martes, 11 de junio de 2013

Metamorfosis y kakomorfosis

















El antes y el después de estas personas es un shock.
Cada uno puede hacer con su cuerpo lo que le parezca bien mientras eso no afecte ni perjudique a los demás.
Pero ¿qué pasará dentro de la mente y de la sensibilidad del individuo  cuando se mire al espejo después del repasito? ¿Se reconocerá cada mañana recién despiert@? ¿No tendrá problemas con su identidad física?
Si la cara es el espejo del alma ¿qué pasa con el alma cuando se cambia de cara? ¿dónde se operan las almas? ¿será en alguna corporación almaestética? ¿Cómo se le harán el peeling o el lifting? ¿Cómo serán las patas de gallo almiformes? ¿y el bótox? ¿y el fostoshop para almas descompuestas, cómo será?

¿Y si no se tiene alma, qué pasará con la cara? ¿será un espejo sin nada que reflejar?
¿Por qué no vale con una sola operación reparadora y transmutadora y cuando empiezan no paran de recortarse hasta que ya no les queda piel y pierden la movilidad del gesto y tienen que evitar los estornudos por miedo a que la cara se les parta por la mitad y un ojo se les queda más alto que otro o todos parezcan haber nacido en Nangking o en Kwala Lumpur?

¿Qué le pasa al ser humano que se odia de esa manera? ¿Qué proceso destructivo le invade para no permitirle aceptarse y fluir con el roce del tiempo sobre la piel y los músculos?
Estas metamorfosis se entienden cuando hay un problema que desfigura el rostro y reduce la calidad de vida. Pero no se comprende que la desfiguración sistemática sólo por no aceptar los cambios naturales de la vida en nosotros, se convierta en una medida casi necesaria  a ciertas edades. Y que no sea un factor que embellece, precisamente, sino que convierte la armonía original de un rostro, en la grotesca máscara de un desconocido cada vez más feo y contrahecho.
Me pregunto: ¿no sería mucho más sano gastarse los dineros en una buena terapia racional-emotiva, que ayude a ser libres y felices, aceptándose como uno es y  con la misma cara de siempre, aún con arrugas, mucho más clementes y favorecedoras que la tersura artificial, que acabar la existencia como un fantoche irreconocible hasta para uno mismo?









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Las personas capaces de aceptarse y de convivir en armonía con sus cambios  corporales son doblemente hermosas. Han conservado el reflejo del alma en el espejo del rostro.

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