El lío de la candidatura de Podemos al Parlamento Europeo
Fernando Luengo
Economista y miembro del círculo de Chamberí de Podemos
Economista y miembro del círculo de Chamberí de Podemos
Aclaro lo primero para no inducir a la confusión: tengo la mejor opinión de Maria Eugenia Rodríguez Palop. He coincidido con ella en diferentes espacios y recientemente ha participado como conferenciante en los encuentros “Por Otra Europa” que yo organizo. Su ponencia “¿Cómo hacer frente a la extrema derecha?” fue brillante, interesante e inteligente. Siempre es un placer escucharla y leerla.
Hoy
me entero por las redes sociales, como la inmensa mayoría de inscritos
en Podemos, que nuestro cabeza de lista en la candidatura a las
elecciones del Parlamento Europeo (PE), Pablo Bustinduy, ha dimitido.
Más allá de su declaración oficial, ignoro las razones de fondo, si es
que existen, para que haya dado ese paso atrás. De cualquier modo, su
retirada es una pésima noticia. Era un gran candidato y estoy seguro
que, rodeado de un buen equipo, con la experiencia del trabajo ya
realizado por la Secretaría de Europa, coordinada por Miguel Urbán,
podría haber realizado un trabajo extraordinario en el PE.
Al
mismo tiempo, ha saltado la noticia de que su lugar será ocupado por
Maria Eugenia Rodríguez Palop. No dudo, como indicaba al principio, de
su capacidad política, y, seguramente, su trabajo en Europa al frente de
nuestro grupo parlamentario será muy valioso. Pero, para mí, no es esa
la cuestión, o al menos no es la única cuestión a considerar. Lo siento,
no soy tan funcional, ni me he vuelto tan pragmático.
Hace
unas pocas semanas habíamos tenido unas primarias que habían colocado
en la primera posición a Pablo Bustinduy, seguido de Idoia Villanueva y
de Miguel Urbán (el más votado de la lista). La celebración de
primarias, de las que Podemos ha sido pionero -poniendo patas arriba un
escenario político vertical, centralista y conservador- está en nuestro
ADN, o debería estarlo. Es la manera de que los inscritos decidamos
sobre programas, objetivos y prioridades, y designemos los equipos que
deben llevarlos a la práctica.
Por
eso, me pregunto ¿ingenuamente? qué poderosa y para mí misteriosa razón
existe para que no se haya tirado de la lista ya votada; o por qué no
se ha sometido a votación el liderazgo de la candidatura. De cualquier
modo, necesitamos protocolos reconocibles y donde nos reconozcamos. El
“dedazo”, la arbitrariedad, las decisiones tomadas en las bambalinas
(por cualificadas que sean las personas que sean elegidas) nunca pueden
ser una opción, una buena alternativa para un Podemos que quiere ser un
factor de transformación de un régimen político podrido hasta la médula.
Son
muchas las amenazas y los riesgos que se ciernen sobre Podemos. Pero
actuando de esta manera -con estas urgencias, con esta opacidad- no nos
hacemos más fuertes, sino todo lo contrario.
Sinceramente, no soy de los que creen que los fines justifican los medios.
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