domingo, 31 de enero de 2016

Ains!

El nuevo número 2 del PP de Valencia fue condenado por conducir ebrio

Vicente Ferrer ocultó su condición de diputado en un juzgado ordinario, lo que en principio evitó que su  caso llegara al Tribunal Supremo.

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Nada, que en los almacenes del pp valenciá las existencias ya no dan para más. Se les ha agotado el material de primera mano y han tenido que recurrir a esta chapuza sin pedigrí ni curriculum mediático comme il faut , ni ná de ná.  Lo menos próximo a la corrupción y más discreto, de que dispone hoy por hoy el aparato ppero, al parecer, es  este diputado, de vida alegre y despreocupada, expresión indefinida y relaxing café con leche al gintonic, que, según las crónicas de los juzgados, también fue condenado por conducir fuera de tiesto, o sea, yendo en coche lo suficientemente trompa y animado como para provocar su detención. Claro, que para evitar el escándalo y la intervención de Tribunal Supremo, la criatura tuvo el detalle de ocultar su condición de diputado-aforado. Todo un gesto de inteligencia estratégica, estando el panorama en tales tesituras de fichas de dominó en caída libre. Nada más y nada menos. Una 'vida corruptal' de poquísimo lustre y sin contundencia forrística de renombre que reseñar, al menos por el momento, (la laboral ya es bellota de otro alcornoque y mochuelo de otro olivo), que se queda en nada si se compara con el entorno político que le rodea. Claro, que eso en la Valencia ppera es casi un honor y una cualidad de mucho fiar, si tenemos en cuenta la tradición del paradigma ron cacique fashion con el caloret d'hivern i el caloret de'estiu made in la jefa.
Creo que no les vendría mal ir creando una ONG para ayudar a la rehabilitación social del colectivo afectado: Corruptos Aforados y Ppimpplados Anónimos, C.A.P.A. Pero eso sí, nada de ayuda social por parte  del Estado, que los subvencionen a escote Eccleston, la America's Cup y el Vaticano, sus socios de mejunje, sobre todo, para ir externalizando pesos y repartiendo recortes equitativamente, aunque solo sea para amortizar los escombros del circuito de  Fórmula 1, las ruinas huecas y desvencijadas del Puerto y los gastos pendientes de la visita papal, incluido el alquiler de los retretes portátiles por toda Valencia, mucho más numerosos que los peregrinos devotísimos que acudieron al evento.
No es de extrañar que haya tanto ppero pasado de rosca con el drinking. Llegan momentos en que metidos en esa fosa sépptica, solo pueden sentirse en su salsa con unas cuantas copas de más.

Hemeroteca, hemeroteca,
la guardiana de la historia,
y una cómplice estupenda;
qué buena maña te das
para sacar los colores
a quien pierde la memoria
y patina en la vergüenza


Condenado el diputado del PP Vicente Ferrer por conducir ebrio

El político acepta la retirada del carnet durante ocho meses y el pago de una multa

El diputado del PP Vicente Ferrer, en 2007. / CARLES FRANCESC

“Me reuní con unos amigos de la Universidad a comer una paella y ya se sabe lo que pasa: empezamos a la una y acabamos a las ocho y tomé la decisión errónea de coger el coche”. El domingo pasado acabó para el diputado del PP Vicente Ferrer con una condena en juicio rápido a ocho meses de retirada del carné por dar positivo en un control de alcoholemia en Valencia. “Fue un error torpe, muy torpe”, aseguró a EL PAÍS el diputado, portavoz de Defensa en el Congreso. En la anterior legislatura era portavoz adjunto del Grupo Popular en la Comisión de Justicia y, por tanto, ponente en la reforma del Código Penal.
Ferrer se hizo conocido en la opinión pública porque en mayo de 2010 hizo unas declaraciones a la cadena SER en las que llamaba “timonel borracho” al entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. El diputado asegura que esas declaraciones fueron mal interpretadas porque, en realidad, él dijo que “España era como un barco en el que el capitán tenía un timonel borracho, y nadie se tomó la molestia de escuchar la declaración competa”.
Ferrer ha sido ahora condenado sin que hubiera revelado en ningún momento que era diputado. Por eso, el caso fue visto en el Juzgado de Instrucción número 19 de Valencia, a pesar de que no es competente para enjuiciar a parlamentarios.
El artículo 71 de la Constitución establece que “durante el periodo de su mandato los diputados y senadores gozarán asimismo de inmunidad y solo podrán ser detenidos en caso de flagrante delito. No podrán ser inculpados ni procesados sin la previa autorización de la Cámara respectiva. En las causas contra diputados y senadores será competente la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo”.
Es decir, que para enjuiciar a Ferrer era preciso pedir autorización al Congreso y llevar el caso al Supremo, como ha ocurrido otras veces. Por ejemplo, el también diputado del PP Ignacio Uriarte fue condenado por el alto tribunal a ocho meses de retirada de carné y al pago de 2.400 euros por conducir en 2010 bajo los efectos del alcohol.

En este caso, Ferrer no dijo al juez que es diputado. Según explica, entendió que, al no estar en el ejercicio de sus funciones, no debía invocar su condición y aceptaba la condena. Además, según detalla, es un ahorro evitar el trámite de comunicación al Congreso y el traslado del caso al Tribunal Supremo. Fuentes del Congreso explican, no obstante, que no es potestativo el aceptar no ser juzgado por el Tribunal Supremo, puesto que la propia Constitución establece que “no podrán ser procesados ni juzgados sin autorización de la Cámara”. El fiscal del caso Uriarte se opuso a que el caso fuera a un juzgado por ser irrenunciable la competencia del Supremo. Ferrer asegura que el próximo lunes, en su primera intervención ante la Comisión de Defensa, pedirá disculpas a la Cámara. Ha comunicado los hechos a la dirección del Grupo Popular, que no tomará ninguna medida.
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A pesar de tanta mugre, o precisamente por ella, pobre Vicente Ferrer, menudo marrón; ahí se queda con la herencia recibida...y que la fuerza le acompañe, pero en sobrio a ser posible. Aunque a lo mejor tiene que seguir bebiendo. Para olvidar. O para que le olviden. Chi lo sa!

Terra Mítica: aquí empezó todo


La Audiencia de Valencia iniciará este lunes un macrojuicio en el que se sentarán en el banquillo casi cuarenta acusados. Se trata de la que fue cúpula de Terra Mítica durante la construcción y primeros pasos del parque temático y un grupo de responsables de empresas que participaron en las obras. Todos están acusados de un delito fiscal al, supuestamente, emitir facturas falsas por trabajos que no se realizaron en el recinto. 
El que se ha conocido como 'caso Terra Mítica' ha tardado 10 años en llegar a la sala de vistas. Fue en 2005 cuando la Agencia Tributaria presentó la denuncia contra una serie de empresas, incluido el parque temático, por un supuesto fraude que alcanzaba los 4,4 millones de euros. Durante este tiempo el juez ha realizado una instrucción que ha acabado en un sumario de 40.000 folios y 17 cajas con documentación adicional, 38 acusados y 330 testigos. El calendario del juicio se prolonga hasta septiembre.
Entre los acusados, al margen de responsables de las empresas que hicieron las obras, están cuatro de los directivos del parque en el momento de su puesta en marcha: el expresidente Luis Esteban, el exdirector general Miguel Navarro, así como los que eran responsables de contratación, Justo Valverde, y de servicios técnicos, Antonio Rincón.
Tanto Esteban como Navarro fueron las dos personas a las que el entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, impulsor del parque, puso al frente de la sociedad en la que el capital público era mayoritario. De hecho, Navarro, cuando dejó el parque siguió ocupando puestos de responsabilidad en el segundo escalón del Gobierno valenciano hasta hace sólo unos meses, cuando se supo que seguía en nómina de otra empresa pública: Ciudad de las Artes y las Ciencias







Zaplana inauguró una forma de hacer política que continúo su sucesor Camps. (Efe Archivo)
Zaplana inauguró una forma de hacer política que continúo su sucesor Camps. (Efe Archivo)
Más allá del juicio que este lunes empieza, Terra Mítica es el inicio de una forma de hacer política que puso en marcha Zaplana con su llegada a la presidencia de la Generalitat y que continuó su sucesor, Francisco Camps, la de los grandes eventos e infraestructuras emblemáticas en las que se invirtieron centenares de millones de euros y que en la mayoría de casos han acabado quebradas y con sospechas sobre el destino final del dinero. 

El parque temático

Terra Mítica fue el primero de los grandes complejos que impulsó la Generalitat del PP. Aunque en el accionariado entraron un puñado de empresas privadas valencianas –animadas por Zaplana– el grueso de la inversión corrió a cargo de las arcas públicas y de las dos cajas de ahorros ahora desaparecidas: Bancaja y CAM. Su construcción tuvo unos sobrecostes elevadísimos: 480 millones sobre los 270 millones previstos. 
Nunca tuvo beneficios. Tras años acumulando pérdidas, suspendió pagos. Acumulaba una deuda de casi 300 millones y números rojos por más de 160. Era mayo de 2004, cuatro años después de su inauguración. Sobredimensionado para su negocio real –la previsión era de hasta cuatro millones de visitantes al año y nunca superó el millón y medio–, la Generalitat acabó vendiéndolo a la empresa de parques acuáticos de Benidorm Aqualandia, que asumió la deuda de 64 millones que quedó tras el concurso. 
Pese al estricto plan de adelgazamiento al que sometió el nuevo dueño al parque, con varios ERE y recorte de gastos, hasta la fecha el recinto sigue generando pérdidas. El último ejercicio contabilizado, el de 2013, fueron de 8 millones, superior a las del ejercicio precedente, que fueron 6. 







El Hemisféric y el Palau de les Arts de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. (Efe/ Manuel Bruque)
El Hemisféric y el Palau de les Arts de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. (Efe/ Manuel Bruque)
El recinto, que el año pasado sufrió un accidente mortal en una de sus atracciones, está a punto de iniciar su nueva temporada con la esperanza de alcanzar una rentabilidad que hasta ahora se ha convertido en casi una quimera. 

Pasión por el espectáculo

Terra Mítica fue el primer, pero no el único, recinto en el que la Generalitat invirtió con malos resultados. Cerca de allí, en Alicante, levantó los estudios de cine Ciudad de la Luz, unos platós en los que se gastaron 274 millones de euros de dinero público y que ahora están cerrados. La Comisión Europea los consideró una ayuda pública contraria a la competencia. Los años en que estuvieron funcionando fueron un chorro de pérdidas. Ahora están en venta y las pujas no permitirán al Gobierno valenciano recuperar ni la mitad de la inversión.
Aunque el proyecto inicial era de la era socialista, el PP de Zaplana modificó el diseño de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. El complejo diseñado por Santiago Calatrava –con la excepción de L'Oceanogràfic– ha costado más de mil millones de euros, una cifra que se disparaba cada año. Actualmente está en proceso de privatización de su gestión, aunque la deuda acumulada para su construcción seguirá pagándose con dinero público.
Pese al estricto plan de adelgazamiento, a día de hoy el recinto sigue generando pérdidas a sus dueños
Además de estas grandes infraestructuras –hubo otras que se quedaron en el aire, como el Auditorio de Castellón o la Ciudad del Teatro en Sagunto– en los años de Francisco Camps se puso más énfasis en los grandes eventos. La organización del Gran Premio de Fórmula 1 fue el mascarón de proa del expresidente valenciano. 
Aunque se prometió que no iba a costar ni un céntimo de dinero público, la realidad es que la Generalitat se gastó cerca de 300 millones de euros en una rocambolesca historia que ha sido denunciada por la Fiscalía Anticorrupción. Camps está siendo investigado por saltarse todos los procedimientos de contratación pública al firmar con Bernie Ecclestone los contratos.
Los grandes proyectos no sólo supusieron una fuerte inversión en el momento de su construcción. Las constantes pérdidas obligaban a ampliaciones de capital millonarias y a pagar intereses por la deuda contraída. Cuando Alberto Fabra llegó a la presidencia de una Generalitat incapaz de hacer frente a sus pagos ordinarios, anunció que la era de los grandes eventos había terminado. Pero la herencia de aquellos fastos sigue presente.

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