El régimen del 78 se atrinchera
Sobre el escenario, el
Régimen del 78. Protagonistas vivos, herederos, periodistas y estrellas.
Parada militar para conmemorar la Fiesta Nacional de España. 12 de
Octubre. Día de la Hispanidad. Aniversario del Descubrimiento de
América. El Rey aparece durante el desfile con rostro serio, ofendido,
enfadado incluso, y así seguirá –según muestran las fotos- en la
recepción en el Palacio Real. No ha faltado más que la muerte de un
joven piloto que acabó estrellado con el Eurofighter con el que
participó en el desfile. Su mujer contemplando la tragedia. Rajoy y
Cospedal se van al lugar del accidente. No sin antes pasar por el
besamanos o saludo personalizado. Rajoy con el dedo inhiesto que ahora
usa mucho. De autoridad.
La Reina Letizia luce “un
estilismo de los años 50”, muy apropiado al momento que vivimos.
Compartido por otras principales como Cospedal. El de la Reina es de
tweed, o sea, lana. Con 30 grados a la sombra en Madrid. Soraya Sáenz de
Santamaría, “la supervicepresidenta”, “con esa melena juvenil que le
sienta maravillosamente”, dicen las crónicas. Otras, le ven parecido con
Jackie Kennedy, los 50 de nuevo. Cifuentes abandona el paraguas con la
bandera de España del año pasado para, dado que no llueve, usar una
cartera de mano también rojigualda. En cambio, Manuela Carmena, “vestida
siempre de ama de llaves de un stately home [casa señorial] a lo Downton Abbey, no lució esa sonrisa que muchos dicen "de barracuda”, continúan las plumas palaciegas.
Estaban todos. En un evento que parecía haberse
convertido en acto de desagravio al rey por querer partir España, la
España de todos ellos preferentemente. Casi un pleno de presidentes
autonómicos. Hubo llamadas para que nadie que importa faltara. No acudió
Puigdemont, claro, pero este año ni se reseñó la ausencia presidencial
catalana. Felipe González con gafas de sol. Guerra con la mandíbula
apretada. Pedro Sánchez entra con José Luis Rodríguez Zapatero. Se han
reconciliado. Sánchez se ha reconciliado hasta con Mariano Rajoy. Ha
explicado en distintas entrevistas que "ha normalizado" mucho su
relación con Rajoy. "Aquí estamos, echando una mano al presidente del
Gobierno".
Este muchacho que cada poco dice una cosa,
iba a pedir la dimisión de Rajoy como primera medida al volver a la
secretaría general del PSOE, ahora ha descubierto las bondades del líder
del PP que deben ser muchas y ocultas dado el magnetismo que produce
sobre los notables del país. Mientras el alcalde Valladolid por el PSOE
echa abajo una calle dedicada a la premio Nobel de la Paz guatemalteca
Rigoberta Menchú por haber criticado la represión policial en Barcelona.
Nos relatan que Sánchez camina entre admiraciones del selecto grupo
reunido en el Palacio Real. Ha destronado a Susana Díaz que el año
pasado era quien acaparaba los focos. Ahora ya sabe el personal que
también tiene “un gran sentido de Estado” al apoyar a Rajoy. Borrell
recibe múltiples parabienes, tras su aparición estelar en la Plaza
Urquinaona, con García Albiol y Vargas Llosa, defendiendo la unidad de
España ante el reto separatista catalán.
Políticos
como Trillo o Gallardón, hasta Aguirre estaba. El clero, el Cardenal
Rouco Varela a quien Felipe VI le dedicó un especial saludo. Todo el
plantel de periodistas conservadores. Lo más relumbrún de la nobleza y
los empresarios. 1.500 personas que cuentan. Bipartidismo con un soporte
por la derecha, si cabe más a la derecha. Con Albert Rivera que ya
actúa de tercer partido en los medios, aunque no lo sea. Con Arrimadas
en Barcelona. “Una mujer-bandera, una política-bandera”. “Inés, como
María Pineda, tiene empaque de heroína lorquiana y está dispuesta a
bordar su vida en la bandera de la Constitución”, leo. Ese rigor, esa
implacable dureza gélida, esa insistencia en las elecciones. Todos
ellos. Elecciones ya en Catalunya que viene el voto de cara. O no. Se
ilegaliza algún partido independentista, por si acaso. O se pasa. Ya
vuelve a hablarse de un Gobierno de concentración con presidente que
guste a las élites.
El sol brillaba inmisericorde
este 12 de octubre. Un calor exagerado para la época. Parecía reflejarse
en las banderas rojigualdas de ventanas y balcones. Más que nunca.
Igual que los asistentes al desfile. Más que nunca. Un clamor por la
unidad de España, siguen relatando las crónicas palaciegas. La afición a
tomar la parte por el todo cuando conviene. Y al mismo tiempo en los
medios el relato de la prosperidad presunta, las playas a rebosar,
ocupación hotelera al completo. Un clamor en la arena. Todo felicidad.
La mayoría silenciosa se reparte donde interese para la imagen. Ésa que
unos perversos les quieren aguar.
En la recepción,
nos dicen, faltaban Pablo Iglesias y Ada Colau. Pero, añaden, que de
alguna manera sí estaban. En las lenguas de la refinada recepción, para
despellejarles. ¿No hubo un periodista de la troupe que mandó en su día a
la alcaldesa de Barcelona a fregar? Iglesias haría buen papel de mozo
de caballerizas. Irene Montero, sin duda de asistenta de la
vicepresidenta. Incluso puede contar con el asesoramiento del ama de
llaves de casa bien, la magistrada Manuela Carmena. El Régimen del 78 no
tolera advenedizos. Aunque nos tenga España hecha un exprimidor de
servicios fundamentales que para algunos parecen valer menos que las
banderas. Con los ultras desmandados."Puigdemont, a prisión, Trapero,
traidor" y loas a los Reyes Católicos, en Barcelona este 12 de Octubre. Y en este exquisito régimen de libertades, de renovados entendimientos bipartidistas, La mala reputación de George Brassens apenas sin mentarse en las redes por primera vez en décadas. Cualquiera se atreve.
Pero se les van abriendo brechas importantes. El Consejo de Europa se une a las condenas por la violencia policial desplegada
por el Gobierno de Rajoy el 1 de Octubre en Barcelona. Algunos medios
extranjeros no entienden que ni siquiera haya pedido disculpas, si es
que eso resolviera algo. Como muestra este editorial del británico The Guardian.
Y un mal paso inesperado que ha abierto muchos ojos. El despido del
periodista y escritor John Carlin de El País por un artículo publicado
en The Times, crítico con el Gobierno y el Rey y titulado “Independencia
de Catalunya: la arrogancia de Madrid explica este caos”.
En este casino, se juega. En España, hay medios que mienten y
manipulan. Y censuran. No este, ya les dije. El País, prescindiendo de
Carlin, ha hecho ver a periodistas e intelectuales foráneos más que
cientos de artículos de denuncia pormenorizados. Incluso reparan en los
que callan y otorgan entre sus compañeros. Al menos hasta el próximo
despido.
El bipartidismo atrincherado. El que también
llenó plazas para ser rechazado y decir con contundencia: no nos
representan. Ya no es ni siquiera “la casta”, quizás es la Corte. Y esa
vuelta a los 50´ de mano dura, punto en boca, racionamientos de
libertades, marcadas clases sociales. Y el paso atrás como norma. La
televisión encendida sin sonido, con personajes que actúan, gestos,
movimientos, oropeles desplegados en el escenario político. Y, fuera,
46,5 millones de habitantes (repartan mayorías silenciosas y clamores).
Con aspiraciones legítimas y derechos que desde las torres de marfil ni
se intuyen.
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