Una vergüenza histórica menos
Si no hay novedad, los restos de
Francisco Franco serán desalojados este jueves del
Valle de los Caídos. Es noticia por algo extraordinario porque ha tardado 40 años en ocurrir. Una
anomalía democrática
que nos revela un punto flaco de la Transición, la concordia
significaba borrar el pasado pero se olvidó de hacerlo, no lo borró;
dejó miles de muertos en las cunetas, Miles de calles dedicadas a las
glorias del
Franquismo y al mismísimo dictador enterrado en un colosal monumento erigido para recordar su gran gesta militar, un
golpe de Estado contra un régimen democrático, una
guerra civil con centenares de miles de muertos y además una posguerra con
crueles represalias.
Se necesitaron muchos años y
leyes específicas
para ir limpiando el callejero y aún no ha concluido. De los muertos en
las cunetas, ni les digo. Y se han tenido que superar resistencias
pegajosísimas para poder llegar a
exhumar los restos de Franco
del Valle de los Caídos. Resistencias que han servido de termómetro
para medir la temperatura democrática de este país, entre los que
abundan los que consideran pérfido ajuste de cuentas un
acto de simple normalización como este. Y que ha servido también para comprobar qué desmemoriada ha sido nuestra sociedad, pues ha permitido que los
herederos del dictador hayan disfrutado con tal comodidad de una
fortuna cuyo origen nunca se aclaró
que han llegado a considerar normal su situación, hasta el punto de
insolentarse de forma inadmisible contra decisiones del Parlamento y de
la Justicia.
Pero en fin, hecho está.
Una vergüenza histórica que nos quitamos de encima.
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