miércoles, 13 de enero de 2016

Ya veremos el cambio, que no siempre es a mejor...

 

 

Miembros de Podemos: “Prometo acatar la Constitución y cambiarla”

Los senadores del partido de Pablo Iglesias y sus plataformas provocan protestas en la Cámara alta por sus reivindicaciones.

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Fantástico! Por primera vez el Parlamento llega a su meta: se quita el disfraz y nos muestra su verdadero rostro oculto. El circense. Nos habíamos  acostumbrado a no distinguir la seriedad circunspecta de los patres conscripti de su impresionante vis cómica camuflada de lagarterana. Hoy, podemos asegurar que Podemos, válganos el redundar, ha logrado el cambio. Ya está. Ahora que se siente, que espere el turno de palabra entre pañales y chupetes bescansinos y deje que los grupos se acoplen y se pueda empezar a legislar, si es que  la hora de la papilla no coincide con la de la tercera toma de leche materna de la criatura. 
A todo esto, en ese concepto tan fresco y espontáneo de la democracia participativa, ¿alguien ha pensado en consultar al pobre niño cómo puede soportar estar encorsetado en un escaño, en un hemiciclo tan angustioso, aburrido y sin aire libre a mano, mientras el aparato podemita le hace de baby sitter? 
Cuando yo criaba a mis hijos me parecía normal ser yo, la adulta, la que había tomado la determinación de ser madre y de parir, quien se adaptase a las necesidades de cada ser llegado al mundo para estrenarlo y dejaba de un lado todo por importante que fuese, lo que impedía ese ejercicio de entrega a la mejor causa del momento, porque además el cuidado de un ser humano en sus primeros tiempos por este mundo es fundamental para su equilibrio futuro y su salud física, emocional y mental. Pero eran otros tiempos, claro, donde lo que importaba era distinto de lo de ahora. Hoy los niños ya no son niños, son otra cosa que funciona como por pilas estirables; son más bien objetos de consumo a los que vestir de adultos enanos, minions, clics, o emoticonos que llegan para hacer posible que los padres y madres se exhiban con ellos orgullosos de poder demostrar su normalidad animal asociativa y reproductora, y así les llenen de compras y artilugios maravillosos y les aparquen entre el Iphon y el Ipad, y que se apañen, que la tecnología es la mejor nodriza del mundo mundial. 

A Podemos le gusta ser el centro de atención y dar la nota intentando hacer lo que nadie ha hecho, decir lo que nadie ha dicho y montar pollos y confusiones como nadie acostumbra a hacerlo. Es legítimo mientras todo se quede entre adultos. Pero utilizar como espectáculo la indefensión de un niño para exhibirse como abanderados de lo nunca visto, ya es pasarse cincuenta pueblos. La sensatez y el amor maternal y paternal nos inclinan al respeto por  los más débiles y dependientes, los que necesitan más atención y delicadeza que exhibiciones manipuladas y jamás deberían ser juguetes del capricho o de los intereses de sus progenitores.

Por otra parte hay que pensar si romper moldes profesionales vale la pena a costa de fastidiar la atención a los hijos más pequeños y cómo piensa Bescansa hacer frente a sus intervenciones y trabajos legislativos con el pobre chiquillo reclamando su atención. ¿Dejará de subir al estrado o de participar en la tarea legislativa para atenderle o lo dejará por ahí al cuidado del primero que pase mientras ella se ocupa de arreglar el país?  Los permisos de maternidad están para algo o ¿es que lo que busca Bescansa es hacer una reivindicación puntual para que se alarguen hasta más de un año? Si es así , es muy cruel que use a su hijo para tal menester. Hay otros modos más éticos y menos sádicos de hacerlo.

Cuando no se distingue una mano de otra es lo que hay. Y encima con  palmeros que van haciendo coros en los escaños del aparato. Tal vez sea un síndrome adolescente no superado de rebeldía exhibicionista. En cualquier caso bienvenidos sean a la realidad para que los ciudadanos comprueben en vivo y en directo el riesgo que tiene dejar que la chiquillería organice la casa o dejarles las llaves de la misma al vástago viejoven que aún no ha conseguido rematar el master en Proyecto Hombre. 


En cuanto a apoderarse de la voluntad de cambiar la Constitución, esperemos que los 'pablemos' tengan el detalle de consultar a los demás miembros del Parlamento y no se constituyan por su cuenta como la portavocía unívoca de todos los pueblos de Celtiberia, que estos frikis son capaces de todo como no les paremos los pies a tiempo.

Lo peor de este espectáculo hortera y zumbado es que  puede tener el efecto secundario de que el concepto de cambio en la sociedad quede desvirtuado por ese folclore y se considere que todo lo que viene de la base social está a la misma altura, con tan poco fuste y tan poca dignidad. Es el momento de que los movimientos de la izquierda y de la base ciudadana se desmarquen de este esperpento y tracen la verdadera línea roja que distingue el absurdo de la normalidad: la de la vergüenza ajena.

                                            Carolina Bescansa (Podemos) acude al Congreso acompañada de su bebé y le da de mamar en el hemiciclo

                                 A la atención de los servicios sociales

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