sábado, 30 de enero de 2016

Pataleo


Almudena Grandes Madrid (Cadena SER) 
 
Juan Carlos Girauta, portavoz de Ciudadanos en el Congreso, advierte que su partido negociará con el PP aunque la Guardia Civil haya definido su sucursal valenciana como una organización criminal. El motivo son los siete millones de votos que le respaldan. Sin embargo, los cinco millones y pico de votos cosechados por Podemos y sus socios no valen nada en la mesa del Congreso. Todos los escaños son igual de dignos, advierten sus portavoces, y es cierto. Pero no lo es menos que los adalides de la unidad de España, que estigmatizan a Podemos por pedir un referéndum, han colocado por delante a los ocho diputados de Democracia y Libertad, por muy independentista que fuera el programa con el que concurrieron al 20-D.

Los adalides de la unidad de España, que estigmatizan a Podemos por pedir un referéndum, han colocado por delante a los ocho diputados de Democracia y Libertad, por muy independentista que fuera el programa con el que concurrieron al 20-D


El reparto de escaños es meramente simbólico, pero los símbolos lo son porque significan algo. Su condición es manifestar de forma sintética una realidad compleja. En este caso, la negación de la voluntad de más de once millones de españoles, votantes de Podemos, de IU y, en grandísima medida, del propio PSOE, que preferirían un gobierno de izquierdas a cualquier otra opción. Ya sé que representan una ridícula minoría en las encuestas encargadas a toda prisa por algunos medios de comunicación, pero esos resultados son aún más simbólicos. La decisión de la mesa del Congreso es un caso ejemplar del ejercicio del derecho al pataleo. La rabia de sus miembros es comprensible, pero deberían recordar que no existe amor sin respeto. No se puede amar a España sin respetar la voluntad de tantos millones de españoles.

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