La vergüenza de Altsasu
Una puerca vergüenza. Es una vergüenza que se forzara la interpretación del terrorismo para dar gusto al poder político, al que en aquel momento le venía muy pero que muy bien. Una vergüenza
"No podemos dejar de desesperarnos cuando vemos que se abusa de la Justicia"
Jakob Wassermann. El caso Maurizius
Jakob Wassermann. El caso Maurizius
Es
probablemente uno de los asuntos de actualidad que más insultos,
invectivas y descalificaciones me ha costado en los últimos tiempos.
Abascal me llamó "rata televisiva" por mis opiniones sobre este caso.
Sólo los amigos de terroristas, la chusma, los infectos, los comunistas y
los malos españoles podíamos denunciar la barrabasada, la injusticia,
el tremendo atentado al Estado de Derecho que se consagró con el tema de
la agresión de Altsasu. Sólo los malos. Sólo los que en noviembre de
2016 ya les contamos que esto era una agresión, pero no terrorismo y que
había sido espuriamente arrebatada a sus jueces naturales para traerla a
la Audiencia Nacional y convertirla en un caso que políticamente daría
réditos. Vean con los ojos de hoy "Lo de Alsasua".
¡Y vaya si los dio! Su instructora, Carmen Lamela, una mala
instructora, una mujer que tuvo internos como preventivos en FIES a
estos jóvenes, se pasea hoy por la Sala Segunda del Tribunal Supremo.
Con toda su calidad. Con esa que le hace ser tan ajustada con la
determinación de los delitos y con las medidas que toma. Esa jueza que,
estoy segura, hasta duerme por las noches con toda tranquilidad.
Ayer
supimos, no ya que no era terrorismo, eso se lo tiraron sus propios
compañeros de la Audiencia Nacional (AN), sino incluso que las
agravantes que se habían introducido para mantener unas penas
elevadísimas –a lo mejor tampoco era plan de haberlos tenido preventivos
y acusados de terrorismo, en el peor régimen penitenciario– y que luego
quedara muy claro que se había ido de caña. Así que este miércoles esas
penas fueron rebajadas del rango de entre los 13 y 2 años, según cada
reo, que fijó la AN al de 9 a 1 año que fija ahora el Supremo al
suprimir las agravantes de discriminación y en dos casos la de lesiones.
Lean lo que yo escribía hace tres años: "Yo creo en la Justicia, por
eso sospecho que aunque sea en el Tribunal Supremo, al final sabremos
que lo de estos energúmenos no era terrorismo. Entonces a lo mejor la
pugna política por la pérdida del poder en Navarra ya está en otro punto
y da igual. La cárcel se la habrán comido ellos". Tengo que recordarlo
porque aquí te acosan a dentelladas, te insultan, te agravia mucho
comentarista y analista de pacotilla, mucho experto de argumentario,
porque también saben que en tres años nadie irá a pedirles
explicaciones. Al menos que les quede claro que yo les serví la
información y el análisis que era debido.
Pero es que,
¿recuerdan?, el presidente del Gobierno puso un tuit y lo firmó: MR. Lo
puso en persona. "No habrá impunidad". Y no había duda de hacia dónde
había que remar para que te dieran la palmada en la espalda o la toga
laureada. No había duda. Y así fue. Quiero reivindicar aquí el papel de
la jueza predeterminada por la ley, la del territorio, que tuvo claro lo
que se traía entre manos, como la Fiscalía de Navarra o la Audiencia
Provincial... Todo ello hasta que alguien, yo creo que poco
espontáneamente, presentó una querella en la Audiencia Nacional y
permitió que la Fiscalía de este órgano entrara como elefante en
cacharrería para llevarse el procedimiento y poder tildar de terroristas
a los jóvenes delincuentes, sí, pero agresores de una autoridad, no
otra cosa. Algo que debería de haberse sustanciado en Navarra y que
podía haberlos mantenido en libertad provisional, como de hecho estaban,
hasta que hubiera llegado su juicio y su condena. Pero no, los de
Altsasu eran un trofeo que algunos tenían que poner a los pies de los
que mandan y que ha merecido sus buenas palmadas mientras fue útil
políticamente.
Una puerca vergüenza. Es una vergüenza
que se forzara la interpretación del terrorismo para dar gusto al poder
político, al que en aquel momento le venía muy pero que muy bien. Una
vergüenza. No tengo, sin embargo, esperanza de que el fantasma de los
ahora condenados a penas mucho más bajas vaya a perturbar la paz de
aquellos que los tildaron de terroristas en papel timbrado. Unos falsos
terroristas que fueron a prisión con un auto en el que se copiaban
textualmente frases del atestado de la Guardia Civil, sí, esa Guardia
Civil a la que se encargó la investigación de los hechos a pesar de que
las víctimas pertenecían a ese cuerpo.
Eso ha pasado
en la Audiencia Nacional. Eso pasó también con los titiriteros. A nadie
le van a devolver la experiencia de haber estado en prisión en el
régimen previsto para los terroristas. Hay cosas que la vida no te
devuelve. Tampoco vale el argumento de que hay diferencias jurídicas o
de que la prueba en juicio ha demostrado luego otra cosa. La juez de
Altsasu, juez de pueblo, lo vio desde el principio. Ahora la magistrada
que no sabe distinguir el terrorismo juzga en la misma Sala que acaba de
decir que ni siquiera los agravantes que mantenían las penas al nivel
del terrorismo valen para los delitos de atentado, lesiones y desórdenes
públicos.
La lucha legal de las familias continúa
porque creen que la injusticia no se ha reparado del todo e injusticia
hubo a todas luces. No ha sido la única. El poder de los jueces
instructores de la Audiencia Nacional es desmesurado y cuando camina de
la mano de una Fiscalía que se precia de sus halcones, la cosa aún es
peor. No, no era terrorismo. Aunque haya premios para los que ven el
Código Penal con los ojos del poder.
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