Adela Cortina: "La política se ha emotivizado y las emociones están por debajo del razonamiento"
La filósofa y creadora
de "aporofobia", declarada palabra del año 2017 para la Fundéu,
reflexiona sobre la situación social y política en la segunda entrevista de la serie Luces Largas
"En estos movimientos de rechazo de los inmigrantes y extranjeros hay una convicción supremacista, y eso está en Vox y en el nacionalismo", defiende, y apunta a que "es ético votar a Vox y a cualquier partido constitucional"
"En una sociedad acelerada que recibe información continua nos va a ser difícil ser los dueños y protagonistas de nuestras vidas, estamos siempre extrovertidos"
"En estos movimientos de rechazo de los inmigrantes y extranjeros hay una convicción supremacista, y eso está en Vox y en el nacionalismo", defiende, y apunta a que "es ético votar a Vox y a cualquier partido constitucional"
"En una sociedad acelerada que recibe información continua nos va a ser difícil ser los dueños y protagonistas de nuestras vidas, estamos siempre extrovertidos"
Adela Cortina, filósofa española y
catedrática emérita de la Universidad de Valencia, inventó hace un
cuarto de siglo la palabra "aporofobia", que puso significante a una
tendencia que era el rechazo al pobre. Pero también es la aversión a
personas que, en un mundo contractual y mercantilista, no tienen
aparentemente nada que aportar o dar a cambio y quedan apartadas. Autora
de numerosos libros y trabajos sobre ética, ahora, trabaja en temáticas
de digitalización.
¿Cómo ve el nivel ético de la precampaña electoral?
Es igual que el del anterior, bastante bajo. Los partidos
son la institución menos valorada y se lo han ganado a pulso porque las
gentes perciben que están intentando buscar caladeros de votos para
coger el poder y no transmiten la idea de que están ayudando. Cuando se
hizo la transición -algunos estamos muy entusiasmados con la transición y
otros no tanto- claro que había afán de ganar votos, pero se pensaba en
el contexto del país. Ahora es más bien el insulto al otro,
desacreditar al otro, más que presentar las propias ofertas. Ese nivel
de crispación y polarización es muy perverso y la abstención se explica
en eso, en que las gentes tienen la sensación de que esto es una guerra
sin cuartel en la que no tenemos por qué entrar.
¿Preveía la entrada de la extrema derecha en España?
Se
estaba viendo venir, aunque yo daba charlas muy orgullosa diciendo que
en España no teníamos este tipo de partidos. Hay que pesar por qué
surge. En otros países como Francia, Alemania o Hungría hay un caldo de
cultivo mayor porque hay grupos de gentes con sentido supremacista. En
España tenemos más bien tendencia al complejo de inferioridad y a pensar
que todo el mundo es mejor que nosotros. Que salga un grupo así nos
obliga a hacer autocrítica y crítica a los políticos que no han
gestionado bien los problemas y han posibilitado que naciera una
reacción. Si hubieran gestionado mejor la inmigración, por ejemplo, no
hubiera surgido.
¿Cómo había que gestionar la llegada de inmigrantes?
Con
Europa. Había que acoger, hacerlo pausadamente, legalmente, porque
nosotros somos más hospitalarios que hostiles, y es un frente que no se
lleva bien en España ni Europa y algunos grupitos lo han aprovechado y
dicen que vienen yihadistas, llegan los bulos que otros llaman
posverdad, y los convierten en el chivo expiatorio.
¿Cuánto ha pesado el conflicto catalán?
Ya
decía Ortega y Gasset que es un tema que hay que conllevar y no hay
manera de llegar a una solución. Hay que satisfacer las expectativas
legítimas de los distintos grupos. Y hay un conjunto de españoles que
hemos desaparecido. En la época de Rajoy se hablaba de Cataluña y Rajoy,
y el resto de españoles parecía que no existíamos. Esta simplificación
del tema, no contar con todos, nos está perjudicado enormemente. Hay
gentes a las que les supone un cansancio enorme, y de ahí sale Vox.
Gentes que dicen, "¡pero si son los que están mejor y en Cáceres no
tienen ni trenes!". Es lamentable que no se haya encontrado la medida,
porque cada quien va buscando votos de sectores. No me extraña que haya
surgido Vox, lo que me extraña es que no haya surgido antes por esta
mala gestión.
¿Son xenófobos o aporófobos?
Lo
que hay es el rechazo al pobre, el que está por debajo, el que parece
que no tiene nada que ofrecer. Es un modo de decir que nosotros ya
estamos bien y que ellos no vienen a traer más que problemas y no tienen
nada interesante que darnos a cambio, que es la clave de la aporofobia,
que se da en todos los ámbitos de la vida porque quien más o menos
busca a un amigo bien situado. Hay un grupo que obviamente no tolera al
inmigrante. Pero me da mucho miedo también el supremacismo del
nacionalismo. Cuando dices que eres superior a los demás, tras un
nacionalismo exacervado, hay un supremacismo, que es lo que les pasa en
Francia o lo que le pasa a Trump: los americanos primero. En estos
movimientos de rechazo de los inmigrantes y extranjeros hay una
convicción de que un grupo es superior. Está en Vox y en el
nacionalismo.
¿Por qué aglutina más la bandera que los valores éticos de una sociedad?
Estamos
en un momento de emotivismo, que se aglutina en torno a los símbolos,
que son los que desatan emociones instaladas en el cerebro antes que la
inteligencia y la reflexión. Por eso están muy cercanas a la motivación,
el deseo y la pulsión. Por eso, si quieres movilizar a gente tienes que
llegar a sus emociones, porque como vayas a su razón y empieces a
argumentar pierde fuerza. Ahora la política se ha emotivizado, se trata
de manejar emociones, por eso las redes sociales tienen una fuerza
brutal, o la posverdad, que es una serie de bulos. Estamos en tiempo de
política emotivista que produce muy buenos resultados a los que quieren
llevarse la gente a su molino, que apela a emociones que están por
debajo del razonamiento y van asustando con mentiras al personal.
Hay que crear emociones políticas, por ejemplo que nos
entusiasme la idea de dignidad humana, de libertad, que nos movilice la
idea de igualdad. Si solo nos quedamos con las emociones, habrá gente a
la que solo le mueva la bandera, a otros la tradición, lo que contaban
en su casa y han oído siempre... Y al final es una lucha de símbolos.
¿Es ético Votar a Vox?
Es
ético votar a cualquier partido que sea constitucional. Yo no
descartaría a nadie, porque también podríamos decir que por qué hay que
votar a Bildu cuando tiene una historia de sangre. Es ético votar a
cualquiera, y lo digo aunque sea políticamente incorrecto. Lo que cada
uno tiene que ver es qué valores quiere defender.
¿Aunque este partido de extrema derecha proponga dejar atrás a una parte de la sociedad?
Todos
proponen dejar atrás a una parte, ¿no? En una sociedad pluralista no se
puede descartar a algunos por inmorales. Y no se puede porque es una
agresión moralista, que intenta deshacerse de los adversarios
tachándolos de inmorales, y eso eso lo que han hecho los totalitarios de
todos los tiempos. Si hay algún partido en España que sea inmoral, hay
que prohibirlo. Si son constitucionales, lo que hay que hacer es
desactivarlos y demostrar que los inmigrantes no son un peligro y que lo
que tienen es miedo, por ejemplo.
Entonces no ve lógicos los cordones sanitarios o los vetos previos como el de Ciudadanos al PSOE...
Antes
de empezar, esto no se puede. ¿Por qué? ¿Porque ven una propuesta
distinta de lo que la ves tú? Eso es el pluralismo, pero es muy difícil
el pluralismo, porque tenemos una tendencia al totalitarismo...
Usted previó y definió la aporofobia. ¿Cuál es la proxima borrasca social que anticipa?
Nuestro
nivel de digitalización. China y EEUU son quienes tienen plataformas
digitales que están manejando el mundo y sin embargo en Europa no
tenemos ninguna. Estamos retrocediendo clarísimamente desde el punto de
vista económico, pero también desde la relevancia y la significación en
el contexto mundial. Qué va a pasar con nuestros jóvenes, con quienes no
puedan optar a empleos que requieren cierta competencia digital... Los
políticos tendrían que estar preocupados por eso. La UE tiene una
propuesta sociopolítica y ética que creo que es superior a la de China
-un extraño capitalismo comunista de estado que no permite hablar de
derechos humanos- y EEUU -que anda por el neoliberalismo-. La Unión
Europea tiene la mejor oferta, que es la socialdemocracia y la economía
social de mercado. El gran reto es que la UE se fortalezca.
Prevé desplazados tecnológicos, ¿pero no está sucediendo esto ya?
Decía
Kant que los seres humanos inventaron el puñal antes que el imperativo
moral. De alguna manera, la tecnología va siempre por delante y nos
obliga a pensar cómo lo hacemos. Es muy importante ver qué tipo de
empleos van a ser necesarios y pensar qué se hace con las personas que
quedan desplazadas. Se puede pensar en la renta básica de ciudadanía, se
puede pensar en una predistribución en la que los robots y máquinas
inteligentes sean propiedad de la sociedad y todo el mundo va a tener un
porcentaje de la riqueza antes incluso de que se pongan en marcha... Se
están haciendo ya declaraciones de derechos digitales como el derecho a
la propia intimidad, a que no se utilicen mis datos, a mi autoestima, a
que no se intente entrar a venderme productos...
Es
un mundo bullendo y como no nos lo tomemos en serio hay mucha gente que
va a sufrir, sobre todo los más vulnerables, que es lo que pasa siempre.
Ahora
que el feminismo se ha puesto en el centro del debate político, ¿cree
que existe el feminismo liberal del que habla Ciudadanos?
El
feminismo tiene que ser un movimiento pluralista y ese es su futuro,
como intente ser un grupo... Debe ser amplio y actuar porque, cuando se
ha tenido experiencia de discriminación hay que ayudar a otros
discriminados.
¿Prohibiría la prostitución?
Que
personas se aprovechen del cuerpo de otras me parece inmoral, no debe
ser la manera de relación entre personas en temas tan delicados como el
amor. Yo, sinceramente, la prohibiría, pero habría que pensar mucho
sobre esto.
¿Prohibiría también los vientres de alquiler?
Yo
prefiero llamarle maternidad subrogada. Si se utiliza para satisfacer
un deseo de hijo biológico explotando a mujeres pobres, me parece
inadmisible por donde se mire. Pero supongamos que hay un contrato,
serio, con claridad con una mujer a la que le interesa el contrato no
porque esté muriéndose de hambre, sino porque le interesa. Yo no lo
prohibiría. Legalmente es complicado de organizar, pero no veo razones
morales para impedirlo.
Citando a Ortega, decía usted que el tigre no puede 'destigrarse' pero la humanidad sí puede deshumanizarse. ¿Nos está pasando?
A
la sociedad de bienestar le sigue interesando la libertad, la igualdad,
la solidaridad. Pero el mundo digitalizado nos va a traer una situación
muy diferente que nos hará reflexionar sobre cómo vivimos esos valores.
En este mundo nuestro que consiste en estar pegado al móvil, tener que
contestar continuamente y recibir información rápida nos va a ser muy
difícil ejercer el valor que más nos gusta, que es la libertad, porque
nos va a ser difícil ser los dueños y protagonistas de nuestras vidas.
Los valores siguen siendo los mismos, pero la manera de vivirlos va a
sernos muy difícil en un mundo acelerado en el que siempre estamos
extrovertidos mirando hacia afuera y no hacia el interior.
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