El Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico es el
hogar de algunos de los animales salvajes más espectaculares del planeta.
Osos polares, manadas de caribúes, bueyes almizcleros, lobos y búhos que podrían sufrir las terribles consecuencias de la última decisión de la administración
Trump: conceder permisos a las compañías petroleras para perforar la que es el área protegida más grande de Alaska.
Enormes camiones de más de cuarenta toneladas en busca de
petróleo y gas, máquinas perforadoras y peligrosos oleoductos que
podrían tener filtraciones y dañar permanentemente toda esta vida
salvaje, incluyendo la tundra congelada, ya de por sí
amenazada por el cambio climático.
La ciencia ha hablado: tenemos que decir adiós a los
combustibles fósiles si queremos evitar los peores impactos del cambio
climático.
El Ártico ya está sufriendo los efectos de un clima que cambia a grandes velocidades: la región
se calienta el doble de rápido que el resto del planeta y el hielo marino se está derritiendo,
con las devastadoras consecuencias que eso tiene para las comunidades
que habitan en estas tierras y para los animales que dependen de él.
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