domingo, 24 de enero de 2016

Israel prohíbe la entrada a la monja y activista Teresa Forcades Las autoridades le advirtieron de que suponía "un peligro para la seguridad del país"










Israel denegó el pasado viernes la entrada en el país a la monja y activista Teresa Forcades, que viajó para impartir unas clases de teología. Funcionarios del aeropuerto de Tel Aviv le informaron de que su presencia representaba “un peligro para la seguridad del país”. Según explicó a Efe Teresa Forcades, promotora del movimiento social Procés Constituent —que se sitúa entre En Comú Podem y la CUP— funcionarios de inmigración y de seguridad del aeropuerto la interrogaron y registraron en la madrugada del sábado, y posteriormente hicieron los trámites de repatriación, sin que le explicaran los motivos por los que consideraban que representaba un peligro para Israel. Forcades considera, no obstante, que su repatriación obedece a que en julio del año pasado apoyó y participó brevemente en la flotilla internacional que iba a mostrar su solidaridad con Gaza, aunque tuvo que desembarcar por los fuertes mareos que padeció nada más salir del puerto de Creta. En este sentido, Forcades ha explicado que una funcionaria de seguridad la interrogó sobre los motivos para viajar a Israel, sus contactos en el país, su relación con Gaza y si había viajado anteriormente a territorio palestino.

En el mismo avión

Una vez concluidos el interrogatorio y los registros a ella y a la abadesa emérita del monasterio de Sant Benet de Monterrat, Montserrat Vinyes, que finalmente sí pudo entrar en Israel, Forcades fue conducida a un avión de las líneas aéreas turcas, en las que había viajado a Israel, con las que voló hasta Estambul, donde le fue devuelto el pasaporte y desde donde regresó a Barcelona el mismo sábado. Forcades explicó que el trato que recibió fue en general correcto y que sólo hubo algún momento de tensión cuando ella insistió en que tenía que reunirse con la abadesa emérita para darle unos papeles y asegurarse de que llegaría a su destino, la Abadía benedictina de la Dormición de Monte Sión, en Jerusalén, donde ambas tenían previsto asistir a un curso de teología. Lo único que no le fue devuelto a Teresa Forcades fue su maleta, ya que pitó al pasar por el arco de metales pese a estar en ese momento vacía, motivo por el que le fue confiscada para un registro más minucioso, tras el cual le aseguraron que le sería reenviada a su domicilio en España. 

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La histeria del "pueblo elegido" no tiene límites. El sionismo practicante es un atentado de lesa igualdad, libertad y fraternidad que convierte una tradición cultural en  secta política y en terrorismo oxímoron: religioso-ateo. Como le pasa al Islam mal entendido y al catolicismo imperial. Qué curioso resulta que las tres aberraciones con sus eternas cruzadas, desciendan del mismo libro fatalmente entendido como "mandato divino" y no como la historia de un pueblo tan sufridor como soberbio, intransigente y tan duro de corazón como de mollera. Creador de conflictos constantes y enemigo acérrimo de la comprensión. No es racismo contra "la raza judía", porque hay hebreas y hebreos  maravillosas, como también hay espléndidos y espléndidas musulmanes y cristianas, es la simple constatación de los estragos a que puede llegar el fanatismo del género humano en todos sus aspectos más horribles. 

En la Biblia hay de todo como en botica. Se mezcla lo más hermoso y elevado con lo más abyecto y despreciable, el Amor y la Belleza con la crueldad y la maldad más retorcidas. Es un libro antropológico y descriptivo de las posibilidades y las miserias humanas que utiliza la metáfora de un pueblo como arquetipo de la humanidad. No es un catecismo. Ni un concentrado de  dogmas fanáticos, sino la descripción de costumbres, historia y pensamiento de un colectivo histórico. No es para tomarlo al pie de la letra sino para aprender a distinguir las facetas variopintas de la condición humana y, precisamente, para comprender lo que querían decir los profetas que, por cierto casi siempre acababan apedreados y machacados por los más "creyentes" y poderosos. 
Los profetas no eran magos ni videntes, eran revolucionarios y activistas de la sensatez y de la justicia. Personas lúcidas que, a pesar de su propia resistencia a "profetizar" no podían callar la denuncia de los disparates que veían a su alrededor. Señalaban los males que el mismo pueblo irresponsable, con sus mandamases a la cabeza, se ganaba y se sigue ganando a pulso. La humanidad es así de terca y lenta para aprender. El disparate no es la Biblia, ni el Corán ni los Evangelios, sino el aplicar sus contenidos sin discernimiento, al pie de la letra y bajo presión, como una ley divina e infalible que un "dios" de lo más intrigante y manipulador.al parecer, ha ido revelando a los más proclives a dejarse deslumbrar por el poderío y el ilusionismo mitológico. Un dios muy rarito y demasiado cómplice con los enjuagues miserables como para ser Dios de verdad y no la coartada perfecta para seguir con el cuento hebreo en plan cuento chino.

Por eso, cuando Jesús de Nazaret intentó aclarar el entuerto sintieron que les estaba destrozando sus ilusiones de mediadores aristócratas y oligócratas entre ese dios percibido como  sumo controlador y el resto de humanidad perdida en la barbarie, lo mataron sin más. Era un estorbo peligroso que ponía cada cosa en su lugar proclamando que Dios es amor para todos y todas las criaturas del mundo mundial, sin excepciones. Que las puertas de lo bueno y lo justo están igualmente abiertas a todos lo seres humanos si quieren aprender a amarse y a respetarse como iguales, hijos de la misma casa y miembros de la misma familia y por ello aptos para compartir bienes y apoyos mutuos. La parábola del hijo pródigo lo explica de maravilla. Y eso a los judíos los humillaba y chinchaba cosa fina, como al hermano mayor del hijo pródigo, vivo retrato del judaísmo más ortodoxo. Y en ello andan todavía. No encajan eso de que los palestinos sean sus hermanos ni que las personas que tratan de ayudarles a sobrevivir con la dignidad que merecen como miembros de la misma humanidad que ellos, sean buenas personas y no terroristas capaces de  cualquier cosa para fastidiarles la ampliación del negocio territorial. 

Y ahora le ha tocado el premio a Teresa Forcades, una monja muy rara. Tan rara como Jesús, aquel pesado y machacón maestro de bienaventuranzas y reproches justísimos que les sacaba los colores con sus salidas de tono, asegurando que las leyes son para el hombre y no el hombre para las leyes y que Dios no tiene nada que ver con los doctores de una ley amañada a la conveniencia de unos cuantos listillos que se aprovechan de los menos favorecidos por el propio sistema clerical y político, que viene a ser la misma cosa. Y que acogía igual a las prostitutas y adúlteras, publicanos y descreídos,  que a los gerifaltes y teólogos del momento, sin hacer distingos e incluso a veces, haciéndolos...a favor de los más "malos" oficiales. Así le fue. Aunque no se sabe cómo se las arregló para que sin tener poder para nada en política ni en religión, la semilla que dejó en la energía del alma humana haya  ido proporcionando  en la humanidad, a lo largo de dos mil quince años y un mes, lo mejorcito de cada casa y superando todas las trabas, zancadillas y persecuciones habidas y por haber. Algo muy hermoso e imbatible debe haber en esa contradicción del galileo carpintero, antisistema perverso y hippy incombustible, que escapa a todo dogma y cantinela litúrgica y montaje oligarca-religioso. Cuyos ecos se perciben desde la caída del Imperio romano, a través de los infinitos mártires, perseguidos y  poverelli entre los que destacó el hijo del mercader Bernardone, "Il Francesco", al 15M pasando por al versión más libertaria del socialismo marxista y tantos divinos y divinas anónimas que en silencio han ido haciendo posible que el mundo no se haya ido al cuerno todavía. A pesar de los muchos "Israeles", Isis y Wall Streets, que en el mundo han sido y aún son.

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