viernes, 8 de enero de 2016

El enorme coste del olvido histórico

07 ene 2016
Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra

Una de las grandes victorias de las fuerzas conservadoras, que dominaron la dictadura y la transición, fue la de mantener la versión falsa y tergiversada de la historia reciente de este país, impidiendo y dificultando la recuperación de la historia real del pasado que hubiera facilitado la comprensión del presente. Este deliberado olvido y ocultación ha empoderado enormemente  tales fuerzas conservadoras y  sus herederas, pues la versión dominante de este pasado, promovida en los mayores medios de difusión y persuasión del país, desde las Reales Academias a los grandes medios televisivos y a los mayores rotativos del país, ignora hechos fundamentales de nuestro pasado.  De conocerse,  éstos debilitarían enormemente  tales fuerzas conservadoras, mostrando la falsedad y nula credibilidad de sus argumentos y su enorme responsabilidad en el daño que sus antecesores causaron a este país, condenándolo a un gran retraso económico, social, político y cultural, del que España todavía no ha salido. Hay múltiples ejemplos de ello.
La falsedad de los argumentos utilizados contra los supuestos “separatistas”
Uno de los más marcados es el de sostener que el golpe militar de 1936 tenía como objetivo salvar “la unidad de España” frente a los separatistas que querían dividirla. De ahí surge gran parte del mito de que Cataluña siempre haya querido independizarse de España (confundiendo su deseo de reconocimiento y de defensa de su identidad  con una voluntad separatista), mito que también han reproducido las voces derechistas dentro del PSOE a partir de su renuncia al compromiso con la plurinacionalidad de España que había tenido durante la clandestinidad. La historia real, ocultada por tales voces, es que lo que los mal llamados “separatistas” (como el Presidente Companys y su gobierno de la Generalitat de Cataluña) querían no era la desunión, sino la redefinición de España, deseando el establecimiento de un Estado plurinacional que conllevara otra visión del país, más sensible a la diversidad existente en ella.
Algunas voces de izquierda que se han opuesto a tal redefinición han estado asumiendo erróneamente que el reconocimiento de la diversidad llevaría a la desigualdad. De ahí su apoyo al Estado central uninacional con el fin de garantizar la igualdad. El mejor indicador de la escasa (por no decir nula) credibilidad de este argumento es que España ha sido durante muchas décadas uno de los países más desiguales de Europa, habiendo sido a la vez uno de los países más centralizados, situación que continúa dándose en las políticas fiscales del Estado español. Suecia, por el contrario, uno de los países con menos desigualdades, tiene una de las políticas fiscales más descentralizadas que existen en este continente. En realidad, una de las causas de las grandes desigualdades en España es precisamente la captación del Estado central por parte de las élites económicas y financieras que dominan o ejercen una enorme influencia en la vida económica, mediática y política del país.
La falsa equidistancia en las responsabilidades de lo ocurrido en España durante la Guerra Civil y durante la Dictadura que se impuso
Otro ejemplo del coste elevadísimo de olvidar la historia es la resistencia a eliminar todos los símbolos de la dictadura en las calles y en la vida pública de España, argumentando que hay una incoherencia entre querer suprimir a los personajes de la Dictadura y a la vez mantener, o incluso promover, a personajes –como Santiago Carrillo o la Pasionaria, dirigentes del Partido Comunista- que son equiparados a los líderes de las fuerzas políticas que realizaron y apoyaron el golpe militar, formando más tarde parte de la dictadura. Se asume así una equidistancia en cuanto a la asunción de  responsabilidades, justificada en la necesidad de tener una visión equilibrada de nuestra historia,  mirando no solo a un lado, sino también al otro. Esta visión es hoy la más extendida en los medios de influencia y persuasión y es la que se presenta también, con mayor intensidad, para apoyar la postura de que es mejor “no mirar al pasado”, pues todos cometieron barbaridades.
Esta supuesta neutralidad es, sin embargo, profundamente injusta y antidemocrática, además de ser sesgada, pues se pone en la misma categoría a los que destruyeron la democracia (los que establecieron y colaboraron con la dictadura) y a los que la defendieron. El Partido Comunista defendió la República y más tarde se distinguió en la lucha contra la Dictadura, liderando la resistencia frente a ella. Que el Partido Comunista cometiera errores y realizara prácticas denunciables (muchísimo menores que las realizadas por el Ejército español y por la Falange) durante el periodo de la Guerra Civil no niega la labor importante que realizó en defensa de la República y en contra de la Dictadura. Poner a la Pasionaria y a Carrillo en la misma categoría que al General Millán-Astray me parece de una aberración antidemocrática extrema, que solo se puede entender en un país con una escasísima cultura democrática, en donde todavía hay un enorme monumento al Dictador que ha sido responsable del mayor número de asesinatos de españoles y de demócratas (como porcentaje de la población) que haya existido en Europa. Según el Profesor Malefakis, de la Universidad de Columbia, Nueva York, experto en fascismo europeo, por cada asesinato político que cometió el régimen fascista liderado por Benito Mussolini, el régimen liderado por el General Franco cometió 10.000. ¿Cómo puede España definirse como un país demócrata, cuando tiene un monumento a tal asesino y el Estado supuestamente democrático (que no significó una ruptura, sino una adaptación) no haya hecho nada? ¿Se imagina un monumento a Hitler en Alemania o a Mussolini en Italia? Esta situación debiera ofender a toda persona con sensibilidad democrática, sensibilidad que, a la luz de los hechos, parece muy poco desarrollada en los establishments político-mediáticos de España. Así de claro.

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La diferencia entre el antifascismo de Alemania y de Italia y la adhesión incondicional al sistema del fascismo español, tiene una explicación clarísima: Hitler y Mussolini fueron derrotados y Franco ganó una guerra que él mismo, aconsejado y apoyado en todos los sentidos por la oligocracia económica, la banca y el clero, diseñó para erradicar cualquier tentación de cambio en la estructura social española y retrógrada del siglo XIX y primeras décadas del XX. Alemania trae una tradición histórica de revisión, que ya acarreó la reforma de conciencia con el protestantismo nada menos que en el siglo XVI, justo, cuando en España triunfaba la contrarreforma y el Santo Oficio y la Inquisición... en Italia hubo una profunda  y revolución con Garibaldi y grandes políticos y legisladores hace ya más de 150 años. En ambos países había ya una experiencia previa de desarrollo del despertar democrático que habían triunfado y conseguido importantes reformas, en España jamás ha sucedido algo así. España tiene el miedo metido en el cuerpo y todo lo que le suena a cambio lo interpreta como sangrienta "revolución" bolchevique o como perroflautismo de desesperados e irresponsables. La cosa no ha pasado de ahí, porque el verdugo, al acabar la guerra civil cuando le vino en gana y una vez arrasado el país sin dejar títere con cabeza, trajo "la paz". O sea, que el verdugo se convirtió en un ángel salvador. Le dio la vuelta a la tortilla y todo siguió como siempre. Esa imagen de "paz social" al precio de sangre, sudor y lágrimas, luto y cunetas, olvido y oprobio, buenos y malos, quedó tan impresa en el inconsciente colectivo de estos pueblos hispánicos, que ejerció de caballo de Atila contra cualquier intento de cambio por muy discreto que fuese. 
Tan horrible es la herencia sufrida e impuesta que a penas se distingue de la normalidad,  hasta se ha hecho parte de un sentir y de un pensar que no deja levantar cabeza a la democracia y hasta en situaciones como la actual, propicias para el cambio, el borrón y la cuenta nueva, vemos que los viejo y vergonzosos presupuestos ¿¡morales!? de la política de hace un siglo, siguen intactos, que sólo triunfan los partidos que manipulan con el miedo. los insultos y con la hegemonía "absolutamente necesaria", para ellos y sus manejos, obviamente, volviendo a la rivalidad, a la vieja división entre los nuestros y los 'otros', los distintos, los raros, los bordes,  sin que importe un rábano el bien común. Hasta el punto de que Pedro Sánchez ha tenido que ir a Portugal para que le expliquen como se hace democracia de base y se unifica la Izquierda cuando se trata de buscar la salida a tiempos tan difíciles. Al menos él ha tenido la humildad de reconocer sus baches políticos y eso, no sólo no le desdora, le honra. Se agradece que entre tanto mequetrefe "hidalgo del Lazarillo fashion político" haya alguno con inteligencia suficiente como para no ir de 'ilusionante y seductor ' mesías todo poderoso.

Esta situación, en cualquier país medianamente civilizado, despierto, y con cierto sentido del decoro social y político, habría hecho crisis social, política e institucional con el 23F, con la corrupción a saco de Felipe González, con el GAL, con la entrada en la OTAN para obtener "parte del pastel" de cada genocidio bélico, con la entrada de penalty en el MCE, ahora UE, que nos marcó el declive de nuestras infraestructuras industriales, ganaderas, agrícolas, textiles, metalúrgicas, de astilleros, y  con la corrupción burbujera de Aznar y sus ínfulas de caudillo salvador de Occidente al estilo Perejil, con la reforma constitucional y miedica y pérdida de soberanía con  Zapatero, para derivar  en  este penoso y agónico imperio del desguace rajoyano, pero no. Ni chufa. Toda la casta aguantando el tipo, sólo el PCE convertido en IU se atrevía prudentemente a sacar los colores al régimen, que los medios siempre a las órdenes del neoliberalismo más descarado, trataban de poner en ridículo comentando la "iluminación" del "califa" Anguita cuando en su programa trataba de avisar y prevenir lo que ahora está pasando.
  
Sólo la ciudadanía harta de ser estafada y explotada, pasando las de Caín mientras los políticos discuten y toman birras a precio de Congreso, ha sido capaz de salir a la calle, convulsa por lo que sufre y por lo que ve sufrir. Sólo la ciudadanía. Ella solita. Luego, y enseguida, se sumó IU al movimiento. Y al cabo de cuatro años llega Complutemos aprovechando el rebufo ciudadano como agua de mayo. Y C's y la banca, que al ver el éxito de los podemitas se inventan algo parecido pero mucho más moderado para no asustar y que la derecha no se vaya por el desagüe  por segunda  vez en la historia, tras ochenta años de retraso. 

El pp en su trinchera a la defensiva del pastón, ya tenía demasiado de que ocuparse para mirar a las personas y el Psoe seguía en su línea aséptica de corazón republicano e intereses monárquicos compartidísimos con su eterno rival, pero menos: el pp.
Ahora todo se ha revuelto, pero será muy difícil que una base social tan castigada y consumida por las mentiras oficiales, tan reprimida y con tanto miedo en la cuenta corriente de su historia cruel, tan escéptica para las reformas y tan resignada al desastre político y social como forma de vida institucional normalísima, que no ve la relación entre causa y efecto, haga algo serio por superar la labor de erosión de los medios en compraventa, que son títeres de los intereses financieros y económicos mucho más que políticos y más por costumbre  resignada y cómoda que por verdadera convicción.  Si al menos hubiera convicción de algo más que no sea el miedo a los cambios.

Por eso estamos como estamos: escondiendo la basura bajo las alfombras de los palacios, de  los altares de las iglesias y de los felpudos de los bancos, de las grandes superficies comerciales, laboratorios de guerra y muerte y empresas globalizadoras de la miseria ajena, que les enriquece. En pleno uso y abuso de la chomskyana "fabricación del consentimiento" para fagocitar cualquier atisbo de liberación. Ya vemos que hasta las nuevas hornadas neopolíticas vienen con la marca de la casa o sea el hierro de la ganadería, impresa en los genes.
Habrá que hacer una prospección más profunda en el alma española y catalana...profesor Navarro, que aquí todo el personal está afectado por los mismos efluvios, excepto, seguramente, los que como usted emigraron de jóvenes a tiempo de reeducarse la apolillada sensibilidad, los miasmas podridos y  sacudirse el muerto hereditario de los temores, los rencores y el nihilismo.
Mentrestant, Dèu n'hi do.

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