jueves, 21 de enero de 2016

Ni Rajoy, ni Sánchez, ni elecciones


En un país donde el cisne negro es ya una rutina, el escenario más probable es aquel que hoy ni podemos imaginar
Rajoy reafirma a Merkel compromiso de España como firme aliado antiterrorista
EFE 
 
Últimamente echamos más horas con el pactómetro que con el 'whatsapp'. El pactómetro, el juguetito ese que ya están tardando en vender en los chinos. Ahí estamos, intentando adivinar quién presidirá el Gobierno. Pero hay un problema: nuestro pactómetro no vale, porque solo tiene en cuenta tres escenarios, los tres más previsibles: que sea Rajoy, que sea Sánchez, o que se repitan las elecciones. Y no estamos incluyendo en la ecuación un cuarto supuesto: el cisne negro. El imprevisto. Lo inimaginable. Lo que acabará ocurriendo.
Si algo deberíamos haber aprendido de los últimos años es que el cisne negro (así llaman a los sucesos impredecibles de gran impacto) ya está tan instalado en nuestro país como la cotorra argentina. Lo inesperado, lo inédito, se va convirtiendo en rutina. El 15M, la aparición de Podemos, la abdicación del rey, Carmena y Colau, Puigdemont... Todos nuestros cisnes negros políticos coinciden en ser imprevistos, impensables apenas unas semanas antes de que sucedieran, y solo explicables a posteriori.
Pues con el gobierno, lo mismo. Si se quieren jugar un café sobre el futuro político, apuesten a lo improbable. Ni Rajoy, ni Sánchez, ni repetición de elecciones. Lo que acabará ocurriendo será algo que hoy en día no está sobre la mesa, algo que ni nos imaginamos. Algo que nos dejará boquiabiertos, y que llegará en el tiempo de descuento.
Lo que acabará ocurriendo será algo que hoy en día no está sobre la mesa, algo que ni nos imaginamos
De los tres supuestos, Rajoy parece el más descartado de antemano. Sin gran coalición a la que abrazarse, el todavía presidente está tan desahuciado que si le llamas te coge el teléfono supersimpático. Menos mal que los humoristas de ayer lo cortaron a tiempo, porque llevaba camino de ofrecer un referéndum al Puigdemont de coña.
La opción Sánchez tampoco me la creo. Hace dos semanas lo dábamos por muerto, con Susana Díaz sobrevolando su cadáver, y ahora de repente sale en todas las fotos con cara de presidenciable. Pero no se lo cree ni él. Pensar que Podemos (los varios Podemos, además) le van a dar apoyo; que se lo van a dar a un precio asumible para el PSOE; que van a renunciar a su combo de referéndum, artículo 135, puertas giratorias y medidas sociales; y sobre todo que Pablo Iglesias va a privarse de ser el líder de la oposición … Me parece mucho más quimérico que un cisne negro. Un unicornio, vaya.
Nos queda la tercera posibilidad, la repetición de elecciones. No la quiere nadie, yo diría que ni el PP. No la quiere ninguno, porque saben que quien menos la queremos somos los ciudadanos, que no estamos para que nos arrastren otra vez a las urnas con la que llevamos encima. Y además, nada garantiza que no volviese a salir el mismo resultado.
Así que llegamos a la paradoja: el escenario más probable es aquel que hoy es más improbable. El desconocido, del que no tenemos más pistas que ese runrún que murmuran todos esos enterados que van dejando caer que igual hay que buscar una “solución imaginativa”. Hagan sus apuestas. 

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Por ahí va la cosa, querido Isaac. Por el sopetón de lo impensable pero posible. En Valencia ya pasó. Y eso quiere decir que si aquí fue posible, lo puede ser en cualquier sitio por muy malas perspectivas que presente la cosa. Y un hermoso tripartito inimaginable hasta que se constituyó, está dando la vuelta a la tortilla que ni te lo imaginas. Claro, que concurrieron circunstancias impensables: que el socialismo lo portavocease Ximo Puig, un tipo que antes que socialista es persona, ciudadano y de Valencia, y lo tiene super claro, que Mònica Oltra renunciase a sus ganas infinitas de ser presidenta y que en Podemos la batuta la llevase Montiel que no tiene precisamente alma podemita fundamentalista ni hegemónica, sino más bien, asesora y negociadora con lo que se tercie, ni padece el síndrome 314'16 del número PI.

Como dato, puedo confirmar que aquí, igual que te pasa a ti con Sánchez, -e imagino que a miles y miles de españoles- nadie daba ni medio céntimo por la capacidad de Ximo Puig ni por la humildad de Oltra ni por la decencia de Montiel. Y mira... El pacto de El Botánico fue posible y hoy tenemos un Ayuntamiento y una Generalitat que hace un año parecían un disparate  absoluto, si tenemos en cuenta los 24 años de irRita Barberitá al frente de la ciudad de Valencia, cap i casal de la Comunitat, como a los Fabra en Castelló y a la Castedo en Alacant, más la ristra de inútiles corrupptos instalados a cuerpo de rey en la charcutería ppera de la Generalitat, con el consiguiente hartazgo y desánimo, más que justificados, de una gran parte de la ciudadanía y el acoplamiento resignado del sector rebañil de la misma que no se acaba de creer que lo es. Ciudadanía.
Pues eso. Bendito cisne negro. Aunque en el caso español creo que sería el cisne blanco, dado el oscurantismo y las negruras del panorama político en general y en particular. En esta Celtiberia de nuestras pesadillas los cisnes están tan ppringados en chappappote que el rasgo exótico es su blancura ya casi imposible. Hasta para cumplir el protocolo del cisne negro, comodioshmanda y con shentidocomún,  Spain is different, my frend! 

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