Un hijo de la casta franquista: "Nos beneficiamos y no podemos estar exentos de responsabilidades"
El catedrático sevillano Bartolomé Clavero expulsa sus demonios familiares en un libro autocrítico titulado 'El árbol y la raíz'. Sostiene que la Justicia española "practica una prevaricación sistemática"
El autor del libro, Rafael Guerrero. PÚBLICO
Los herederos de la casta privilegiada del franquismo no
suelen ver con buenos ojos todo lo que suene a memoria histórica. Por
algo será, aunque hay excepciones, como la del catedrático sevillano de
Historia del Derecho Bartolomé Clavero, hijo de un destacado jerarca del franquismo,
que acaba de publicar 'El árbol y la raíz. Memoria histórica familiar',
un libro profundamente autocrítico donde airea sus demonios familiares
sin complejos.
El autor realiza un análisis íntimo e
introspectivo sobre su experiencia vital personal como miembro de una
familia de la casta privilegiada del franquismo, ya que su padre fue
gobernador civil en la postguerra de Tenerife y de Segovia y acabó
siendo notario del pueblo sevillano de Cazalla de la Sierra.
Bartolomé
Clavero arremete contra el negacionismo y la contramemoria de la casta
franquista, contra los profesores fascistas de la Universidad de Sevilla
donde se educó, contra los alcaldes corruptos que se enriquecieron,
contra los curas golpistas provocadores sin olvidar a
algunos pederastas, contra los chaqueteros pseudodemócratas y contra
alguno de sus hermanos al que pone como ejemplo de "desmemoria
histórica". Y lo dice abiertamente, con nombres y apellidos, en lo que
él mismo considera un "descargo de conciencia".
"¿Ha de
respetarse, por presunción irrefutable de inocencia, a quienes seguimos
patrimonialmente beneficiándonos de aquella sangre y de aquel dolor?".
Clavero se hace esa pregunta en el libro y anota una reflexión: "Hablo
desde las perspectiva de los descendientes de vencedores, de quienes
tenemos contraídas responsabilidades aunque no tengamos personalmente
responsabilidad. Las hemos heredado con el patrimonio".
Alineado de manera radical con la recuperación de la memoria histórica,
Clavero reconoce que entre la mayor parte de su amplia familia numerosa
no ha sentado nada bien la publicación de su libro, especialmente a su
hermano Javier -"ejemplo de desmemoria y negacionismo"- pese a que en
los años 90 este llegara a ser director general en uno de los Gobiernos
de Felipe González. Uno de los privilegios inherentes a la cuna
franquista era ser alumno de pago del colegio sevillano de Portacoeli:
"Los Jesuitas parecían menos fascistas, pero el ambiente franquista era palpable.
Allí vi al primer cura que se presentó voluntario a Queipo para
confesar a los condenados después de que otra orden religiosa se
retirara al constatar en las confesiones que la gente no entendía por
qué los iban a fusilar y vi cómo un cura notoriamente pederasta no era
expulsado, sino destinado a trabajar con los alumnos gratuitos".
Pese a que en ningún caso la Ley de Memoria Histórica prevé resarcimiento económico para las víctimas,
Bartolomé Clavero, como jurista, tiene claro que es un tema abierto y
desarrolla su argumento: "Es una perversión entender que el Estado es
responsable de todo, aunque tenga una responsabilidad tremenda por ser
sucesor del franquista. Si al Estado actual lo hacemos responsable de
todo, resulta que las propias víctimas tienen que pagar las reparaciones
que ellas mismas merecen, porque si el Estado paga, lo hace a través de
los impuestos de la ciudadanía. Al final serían las víctimas las que se
estarían pagando la reparación, si algún día se llegase a reparar todo
lo que fue el inmenso latrocinio de la dictadura franquista". Y añade
sin limitarse a la responsabilidad pública: "Alemania es un ejemplo
donde empresas privadas que colaboraron con Hitler tuvieron que
indemnizar a las víctimas del nazismo".
La responsabilidad civil del expolio
de la dictadura franquista se saldó en la Transición de manera
restringida a algunas organizaciones políticas y sindicales históricas.
"Se negoció una compensación muy por debajo del valor de los bienes
incautados, pero no hubo una devolución por la vía de la justicia. Pero
el gran expolio no fue sólo a estas organizaciones, sino también a
personas, a familias y a fundaciones privadas".
"Prevaricación sistemática"
"En Alemania las empresas que colaboraron con Hitler tuvieron que indemnizar a las víctimas"
Este jurista, que es el único representante español en el Foro de la
ONU sobre asuntos indígenas, arremete contra la justicia española por
"practicar una prevaricación sistemática" bajo el argumento de la prescripción de los delitos y
de que los hijos de quienes recibieron los bienes son ahora titulares
de buena fe. "No se pueden esgrimir tales argumentos cuando no ha habido
una situación normal de acceso a la justicia para que pudieran reclamar
las víctimas sus derechos". En este punto, Bartolomé Clavero retoma su
descargo de conciencia con una interpretación generosa y poco común:
"Por eso los que hemos heredado patrimonios y nos hemos beneficiado de
la posición familiar resultante de la dictadura franquista no debemos
estar exentos de esas responsabilidades".
Pese a la lógica de
sus argumentos, el profesor Clavero no cree que llegue el día en que los
herederos de los beneficiarios franquistas de los bienes injustamente
expropiados y confiscados tengan que devolver algún día las casas o las
fincas a los herederos de sus legítimos y originarios propietarios. Y
pone como ejemplo la actuación de la justicia en defensa del honor y la honorabilidad
de "los delatores y de los que prestaron testimonios falsarios que
dieron pie a fusilamientos". "La justicia ha dado la razón a sus hijos
en la defensa de un derecho indefendible", sostiene este catedrático de
Historia del Derecho, al tiempo que critica que "haya condenado a
investigadores solventes y haya ordenado la destrucción de obras como
una página de Internet con muchos datos, todo ello en defensa de ese
llamado honor de quienes fueron como mínimo ladrones y como máximo
asesinos".
"Los que nos hemos beneficiado de la dictadura no debemos estar exentos de responsabilidades". Bartolomé Clavero no pasa por alto en su libro "la estratigrafía peculiar que creó el franquismo" en Sevilla, donde más bien cabría hablar de queipismo
dada la fuerte impronta del general también conocido como 'virrey de
Andalucía'. La Basílica de la Macarena -donde reposan sus restos-, las
cofradías y las iglesias de San Gonzalo -por él- y de Santa Genoveva
-por su esposa-, las cofradías de postguerra llamadas de la Paz y la
Victoria, o la reciente retirada del nombre de Pilar Bardem
a una calle para sustituirla por el de Nuestra Señora de las Mercedes
-por la madre del general- hacen de Sevilla una ciudad que no acaba de
desprenderse de la memoria del general golpista que traicionó a la
República Gonzalo Queipo de Llano. Por si fuera poco, el profesor
Clavero añade un dato significativo más: la muy reciente rotulación de
una nueva y céntrica calle con el nombre de Jesús de la Victoria. "Este
nombre fue un invento de Queipo de Llano para celebrar la victoria fascista,
pero también ocurre que estamos en tal momento de desmemoria que no
tengo constancia de que la oposición municipal de izquierdas haya puesto
el grito en el cielo porque se le ponga una calle a la victoria
franquista a estas alturas del año 2013", concluye.
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