Ser también ingobernables
Lo razonable sería que
una ciudad como Madrid protegiera, desde lo institucional, un espacio
como La Ingobernable, que se construye por la gente y desde la igualdad y
la solidaridad
La Ingobernable, Centro Social de Comunes Urbanos en Madr
Saltan de nuevo las
alarmas de una cuenta atrás: La Ingobernable será desalojada. Es verdad
que este es un desalojo anunciado, pero siempre cabe la esperanza de que
quien tiene el poder entre en razón. En este caso quien debería hacerlo
es Manuela Carmena. Digo entrar en razón porque la actividad de este
Centro Social de Comunes Urbanos es muy razonable y se ha ganado el
respeto del vecindario, tanto del más cercano como del que se acerca
desde otros barrios. Esta vivencia ha llegado a ser así gracias a sus
interesantes y abundantes propuestas: desde la Asamblea (que es su
órgano de coordinación, se celebra varias veces al mes y está abierta a
toda persona que quiera asistir y participar), hasta reuniones de
distintos colectivos (desde Ecologistas en Acción a la Comisión 8M),
pasando por charlas, formaciones, grupos de análisis político y social,
fiestas, talleres. Pero también gracias a que se trata de un espacio
libre e inclusivo, donde la gente se siente cómoda, donde funciona el
intercambio y se puede asistir a una propuesta escénica por taquilla
inversa (el espectador decide al final lo que quiere pagar por lo que ha
visto) o ver cada semana una película elegida por consenso en el
cineclub. La Ingo es un bien común autogestionado por las personas que
lo utilizan y que trabajan cada día para que todo eso sea posible.
El
edificio de La Ingobernable es de titularidad municipal. Por eso
Carmena debería, al menos, negociar su continuidad con las personas
vinculadas al proyecto. Sorprende que no lo haga, pues La Ingo es un
lugar de encuentro, convivencia y socialización, tan necesarios en la
ciudad y cada vez más escasos en el centro a causa de la gentrificación y
la especulación, que expulsan a las personas y fiscalizan los proyectos
no lucrativos, las expresiones no consumistas y las propuestas que se
inspiran y desarrollan desde un pensamiento crítico. Algunas personas ingobernables
lo definen como un "oasis, un espacio que no existe de otra manera o al
que no se puede acceder de otro modo". Debería ser máximo el respeto a
unas formas de construir ciudad y cultura de las que se responsabiliza
la ciudadanía.
Lo razonable sería que una ciudad como Madrid protegiera,
desde lo institucional, un espacio que se construye por la gente y
desde la igualdad y la solidaridad, y que se define, como La
Ingobernable, como "un espacio libre de actitudes sexistas, racistas,
homófobas y tránsfobas" (en un cartel que lo señala dentro, alguien ha
escrito a boli algo que faltaba en esa lista: especistas; el cartel
sigue en su sitio), "un proyecto feminista, ecologistas, mestizo y
solidario". Algunas personas comprometidas con la Ingobernable, y que
ejercieron la portavocía, ya comunicaron en noviembre que el
Ayuntamiento de Madrid no los reconocía como actor político, al no
acudir a una reunión convocada entonces con otros agentes políticos
también relacionados con el espacio y que sí acudieron a la reunión para
tratar sobre el futuro de La Ingo. La ausencia del Ayuntamiento fue
entendida por muchos como un abuso de poder.
La
historia del edificio explica por qué fue okupado con fines sociales en
mayo de 2017. Tras ser construido para ser sede de la Universidad
Nacional de Educación a Distancia, fue Centro de Salud de Retiro. En
2015 fue cedido por Ana Botella (la alcaldesa que vendía pisos sociales a
fondos buitre) a Emilio Ambasz, un arquitecto vinculado a las FAES de
José María Aznar. Llevaba sin uso desde 2012. El edificio quedó vacío al
no recibir las licencias necesarias para hacer las obras del museo que
la Fundación Ambazs quería construir: entre otras, demolerlo y subir más
alturas de las permitidas. El pasado noviembre, el Ayuntamiento anunció
que indemnizaría al arquitecto con 1,4 millones de euros, al no haber
cumplido con la cesión de 75 años acordada con Botella, indemnización
que algunos expertos legales consideran innecesaria porque las obras
nunca empezaron. Este artículo de Ter García y Pablo Elorduy explica con detalles escandalosos aquel proceso de cesión.
Las personas que ejercen las portavocía de La Ingobernable aseguran
que el nuevo plan de usos del edificio que Rita Maestre anunció
entonces no solo no ha contado con la opinión de los colectivos que
allí colaboran sino que además supone un enfrentamiento entre ellos y el
movimiento feminista, al proponer destinar el edificio para la
Biblioteca de Mujeres, creada con los fondos de la feminista,
documentalista y bibliotecaria Marisa Mediavilla. La pregunta es por qué
no se ha buscado otro edificio para albergar tan necesaria biblioteca. O
por qué no se ha contado para buscar alternativas con los colectivos
que lo usan en la actualidad. Enfrentar a feministas con feministas es,
desde luego, la más fea de las decisiones y no resuelve el conflicto
creado entre un tejido social que hay que mantener vivo y un poder
político que trabaje para la ciudadanía. Carmena y su equipo de Gobierno
aún están a tiempo de impulsar nuevas soluciones en colaboración con
las personas ingobernables. Es una cuestión de voluntad política, de
responsabilidad social y de compromiso con su ciudadanía. Demostraría
que se puede tener gobierno y ser también ingobernables: libres.
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