies de R.B.G. Esa
mujer, ahora mismo la única voz femenina en el Tribunal Supremo
estadounidense, cuando le preguntaron cuándo habría mujeres suficientes
en el tribunal, respondió: "Cuando haya nueve. Durante mucho tiempo hubo
nueve hombres y nadie lo cuestionó". La quiero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario