
El presidente de FCC Construcción, entre los detenidos por fraude de Acuamed
EFE.
Otra vez los coches de la Guardia Civil a las
puertas de la sede de una empresa pública, otra vez las confusas
explicaciones o el “yo no sabía nada” del ministro o consejero de turno,
otra vez la larga lista de grandes empresas que nos defraudan dos
veces: la primera pagando menos impuestos de cuantos debieran o
directamente evadiéndolos y la segunda asaltando con voracidad el cofre
de la Hacienda pública.
Piratas de lo público en una
empresa que gestionaba el agua. Casi parece una metáfora poética. No
sabemos aún cuántas veces necesitamos contemplar imágenes similares y
escuchar informaciones parecidas en los medios de comunicación para
aceptar que se privatiza sobre todo para institucionalizar la
corrupción. Es un hecho, no una opinión. Y no es el único, hay más.
No existe evidencia alguna que permita sostener que la
gestión privada mejora la gestión pública. Solo disponemos de evidencias
parciales y sectoriales. Depende de qué, cuándo y cómo. Si no me creen
ahí está, por ejemplo, el Informe del Tribunal de Cuentas sobre gestión
municipal en España (2011) demostrando, no solo que la gestión privada
no sale más barata que la pública en los ayuntamientos, sino que la
gestión pública mejora la calidad y el precio de servicios básicos como
aguas o limpieza.
Cuántas veces necesitamos contemplar imágenes similares y escuchar informaciones parecidas para aceptar que se privatiza sobre todo para institucionalizar la corrupción
Más evidencias: la mayor parte de las supuestas mejoras
económicas y rebajas de costes logradas con los procesos de
privatización y externalización provienen fundamentalmente de dos
grandes fuentes: rebajar los salarios de los trabajadores y devaluar la
calidad del servicio o el producto. Paradójicamente, muchos de los
mismos burócratas que las privatizaron continúan al mando, aunque ahora
como supuestos grandes gestores excelentemente bien pagados, desde Cesar
Alierta en Telefónica a Francisco González en Argentaria, ahora BBVA.
Más evidencias. Tras el hundimiento de la obra pública por causa de la
crisis, todos los casos de corrupción que hemos ido conociendo
últimamente, desde la Púnica a Acuamed, responden siempre al mismo
patrón. Es corrupción en serie: privatización y externalización de
servicios públicos a través de empresas creadas para eludir los
controles de la vieja administración pública en nombre de la eficacia y
la eficiencia.
Se privatiza y externaliza para inflar
los contratos y llevarse las comisiones a casa con mayor comodidad, sin
tener que usar esas incomodas bolsas de basura. Se privatiza y
externaliza para colocar más fácilmente a los amigos y a los afines al
partido evitando engorrosas oposiciones y concursos públicos. Se
privatiza y externaliza para financiar el partido y las campañas de
reelección ahorrándose la competencia pública y convirtiendo en norma la
adjudicación a dedo. Le llaman eficiencia, pero en realidad quieren
decir corrupción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario