domingo, 16 de junio de 2013

La última roucada (¡ojalá!)

Lo he leído y me cuesta trabajo creer que alguien con dos dedos de frente, que represente a una iglesia con los mínimos requisitos de tal cosa, haya podido decirlo, pero ahí está la noticia: Rouco Varela afirma que si la iglesia paga el IBI, Caritas correría con los gastos. O sea que Caritas dejaría de ser lo que es porque en realidad la compasión es como el título de un tango, no tiene más fundamento que el dinero. Como ese "mundo" pervertido que tanto fustiga la vaticanidad. O sea, que de ser caritas pasaría a ser a ser crudelitas pecuniaria.
Además, con el agravante de estar en medio de la peor situación que España ha atravesado desde hace más de sesenta años. Y ante la cual los obispos están como Harpo Marx. Mudísimos. Ninguno habla de la corrupción, ninguno condena el pucherazo inmundo de la banca. No dicen ni pío. Si al menos los banqueros y políticos pringados fuesen gays en ejercicio visible, o las señorías con falda y tacón abortasen y lo dijesen a la prensa...pero total, por robar a saco y dejar al país en el chasis, no vale la pena gastar saliva en  homilías. 

Hay que ser un mastuerzo y estar ciego como un topo, para creer que Caritas son ellos. Los obispos. Caritas somos nosotros, los ciudadanos que con nuestros impuestos y/o donativos hacemos que Caritas Diocesana sea posible. Y lo que el sonseñor de turno no comprende es que hay mucha gente que puede quitar la cruz de la casilla en la declaración de la renta y dar el contenido a cualquier banco de alimentos y de primeras necesidades, o a Cruz Roja, que al menos no tiene tanto morro y se abstiene de andar provocando y diciendo tonterías. Y además no pertenece a un estado-ciudad multinacional que no tiene más objetivo que luchar para mantener su caché religioso por encima del resto. Al que le importan un bledo el sufrimiento y la angustia de los que sufren ahora las consecuencias de abusos e injusticias de los poderes con los que ellos, los vati-boys forman comandita y defienden con su silencio y su complicidad interesada. 

Esto sí que es un escándalo con todo el equipo. Y merece una campaña de abandono y dar los donativos directamente a los necesitados sin que las hueste rouqueras metan la zarpa por medio. Que como intermediarios entre Dios y los hombres son un fiasco,  pero mediando entre los católicos pudientes limosneros rituales o de buen corazón y los necesitados, hacen negocio: gestionan los donativos pero  se lo cobran en sueldos y se lo ahorran en el IBI. ¿No tienen voto de pobreza? ¿Por qué tienen tienen tanto edificio que tantas veces están cerrados, abandonados y hechos un asco? ¿Cómo es posible que con ese patrimonio no solucionen el tema de tantos desahuciados que se quedan debajo de un puente? Es que ni hacen amago, por si acaso les toman la palabra. Qué panda!

Conozco personalmente a un sacerdote que trabajaba en un barrio marginal de Valencia, al lado de la playa. En unas inundaciones tan propias de la zona, encontró una noche en medio de la tormenta y el aluvión a una familia gitana numerosa, con niños pequeños, que vivían entre cartones y estaban nadando en el agua y medio helados. En su casa, un pisito mínimo con dos habitaciones no cabían y no podía abandonarles a su suerte. Los llevó a la parroquia, les dio mantas y ropa del ropero parroquial, los acopló entre el despacho y una parte la iglesia, corrió los bancos, les hizo sitio para los colchones, les llevó un hornillo eléctrico, estufas y una neverita de camping para la leche y los alimentos  perecederos,  y llegó a un acuerdo con ellos para que por  la mañana antes de las 10, estuviese todo recogido para decir la misa. Y así fue durante, por lo menos, seis meses, hasta que servicios sociales del ayuntamiento encontró una casa para ellos en el Barrio de la Coma. La mayoría de los feligreses cooperaron y ayudaron encantados a la familia que pronto se hizo familia de todos, manteniendo el pacto de la limpieza y el orden impecables. 
Pero...la jerarquía se enteró del caso. No, no fue el arzobispo a ofrecer sus decenas de habitaciones vacías en su palacio arzobispal para acoger  a quienes estuviesen en aquel trance desastroso. No. Qué va. Mandó un emisario para advertir al cura de que aquello que había hecho no podía ser. Estaba fuera del orden establecido y la buena imagen del cotarro "piadoso". 
Pero, gracias a Dios, el cura desobedeció, apoyado por el barrio, y mantuvo la ayuda hasta que Avelino y María Catalina con sus hijos tuvieron una casa decente para vivir. Es cierto que al cura le costó el traslado, pero se fue feliz y liberado por dentro del temor y del falso respeto a instituciones que no lo merecen porque se mantienen a base de traicionar lo que debería ser para ellas el fundamento de su existencia. 

¿Qué filfa de "caritas" es eso que se avergüenza de su prójimo más marginal y más chungo? ¿Pero de qué va ese egoísmo ensotanado y fariseo? Ya que que no cumple con el Evangelio que cacarea, por lo menos que se calle. Nos daría menos vergüenza ajena y menos indignación.

Y en cuanto al Papa, tan abierto y dispuesto a cambiar la mugre rancia de las oscuridades beatunas por aires de catolicismo pop, cabría decirle que si empezase a predicar con el ejemplo, si pusiese en venta el Vaticano y sus tesoros para hacer lo que Jesús habría hecho hace más de mil de años, y se fuese a vivir a una casita modesta y alquilada del Preneste o del Alessandrino, a lo mejor, se acababa la comedia de una vez por todas. ¿Cómo se puede predicar la caridad y el desapego de las riquezas en semejantes tesituras? ¿Qué cura o qué arzobispo le va a tomar en serio cuando recomienda virtudes que no se ven por ningún sitio?

Vaya tela beatonera.

No hay comentarios: