Pedir perdón es poco español
El gobierno ha
rechazado "con firmeza" una petición que, otros países tan grandes y tan
democráticos como Italia, Canadá, Japón, Alemania o Reino Unido, han
procurado satisfacer de alguna manera para tratar deponerse en paz con
sus propias historias
La petición del
presidente mexicano, López Obrador, para que él mismo como presidente de
México, el rey Felipe por España y el Papa Francisco por la Iglesia
católica pidan perdón por los crímenes perpetrados contra los pueblos
indígenas, incluidos los abusos de la Conquista, ha activado la
hiperventilación del neoespañolismo más rancio y cañí. Las panderetas
han enloquecido y la España de los balcones ha dado sin dudar un paso al
frente, hasta saltar al vacío patriótico. Si alguien no echa el freno
pronto, puede que tengamos que acabar pidiendo perdón por la conquista y
perdón por lo chulos, maleducados y coloniales que nos hemos puesto.
Por
supuesto, no ha faltado esa cosa tan española de explicarles a los
demás, a los mexicanos, a los venezolanos, a los catalanes, a los
gallegos y, en general, a quien se ponga por delante, cómo deben
sentirse para sentirse correctamente mexicanos, venezolanos, catalanes o
gallegos. Qué sabrán ellos. Pero para eso están esos españoles de bien,
para enseñar al que no sabe. Tampoco nos hemos privado de los
habituales arrebatos de "patriotismo cipotero", con Pérez Reverte a la
cabeza llamando imbécil a presidente de México, para que se vea que se
puede ser académico y segur siendo muy macho y muy español.
Han abundado también los arranques de "patriotismo
indignado", con Pablo Casado, el hombre de los mil másteres, hablando de
"ignorancia escándalos" y "afrenta", o con Albert Rivera denunciando la
enésima "ofensa intolerable" –otra más– a un
pueblo español que, si fuera por la derecha, no haría otra cosa en todo
el día que procesar agravios. Menos aún podía faltar el siempre
entrañable "patriotismo reivindicativo", exigiendo a López Obrador menos
condenas a Hernán Cortés y más contra Nicolás Maduro o Michael Jackson.
El
gobierno ha rechazado "con firmeza" una petición que, otros países tan
grandes y tan democráticos como Italia, Canadá, Japón, Alemania o Reino
Unido, han procurado satisfacer de alguna manera para tratar deponerse
en paz con sus propias historias. Sólo Podemos y los nacionalistas han
tenido el buen juicio de plantear que, a lo mejor, conviene escuchar la
petición porque, a lo mejor, tienen algo de razón.
Menos
firmeza y un poco más de humildad no le vendría mal al presidente y al
gobierno. No se puede juzgar el siglo XV con los parámetros del siglo
XXI, sostienen el Ejecutivo y muchos historiadores. Pero nada hay de
malo en pedir perdón por la evidencia de que tomamos por la fuerza lo
que no era nuestro, con parámetros de hace quinientos años y parámetros
de hoy mismo. Reconocerlo solo puede hacer más grande a cualquier país.
Algún día habrá que empezar a escribir la Historia de otra forma.
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