Las 'riders' de la limpieza: precarizadas, sin contrato y cargando su propia lejía
David Noriega. eldiario.es ------------------------------------------------------
Público
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Esta vez solo los frena la meteorología adversa
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Esta vez solo los frena la meteorología adversa
La salida del Aita Mari hacia el Egeo se retrasa al domingo
El barco llevará ocho toneladas de ayuda humanitaria para las personas que se encuentran en las islas
EP - Jueves, 17 de Octubre de 2019 - Actualizado a las 17:39h
Voluntarios
cargando ayuda humanitaria en el barco de rescate Aita Mari, de la ONG
Salvamento Marítimo Humanitario (SMH) (Ruben Plaza)
DONOSTIA.
La salida del buque Aita Mari de Salvamento Marítimo Humanitario (SMH)
ha retrasado de nuevo su salida del puerto de Pasaia hacia aguas del mar
Egeo hasta el domingo por las malas previsiones meteorológicas.
En un comunicado, SMH ha indicado que la salida del barco, que llevará ocho toneladas de ayuda humanitaria para las personas que se encuentran en las islas del Egeo, será a las 10.00 horas.
Deia
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DIÁLOGO OBLIGATORIO EN LA UCI
Los episodios de violencia motivan la reaparición del movimiento '¿Hablamos? ¿Parlem?'
En un comunicado, SMH ha indicado que la salida del barco, que llevará ocho toneladas de ayuda humanitaria para las personas que se encuentran en las islas del Egeo, será a las 10.00 horas.
Deia
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DIÁLOGO OBLIGATORIO EN LA UCI
Los episodios de violencia motivan la reaparición del movimiento '¿Hablamos? ¿Parlem?'
arancha ríos. Público
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Sobre todo es urgente que ellos hablen, -sí, ellos, los que cobran por no escuchar y hacer lo que sus siglas les mandan usándonos como felpudo y fondos paganinis- ; debe ser así, cuanto antes, sin signos de interrogación atenuantes, ya mismo, con urgencia inapelable, como en los hospitales cuando se trata de salvar vidas en peligro inminente, como está ahora mismo la democracia española, o sea, catalana, navarra, aragonesa, extremeña, andaluza, valenciana, castellana, leonesa, gallega, vasca, asturiana, cántabra, murciana, riojana, mallorquina y canaria. Esa plurinacionalidad irrevocable unida en el cansancio y el hartazgo, espera con paciencia de santa, desde el siglo XV, que las castas nos dejen convivir en la paz fraternal de una verdadera Res Publica ya sin imperios devoradores. Sin guiñoles entronizados. Sin mentiras paliativas que solo posponen y enredan infinitamente en el tiempo, el cambio que la propia historia está reclamando a gritos, en la realidad política y social. Hasta la religión cristiana en sus orígenes, era pueblo, estaba con el pueblo en el que descubre a lso bienaventurados: eklesía significa asamblea, democracia e igualdad entre hermanos, donde los últimos son los primeros y no los que más poder acumulan para aplastar mejor al resto. Donde el único poder legítimo es el servicio igualitario y fraterno del apoyo mutuo. Los gestores políticos se eligen para eso,para organizar ese fluído social imprescindible, no para forrarse. Ni para hacer carrera. Ni para hinchar sus egopatías. Ni para abusar de privilegios que se adjudican por el morro.
Hay que hablar, hermanas y hermanos, ara i sempre devem parlar, germans i germanes. Familia del cor intel.ligent i dell' anima conscient. Familia inevitable, enormemente válida y lúcida cuando se lo propone y no permite que el miedo ni los dogmas le coloquen su venda engañosa en los ojos de la Consciencia,que puede y debe reescribir nuestra Historia, en común, sin más remedio.
El mundo se está convirtiendo en un patio vecinal, gracias a la tecnología informática. Ahora centrémonos en el bloque de pisos español. Imaginemos una comunidad de vecinos que contrata los servicios de una empresa administradora de fincas, y que esa empresa, a su vez, contrata otras empresas que se encargan del mantenimiento, la limpieza, la reparación y el funcionamiento, para que la comunidad esté perfectamente atendida pagando una mensualidad por esos servicios. O sea, la empresa administradora es el estado que hipotéticamente, se supone que hemos elegido, pero que en realidad en el caso español, nos han impuesto los herederos de una dictadura reconvertidos en demócratas, como si todo un proceso de evolución y de pedagogía que lleva siglos de atasco se pudiese acelerar ad hoc y como si la Transición hubiese sido un milagroso viaje a Lourdes, vamos. Se concedieron libertades hasta el desmadre total sobre todo en poder decir cualquier cosa, como en el exhibicionismo sexual por los kioscos, las pelis, el teatro y la expresión irreverente en todo. Lo calcularon muy bien para que la peña se hiciese ilusiones de cambio radical pero civilizado, eso sí. Estaban tan concentrados en desmadrarse que no les quedaba tiempo para ver el panorama completo: una monarquía restaurada que permitía todos los excesos de los instintos y mientras seguía con la misma onda ética y social del franquismo. Los capitostes millonarios seguían al frente del cotarro, esta vez disfrazados de tolerancia, sentido y sensibilidad, muy bien maquillados, con sus peluqines y sus brillantinas. El atrezzo había cambiado, pero los actores no. Eran los mismos perros con collares posmodernos.
Las empresas subrogadas del estado se dieron en llamar partidos políticos, eran las que en teoría se deben encargar de la infraestructura, del funcionamiento y de mantener el habitat social en un estado sano, digno, justo y respetable. Pero como Spain is different, aquí las cosas fueron por otros derroteros, y las empresas que cada cuatro años se eligen en las urnas como gestoras de la Comunidad vecinal ibérica, se vieron favorecidas con el nacimiento de una nueva infraestructura a estrenar: la clase política elegida en las urnas y no solo a dedo generalísimo-religioso-bancario, como había sido durante toda la historia anterior. Un estatus que se ha ido convirtiendo en una profesión, en la que cuando se ingresa, si se quiere, es para siempre. De modo que contamos con diputados y senadores cuya profesión en toda su vida solo ha sido esa: la politicancia. Ingresaron en ella recién salidos del cascarón de la universidad o del enchufe, y ahí se han jubilado. Silloncito, escañito y toguita enchufada, sí, porque al menos silloncito y escañito se eligen en las urnas, pero la toguita la elige la providencia, de la empresa siglística más votada, claro.
En principio ese cambio de formas y de reflejos para no perder el chollo, se disfrazó con un hábil y atractivo maquillaje de "libertad sin ira", o sea, que se podía decir cualquier cosa en la calle o en los medios, sin que fueses a la comisaría y a la cárcel por delito de sedición mental y vocal. Derivó en una verdadera plaga de exhibicionismo en las pelis casposas, en la tele, en los kioscos, sobre todo una plaga de actrices conocidas en bolas. Los actores no tenían importancia, porque los consumidores eran hombres, lógico, en un país donde la mujer atractiva e insumisa era una puta, la sensata era rancia y demasiado listilla para ser camelable y la fácilmente seducible, tonta de remate cómoda de soportar, y como era lo habitual los hombres cameladores agresivos y sin escrúpulos eran simpáticos y atractivos dondujanes, no unos machistas en manada como ahora. Con tal panorama, era lo más natural que los caciques y prebostes de toda la vida, herederos del franquismo, estuviesen al mando de la organización del camuflaje. El pueblo estaba tan absorto y abducido por tantas libertades en avalancha y derroche de los instintos que no le quedaba tiempo ni ocasión para darse cuenta del marronaco que supondría el momento en que la euforia patria se pinchara como un globo en cuanto las condiciones económicas y la más que asegurada crisis del desenfreno consumista planetario, dijese la suya. Como empezó a pasar en 2008 y sigue viento en popa confirmando las peores previsiones de los que entonces llamaban cenizos, como los Verdes alemanes que abanderaba una mujer: Petra Kelly. Un movimiento que en España solo se reducía a los programas de Félix Rodriguez de la Fuente, al que todo el mundo miraba con benevolencia y admiración hacia un fenómeno raro, curioso, pero nada más, sin la menor interpelación acerca de nuestra cultura primaria y sin gota de empatía con la madre Naturaleza. Y como pasa siempre en este país, cuando se le declaró la admiración general fue tras su trágica desaparición en plena faena de naturalista en rodaje.
Año tras año, la política fue adquiriendo solera, no como compromiso social serio, sino como profesión para toda la vida. Como oficio único. Y los partidos, funcionando como verdaderas agencias de colocaciones supercompetentes , en las que se podía tener la certeza de que no fallarían jamás a la hora de asegurar cuatrienios de empleo fijo estupendamente remunerado, que permitiría comprarse un casoplón en cualquier urbanización de luxe y vivir como un pachá o una pachasa. Mientras la empresa abastecía/abastece a la empresa estatal de servicios sectoriales ideológicos, clasificados por siglas, según la inclinación de cada entidad siglera. Como es natural, el funcionamiento y los gastos de rigor los paga la Comunidad de Vecinos. Es decir, los impuestos, las tasas del arruining progresivo.
Lo más duro de asumir es que se pague lo que se pague, los servicios de las empresas, en España especialmente -lo dicen los informes de la UE- son de pésima calidad, tanto que se diría directamente que no hay calidad. Aquí solo se mide la cantidad, es un valor patriótico. La frase más repetida y frecuente es "Pero, ¿de cuánto estamos hablando?", nada de "qué", ni de "ćomo", ni de "para qué", ni de "para quién".
Es evidente que este resultado sea "lo normal" cuando solo se cambia la pintura de las paredes y la decoración de los espacios, pero los fundamentos del edificio y su estructura medieval no se han tocado nunca, ni siquiera los bombardeos de las guerras han podido con tanta solidez idiopática. España no comprende que si se mantienen en pie las catedrales e iglesias románicas y góticas, no pueda prevalecer igualmente intacta la esencia de la política, los rituales taurinos, la prevalencia y autoridad del cacique intocable, el derecho consuetudinario del disparate, por encima de cualquier otro. Aquí la solera no la da la calidad sino el tiempo que se lleva al mando de cualquier enjuague. Le llaman "estabilidad" y su paradigma es la dictadura franquista. No se valora la calidad moral, política ni económica ni social de aquellas tristísimas y negras cuatro décadas, sino los "cojones" -menos mal que solo disponía de uno solo- de un caudillo que hizo lo que le dio la gana con una nación de la que para gobernar tuvo que eliminar y dejar en las últimas, en la cárcel y en el exilio, o asesinada por las cunetas, a la mitad de la población. Aunque los tiempos y sus avatares demuestren su ineficacia e incluso el peligro de sus fijaciones para la gobernabilidad del estado, eso a la Gran España legendaria le importa un bledo; es incapaz de relacionarlo con su desgraciado curriculum, que seguramente solo es cosa de un mal de ojo de tanto republicano descontento. De tanto chinche que se dedica a buscar tres pies al gato, criticando a la justicia, que no se puede discutir porque es como Dios, perfecta e infalible y la base de toda "estabilidad". Si hay presos políticos es porque ellos mismos se lo han buscado, si se hubiesen estado quietecitos y calladitos, ahora no habría problema ninguno. Pero claro, les encanta hacerse notar con ideas tontas, como que la gente vote y diga que no le mola este estado español y quiere otra cosa mejor, como si eso fuera posible... Qué manía la de estar pensando siempre, si ya está todo pensado y bien pensado, por nuestros preclaros maestros invictos y únicos en su especie. Pero claro, el que la hace la paga, ha dicho Micer Casado, el prudente, el mago de Coz, que ha llegado a la cumbre política con un master invisible y una carrera de derecho virtual. Menudo nivel, a ver quién lo iguala.
Así que nuestra apaleada y confusa Comunidad de Vecinos está ahora mismo en un momento crucial. Pero aprovechemos el punto de claridad, más que nunca se pueden atar cabos y comprender que estos efectos tienen causas de mucha más profundidad y enjundia que el independentismo catalán, que digan lo que digan, es minoritario, y un resultado de la jugarreta rajoyana de 2010 con el Estatut, es importante no confundirlo con el justo cabreo por la sentencia, que en ese asunto la mayoría de españoles normales, está con Catalunya, el sentido común, la ética y la verdadera Justicia. El Gobierno democrático y pretendidamente socialista, debería ser el primero en comprenderlo y hacer un recurso a la sentencia del Supremo, si es que de verdad piensa que representa los 123 escaños que le hemos concedido en la firma del contrato de las urnas. A los empleados que no cumplen lo convenido en las empresas se les despide. Mal conoce el Psoe y mal puede servir como gobierno a los votantes si no es capaz de comprenderles. Y si está convencido de que las leyes valen por el solo echo de ser palabras dictaminadas por togas sin fuste al servicio del poder. Ser legal no significa nada si no hay licitud moral ni legitimidad humanizada en los decretos, por muy rimbombantes que sean.
El mundo se está convirtiendo en un patio vecinal, gracias a la tecnología informática. Ahora centrémonos en el bloque de pisos español. Imaginemos una comunidad de vecinos que contrata los servicios de una empresa administradora de fincas, y que esa empresa, a su vez, contrata otras empresas que se encargan del mantenimiento, la limpieza, la reparación y el funcionamiento, para que la comunidad esté perfectamente atendida pagando una mensualidad por esos servicios. O sea, la empresa administradora es el estado que hipotéticamente, se supone que hemos elegido, pero que en realidad en el caso español, nos han impuesto los herederos de una dictadura reconvertidos en demócratas, como si todo un proceso de evolución y de pedagogía que lleva siglos de atasco se pudiese acelerar ad hoc y como si la Transición hubiese sido un milagroso viaje a Lourdes, vamos. Se concedieron libertades hasta el desmadre total sobre todo en poder decir cualquier cosa, como en el exhibicionismo sexual por los kioscos, las pelis, el teatro y la expresión irreverente en todo. Lo calcularon muy bien para que la peña se hiciese ilusiones de cambio radical pero civilizado, eso sí. Estaban tan concentrados en desmadrarse que no les quedaba tiempo para ver el panorama completo: una monarquía restaurada que permitía todos los excesos de los instintos y mientras seguía con la misma onda ética y social del franquismo. Los capitostes millonarios seguían al frente del cotarro, esta vez disfrazados de tolerancia, sentido y sensibilidad, muy bien maquillados, con sus peluqines y sus brillantinas. El atrezzo había cambiado, pero los actores no. Eran los mismos perros con collares posmodernos.
Las empresas subrogadas del estado se dieron en llamar partidos políticos, eran las que en teoría se deben encargar de la infraestructura, del funcionamiento y de mantener el habitat social en un estado sano, digno, justo y respetable. Pero como Spain is different, aquí las cosas fueron por otros derroteros, y las empresas que cada cuatro años se eligen en las urnas como gestoras de la Comunidad vecinal ibérica, se vieron favorecidas con el nacimiento de una nueva infraestructura a estrenar: la clase política elegida en las urnas y no solo a dedo generalísimo-religioso-bancario, como había sido durante toda la historia anterior. Un estatus que se ha ido convirtiendo en una profesión, en la que cuando se ingresa, si se quiere, es para siempre. De modo que contamos con diputados y senadores cuya profesión en toda su vida solo ha sido esa: la politicancia. Ingresaron en ella recién salidos del cascarón de la universidad o del enchufe, y ahí se han jubilado. Silloncito, escañito y toguita enchufada, sí, porque al menos silloncito y escañito se eligen en las urnas, pero la toguita la elige la providencia, de la empresa siglística más votada, claro.
En principio ese cambio de formas y de reflejos para no perder el chollo, se disfrazó con un hábil y atractivo maquillaje de "libertad sin ira", o sea, que se podía decir cualquier cosa en la calle o en los medios, sin que fueses a la comisaría y a la cárcel por delito de sedición mental y vocal. Derivó en una verdadera plaga de exhibicionismo en las pelis casposas, en la tele, en los kioscos, sobre todo una plaga de actrices conocidas en bolas. Los actores no tenían importancia, porque los consumidores eran hombres, lógico, en un país donde la mujer atractiva e insumisa era una puta, la sensata era rancia y demasiado listilla para ser camelable y la fácilmente seducible, tonta de remate cómoda de soportar, y como era lo habitual los hombres cameladores agresivos y sin escrúpulos eran simpáticos y atractivos dondujanes, no unos machistas en manada como ahora. Con tal panorama, era lo más natural que los caciques y prebostes de toda la vida, herederos del franquismo, estuviesen al mando de la organización del camuflaje. El pueblo estaba tan absorto y abducido por tantas libertades en avalancha y derroche de los instintos que no le quedaba tiempo ni ocasión para darse cuenta del marronaco que supondría el momento en que la euforia patria se pinchara como un globo en cuanto las condiciones económicas y la más que asegurada crisis del desenfreno consumista planetario, dijese la suya. Como empezó a pasar en 2008 y sigue viento en popa confirmando las peores previsiones de los que entonces llamaban cenizos, como los Verdes alemanes que abanderaba una mujer: Petra Kelly. Un movimiento que en España solo se reducía a los programas de Félix Rodriguez de la Fuente, al que todo el mundo miraba con benevolencia y admiración hacia un fenómeno raro, curioso, pero nada más, sin la menor interpelación acerca de nuestra cultura primaria y sin gota de empatía con la madre Naturaleza. Y como pasa siempre en este país, cuando se le declaró la admiración general fue tras su trágica desaparición en plena faena de naturalista en rodaje.
Año tras año, la política fue adquiriendo solera, no como compromiso social serio, sino como profesión para toda la vida. Como oficio único. Y los partidos, funcionando como verdaderas agencias de colocaciones supercompetentes , en las que se podía tener la certeza de que no fallarían jamás a la hora de asegurar cuatrienios de empleo fijo estupendamente remunerado, que permitiría comprarse un casoplón en cualquier urbanización de luxe y vivir como un pachá o una pachasa. Mientras la empresa abastecía/abastece a la empresa estatal de servicios sectoriales ideológicos, clasificados por siglas, según la inclinación de cada entidad siglera. Como es natural, el funcionamiento y los gastos de rigor los paga la Comunidad de Vecinos. Es decir, los impuestos, las tasas del arruining progresivo.
Lo más duro de asumir es que se pague lo que se pague, los servicios de las empresas, en España especialmente -lo dicen los informes de la UE- son de pésima calidad, tanto que se diría directamente que no hay calidad. Aquí solo se mide la cantidad, es un valor patriótico. La frase más repetida y frecuente es "Pero, ¿de cuánto estamos hablando?", nada de "qué", ni de "ćomo", ni de "para qué", ni de "para quién".
Es evidente que este resultado sea "lo normal" cuando solo se cambia la pintura de las paredes y la decoración de los espacios, pero los fundamentos del edificio y su estructura medieval no se han tocado nunca, ni siquiera los bombardeos de las guerras han podido con tanta solidez idiopática. España no comprende que si se mantienen en pie las catedrales e iglesias románicas y góticas, no pueda prevalecer igualmente intacta la esencia de la política, los rituales taurinos, la prevalencia y autoridad del cacique intocable, el derecho consuetudinario del disparate, por encima de cualquier otro. Aquí la solera no la da la calidad sino el tiempo que se lleva al mando de cualquier enjuague. Le llaman "estabilidad" y su paradigma es la dictadura franquista. No se valora la calidad moral, política ni económica ni social de aquellas tristísimas y negras cuatro décadas, sino los "cojones" -menos mal que solo disponía de uno solo- de un caudillo que hizo lo que le dio la gana con una nación de la que para gobernar tuvo que eliminar y dejar en las últimas, en la cárcel y en el exilio, o asesinada por las cunetas, a la mitad de la población. Aunque los tiempos y sus avatares demuestren su ineficacia e incluso el peligro de sus fijaciones para la gobernabilidad del estado, eso a la Gran España legendaria le importa un bledo; es incapaz de relacionarlo con su desgraciado curriculum, que seguramente solo es cosa de un mal de ojo de tanto republicano descontento. De tanto chinche que se dedica a buscar tres pies al gato, criticando a la justicia, que no se puede discutir porque es como Dios, perfecta e infalible y la base de toda "estabilidad". Si hay presos políticos es porque ellos mismos se lo han buscado, si se hubiesen estado quietecitos y calladitos, ahora no habría problema ninguno. Pero claro, les encanta hacerse notar con ideas tontas, como que la gente vote y diga que no le mola este estado español y quiere otra cosa mejor, como si eso fuera posible... Qué manía la de estar pensando siempre, si ya está todo pensado y bien pensado, por nuestros preclaros maestros invictos y únicos en su especie. Pero claro, el que la hace la paga, ha dicho Micer Casado, el prudente, el mago de Coz, que ha llegado a la cumbre política con un master invisible y una carrera de derecho virtual. Menudo nivel, a ver quién lo iguala.
Así que nuestra apaleada y confusa Comunidad de Vecinos está ahora mismo en un momento crucial. Pero aprovechemos el punto de claridad, más que nunca se pueden atar cabos y comprender que estos efectos tienen causas de mucha más profundidad y enjundia que el independentismo catalán, que digan lo que digan, es minoritario, y un resultado de la jugarreta rajoyana de 2010 con el Estatut, es importante no confundirlo con el justo cabreo por la sentencia, que en ese asunto la mayoría de españoles normales, está con Catalunya, el sentido común, la ética y la verdadera Justicia. El Gobierno democrático y pretendidamente socialista, debería ser el primero en comprenderlo y hacer un recurso a la sentencia del Supremo, si es que de verdad piensa que representa los 123 escaños que le hemos concedido en la firma del contrato de las urnas. A los empleados que no cumplen lo convenido en las empresas se les despide. Mal conoce el Psoe y mal puede servir como gobierno a los votantes si no es capaz de comprenderles. Y si está convencido de que las leyes valen por el solo echo de ser palabras dictaminadas por togas sin fuste al servicio del poder. Ser legal no significa nada si no hay licitud moral ni legitimidad humanizada en los decretos, por muy rimbombantes que sean.
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