Echo de menos cuando la izquierda estaba fragmentada
Esto es un llamamiento
a Podemos, IU y Anticapitalistas a ceder en sus posiciones respectivas
para lograr unas primarias conjuntas que permitan una candidatura
unitaria para la Comunidad de Madrid
Echo de menos la época
cuando la izquierda estaba fragmentada. Esto escribía hoy un amigo en un
grupo de wasap de cincuentones, compañeros desde la adolescencia. Y me
he reído, por supuesto. Reírse siempre, incluso hoy. Pero la broma,
graciosa, conlleva una mentira que ha sido fundamental para sostener el
sistema en los últimos cuarenta años: la afirmación de que el PSOE es de
izquierdas y que, por tanto, frente a la derecha unida en el PP, la
izquierda estaba dividida entre el PSOE e IU.
Lo que
sí es cierto es que una mayoría del electorado del PSOE es de
izquierdas, a saber: cree en la necesidad de un consenso político que
garantice las condiciones materiales e inmateriales necesarias para que
toda persona, sin excepción, pueda disfrutar de una vida digna. O más
modestamente: cree en la necesidad de una sanidad, una educación y unos
servicios sociales públicos de calidad, gratuitos y universales. Incluso
en unas condiciones laborales compatibles con la alegría humana y en la
posibilidad de acceder al derecho a la vivienda sin sufrir una agonía.
Incluso, las más radicales, en la necesidad de enfrentar la
contradicción insalvable entre el crecimiento económico y la
sostenibilidad de un ecosistema que permita la continuidad de la especie
humana.
¿Esto es el programa del PSOE? Dudoso. Y si pacta con
Ciudadanos, imposible. ¿Por qué? Porque ambas organizaciones, pero de
forma mucho más clara la segunda, insisten en que no hay alternativa a
la senda del crecimiento económico, es decir: que la acumulación
material ilimitada (y además, privada) sigue siendo la solución a todos
los problemas de la humanidad.
Según parece,
necesitamos organizarnos políticamente para defender un proyecto
alternativo que nos permita sobrevivir como especie. O más modestamente:
impedir el desmantelamiento irreversible de la sanidad, la educación y
los servicios sociales públicos en la próxima legislatura. Este proyecto
lo enunció el 15M: el bien común como eje articulador de la
organización social y la participación democrática como mecanismo para
garantizarlo. Surgió un poderoso intento de expresar este proyecto en el
ámbito electoral: Podemos. Era 2014.
Han pasado cinco
años y hoy echamos de menos los tiempos de la fragmentación de la
izquierda. Echamos de menos la tristeza, el desaliento, los tiempos
previos al "sí se puede", porque lo de hoy nos parece aún peor.
Pero
no hay vuelta atrás. Y delante, ¿qué hay? Lo primero, cuatro citas
electorales, todas esta primavera. Después, empezará lo importante:
reorganizar el proyecto que luche por impedir la destrucción, ya muy
avanzada, de las condiciones necesarias para la supervivencia humana. En
los espacios que se hayan podido mantener dentro de las instituciones,
fundamentales, y, sobre todo, fuera de las estructuras institucionales:
en las calles donde vivimos cada día.
Pero ahora vamos
a lo primero. Elecciones. En los próximos diez días se decidirá si en
Madrid se presentan dos o tres candidaturas a la izquierda del PSOE. La
primera opción hace viable la posibilidad de que exista un gobierno no
reaccionario, no depredador, no destructor. Si son tres las
candidaturas, el desastre está garantizado: la Comunidad de Madrid será
devastada en tanto "comunidad" para someterse de forma total a los
intereses privados de los más fuertes.
Esto es, por
tanto, un llamamiento a Podemos, IU, Anticapitalistas y gentes cercanas a
ceder en sus posiciones respectivas para conseguir acordar unas
primarias conjuntas que permitan una candidatura unitaria. Sólo hay dos
maneras de resolver esto: encerrar a las direcciones de las tres
organizaciones dentro de un despacho hasta que encuentren la forma de
evitar el suicidio colectivo en la Comunidad de Madrid, o bien, dejar
que la gente medie a través de su participación. Sólo la segunda sería,
en realidad, salvar el precipicio actual. ¿Cómo? Unas primarias
conjuntas donde pueda presentarse y votar quien quiera, aunque no
pertenezca a ninguna organización. Así se hizo hace cuatro años para
construir la exitosa lista de Ahora Madrid. El deseo y la necesidad de
cambio es de todas, no de quienes ahora tienen en su mano construir, o
no, una sola candidatura dispuesta a enfrentarse a los bancos y
constructoras que ya están diseñando como repartirse la ciudad. A
quienes ahora negocian para conseguir esa candidatura unitaria no
pedimos que hagan lo que puedan, sino mucho más: que hagan lo que deben.
Ayer,
tras los equívocos titulares de prensa que afirmaban que IU había
decidido no confluir con Podemos en Madrid –sólo han votado continuar
con un proceso abierto que no ha de excluir a Podemos–
las risas de los amigos en los grupos de chat, cuando las había, las
caras de las madres y padres en el cole, los comentarios de tanta gente,
eran amargos. Démonos un respiro, por favor, una carcajada alegre, a
poder ser. Lo contrario sería una irresponsabilidad histórica,
imperdonable.
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