sábado, 1 de junio de 2013

El limpio "adiós" de un silencio ejemplar



Gesto por la Paz dice adiós sin haber alzado la voz

La organización pacifista pone hoy fin a 28 años de lucha contra la violencia



Hay celebraciones que valen la pena. Y que son magníficas. La coordinadora "Gesto por la paz" se despide de la sociedad vasca y del resto de España, por las que ha trabajado durante casi tres décadas. Sin ruido. Sin gritos. Y con esa valentía que sólo conceden la conciencia despierta, la solidaridad y el empeño incansable por el bien común.
En medio de un país lleno de rencores y violencias sangrientas, en medio del odio, las represalias y  la rabia sorda, ignorados y ninguneados por los poderes gobernantes, como los ayuntamientos, que concedían derecho de manifestación a Herri Batasuna en el mismo espacio y al mismo tiempo que se les concedía o se les denegaba a ellos, Gesto, no perdió nunca los papeles, ni la esperanza, ni la compasión ni el respeto ni las ganas de seguir. Y ahora que Euskadi ha alcanzado por fin una madurez social y política, que demuestra su capacidad para vivir cívicamente y en armonía, Gesto se despide, como los padres y madres se despiden de los hijos cuando alcanzan su autonomía. Como los maestros cada curso que termina saben decir adiós a los alumnos que han cumplido con éxito los objetivos y el programa didáctico. Como el médico que después de un tratamiento larguísimo y durísimo, logra la curación de un enfermo grave y rebelde, que estaba empeñado en suicidarse. 
En plena salud ciudadana, sin apegos morbosos ni tentaciones de institucionalizarse y apuntarse al club del poder, Gesto se va. Ha cumplido una misión única: llevar gota a gota y día a día, año tras año, década tras década, un empeño imprescindible como ha sido conseguir que la paz arraigase en el corazón levantisco y dividido de los antiguos vascos, a base de amor y de paciencia infinita. De contagio sereno e inagotable. En medio del terror, del miedo, del pánico a las bombas y a las metralletas en cualquier rincón o en cualquier "txoko", en medio del kaleborrokismo y  el aire amenazante, ellos salían a la calle y con su silencio doloroso y desnudo se fueron multiplicando por sí mismos y mismas, convirtiéndose en el grito más poderoso, en el único grito general sin necesidad de aullidos, sólido y firme como los montes y los acantilados, que ha conseguido unificar el país vasco mucho más que cualquier ideología: "¡Basta ya!". Y la demostración natural de que la paz es posible siempre, que es el único resultado definitivo y permeable para volver a comenzar el camino, que cuando la violencia y el odio agotan a los pueblos y masacran vidas y envenenan con el rencor las mentes y las almas, sólo ella, la paz,  tiene la medicina que lo cura todo. 

Y es que sólo la paz puede crear el espacio interno necesario para la comprensión y la lucidez que solucionan los problemas. Todos. Y del modo más justo e inteligente. Del modo más humano.
Para que eso suceda la paz debe ser verdadera paz, no la imposición de una fuerza. No una falsa paz obligada por un toque de queda o por el mismo miedo amenazante. Eso nunca puede ser paz sino mordaza y encarcelamiento de la libertad. La paz sólo es posible cuando dentro de uno mismo se desactiva el polvorín del odio y de la revancha. O sea, cuando el ego aprende a obedecer a la conciencia, que es lo que nos hace realmente humanos y superar para siempre la animalidad residual de nuestra especie. Todo eso ha sido el trabajo de campo y la función de Gesto durante tanto tiempo, cuando los primeros estudiantes veinteañeros de Deusto que salieron a la calle con la pancarta blanca , ya son cincuentones, peinan canas y visten experiencia suficiente como para saber decir adiós con el gozo de haber cumplido una misión que parecía utópica, ilusa y sólo propia "de la juventud", pero que arriesgó hasta la vida por salvar lo que aún podía salvarse. Al hombre y a la mujer, a los niños y a los viejitos.  A los "aitas" y a las "amatxus". Y también a todos los habitantes de España.
Nunca se agradecerá bastantes tanta bondad y tanto valor.

Gesto por la paz es un ejemplo vivo del mismo espíritu que mueve el 15M. Cuando la sociedad española se contagie en su mayoría y se transforme como lo ha hecho Euskadi, hasta permitir que puedan gobernar juntos psoe y pp (o IU y UPyD, por qué no? admitiendo plataformas cívicas que les orienten y corrijan,  también el 15M podrá decir "adiós" con la misma dignidad y respeto con que nació. Y con la alegría de haber trabajado codo con codo por la construcción del bien común sin apegarse al medio ni a la herramienta que han usado: el poder de convencer, sin sin miedo ni violencia, transformado en verdadero servicio público.
Es un detalle paradógico que además esta coordinadora se autodisuelva al mismo tiempo que se celebra el día de las fuerzas armadas. No sé si lo habrán hecho a posta, pero queda redondo. Como un aldabonazo entre valores y contravalores. Para meditar despacio qué tipo de sociedad preferimos y qué tipo de celebración. Yo me apunto a Gesto. Sin dudarlo ni un instante.

Gracias infinitas, a Gesto por la Paz.

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