martes, 17 de octubre de 2017

Help Catalonia. Save Europe.






Esto es parte de una realidad que existe y que nadie se ha inventado. Es una vergüenza que en el siglo XXI una zona geopolítica de un estado de derecho europeo tenga que hacer semejante llamada de socorro a Europa, esa comunidad tan unida...sobre todo por el euro y la BCE, con pretensiones de convertirse en los USE imitando a los USA.

Este socavón democrático deja al aire la realidad descarnada de España como miembro tóxico de una Europa al límite entre la salud democrática y la enfermedad totalitaria, que considera necesario eliminar la soberanía para el control económico de los estados miembros, pero se desentiende a la hora de intervenir, mediar y estudiar en serio los problemas políticos que heredados del franquismo también intoxican a la UE y ponen en peligro la democracia. No es una respuesta adecuada ni inteligente el juicio del Señor Junckers en el Parlamento de Bruselas alegando que Europa no se puede permitir 90 estados miembros; es una frivolidad y un desconocimiento de la situación política española, que en la UE vende una imagen en absoluto correspondiente con la realidad.
Catalunya siempre ha sido una región del estado español, que como Euzkadi, Navarra, Aragón y Valencia ha tenido un status político distinto del resto del territorio ibérico, con unos fueros o estatutos, en los que se reconocen unas diferencias ya históricas desde antes de la unidad territorial que forzaron los antiguos reinos castellanos, empeñados en aglutinar a todos los reinos periféricos bajo el mismo trono imperial. De ahí que cuando el rey Jaime I -por cierto, natural de Montpelier y educado en Francia hasta que hereda el reino de Aragón  por la herencia familiar - el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV se casó con la heredera de Aragón, Petronila, tía abuela de Jaime- accede al condado independiente de Barcelona, no del resto de los condados catalanes que eran independientes entre sí, como señoríos feudales, que le piden ayuda para librarse de los piratas musulmanes asentados en la Islas Baleares y que asaltaban constantemente las tierras costeras catalanas; desde Aragón y apoyado por toda Catalunya, conquista las tierras de Valencia y las Baleares a las taifas árabes, y él mismo logró que se instaurasen y respetasen los fueros de cada una de las regiones conquistadas, con sus peculiaridades territoriales, culturales y forales y que esos territorios pasaran a constituir un reino de países catalano-aragoneses, una especie de UE en pequeño, pero en plena Edad Media.

El propio reparto territorial se hizo en aquel tiempo dejando para Argón las tierras interiores del NorOeste de Valencia que hablaban y hablan castellano (actualmente ni en las comarcas de Los Serranos, -Alpuente, Calles, Chelva, Villar del Arzobispo, Chulilla, etc ni en en la zona de Requena, Siete Aguas, Buñol o l
Cheste se habla el valenciano, precisamente por esa razón) y fueron las gentes de Catalunya a las que les fueron adjudicadas las tierras  valencianas conquistadas al los musulmanes, como pasó en Baleares que se pobló de catalanes y valencianos cuando los musulmanes supervivientes a la masacre de la cristiandad huyeron hacia el Norte de África.

Esa complicada fundación territorial que se llamó Reino de Aragón y países catalanes bajo una misma corona, es lo que se unió dos siglos más tarde a Castilla mediante el pacto matrimonial entre Fernando de Aragón e Isabel  Trastamara, que tras  las muertes 'providenciales' de los dos hermanos y de la cuñada viuda y reina regente Juana de Portugal, más la igualmente 'providencial' vocación religiosa de su sobrina Juana -apodada "La Beltraneja" por los partidarios de Isabel- heredera de su hermano mayor Enrique IV de Castilla y León, se hizo con el trono como la cosa más natural, y unida a Fernando su esposo, fueron autores de la unidad forzosa de España y de la persecución contra los musulmanes, los judíos y cualquier elemento que supusiera diversidad cultural, religiosa o lingüística. Exiliaron y mataron sin compasión a quienes no aceptaban el bautismo y la prohibición de conservar sus creencias religiosas, obligándoles a bautizarse  si no querían ser expulsados y expoliados de sus bienes materiales por herejes o en su defecto, asesinados en cumplimiento de la ley. Si Hitler y Franco tuvieron un ejemplo histórico perfecto de fascismo fanático, racismo y xenofobia, fueron ellos: los reyes ultra-católicos, que no se limitaron a España sino que exportaron sus habilidades patrocinando a Colón en el descubrimiento y destrozo de América, todo un tratado de barbaridades, genocidios indígenas  y saqueos hasta el siglo XIX, cuando Bolívar, SanMartín y demás militares de origen criollo pusieron fin a los excesos de los restos imperiales. Un ejemplo seguido a sangre y fuego por su nieto Carlos I de España y V de Alemania, que hizo picadillo a los líderes y paladines de los movimientos populares, los Comuneros en Castilla y las Germanías en Levante. Un primor. Tendencia que se mantuvo en activo hasta con el primer Borbón, el francés Felipe V de Anjou, especialista en barbacoas humanas, y también con raíces españolas, que se nos entronizó sin preguntarnos nada al respecto, como Franco nos encalomó a Juan Carlos I y a su descendiente actual, Felipe VI el replay discursero, a base de una guerra de sucesión que destrozó España una vez más, y por la que perdimos Gibraltar y Menorca al firmar la paz de Utrech y a sí mismo perdimos la dignidad al tener que acoger por agotamiento, a un nuevo rey ajeno, una vez más, -como ya había sucedido en el caso de Carlos V-, que ni siquiera era español, que estaba desequilibrado y era un megalómano desconectado de la realidad y dedicado a reproducir en la mísera y exhausta España, la arquitectura de los palacios versallescos para matar su melancolía crónica y el aburrimiento innato de una persona vacía y presuntuosa, educada para hacer su santa voluntad y no para procurar el bien común a un pueblo que encima no era el suyo y cuya suerte le traía sin cuidado obviamente, como suele suceder en una monarquía, que es el colmo del parasitismo social más escandaloso, e inconcebible que se instalase  en Europa en la segunda mitad del siglo XX, como es el caso de la repesca borbónica que padecemos los españoles desde finales de 1975 hasta hoy.


La civilización catalana es patrimonio de nuestra historia, siempre ha sido para el resto del estado un ejemplo de cultura, ciencia, arte, industria y laboriosidad, acogedora y cosmopolita, solidaria y una fuente de empleo y de trabajo para los demás territorios españoles que por su historia no tuvieron la suerte de estar abiertos al mismo tiempo al mar Mediterráneo y a Europa por los Pirineos, -parte de Catalunya es francesa-, que para ellos, lejos de ser una frontera siempre han sido un puente y una puerta para aprender y crecer,  y el privilegio de haber sido civilizados en su día por la Marca Hispánica de Carlo Magno de la mano de Alcuino de York y Rabanus Maurus con las escuelas Palatinas, cuando el resto de la pobre Hispania analfabeta perdida, estaba a palo limpio consigo misma, repartida entre  su primer feudalismo y las taifas musulmanas.


Al lado de mi parentela granadina, almeriense y extremeña, tengo el honor de unas disfrutar unas sólidas raíces en Organyá, un pueblecito de la  Vall d'Urgell, el antiguo condado que fue uno de los últimos en incorporarse al Reino mancomunado de Aragón con Catalunya  y de haber podido ver en mi adolescencia, en directo, las letras y el papel originales de "Les homilìes", el primer texto que se conserva escrito en lengua catalana, siglo XIII. Salieron directos del latín, al catalán, sin más.

Catalunya no es un enemigo para ningún español civilizado, es un regalo de la historia que la política torpe, prepotente, inculta y fascista del estado español, no solo no valora sino que trata de humillar por el complejo de inferioridad de los caciques y analfabetos cognitivos que se han aposentado en el poder desde el franquismo y marcan ya desde hace 79 años las pautas de la "normalidad" y de la "educación", sentimental e instintiva sobre todo, del patriotismo español.


Parte el alma, machaca la conciencia y abochorna absolutamente, comprobar hasta qué punto la política torpe de una parte numerosa y potente de lo más zafio y miserable de España ha sido capaz año tras año de crear este abismo de incomprensión in crescendo, zancadillas y barreras donde siempre hubo simplemente una vocación de pluralidad y de respeto, hasta  provocar tal hostilidad y que poco a poco los catalanes hayan ido creando entre sí una realidad social más habitable y menos terrible que el resto de España. Tienen todo el derecho a sentir esa necesidad y a decirlo en voz alta y a proponerse entre ellos un referéndum, si el estado no quiere saber nada de sus necesidades y aspiraciones legítimas, para saber a qué atenerse y como gestionar su situación en el día  a día, es un derecho inalienable, como la libertad de expresión, que ni en Canadá ni en el Reino Unido han alcanzado este nivel de tragedia y de aberración.

Otra cosa ha sido la actitud retorcida de Convergencia y los impresentables corruptos y cómplices de corruptos catalanes, que aprovechando el descontento y los zarpazos del pp contra Catalunya, su lengua y su Estatut, han desencadenado una escalada traumática y absolutamente inconcebible e indeseable para millones de catalanes que tienen más que superada la obsesión retrógrada de un patrioterismo hortera y violento, pero que están siendo agredidos y perseguidos por el gobierno del partido popular e incluso por jueces como Lamela, capaces de consentir un gobierno delincuente sin llevarlo a los tribunales, o el que ha paralizado  procesos como el del accidente del Metro de Valencia, pero al mismo tiempo capaces de encarcelar simplemente por organizar manifestaciones reivindicativas del nacionalismo catalán a personas cuya trayectoria delictiva es nula, al contrario, dedican sus vidas a promocionar valores humanos y culturales, como es al caso de Omnium o de la Asamblea Catalana...pero, claro, para esta justicia a la española, el delito no es lo que se hace, sino de parte de quién se hace, y sobre todo, si se habla y piensa en catalán y no en cristiano. Mantenella y no enmendalla de cara a la tiranía obsesiva que ya se ha convertido en un reto irrenunciable para el pp.


Jueces como Lamela o fiscales como los que padecemos, son el producto indiscutible de una España sin conciencia ni auto-control ético, que hacen fetiches de las leyes y armas rupestres como hachas de sílex y no códigos de humanidad y justicia como deben ser en realidad. Catalunya para querer seguir en el estado español sólo necesita que el estado español cambie de comportamientos, sea demócrata de verdad, tenga una oposición tan decente como para echar al pp y no potenciarlo en lo peor que tiene, que es su cerrazón y su soberbia sin límites unida a una tendencia sociópata muy preocupante y a una ley del embudo escandalosa y cínica.
Una vez sacado ese partido de las instituciones y vetado para acceder a cargos públicos hasta que se regenere y esté operativo para el bien común, convocar un referéndum estatal en el que se elija democráticamente eso que siempre nos han dado hecho y nunca hemos podido elegir porque venía ya inscrito en la Constitución postfranquista como salvavidas de emergencia: el modelo de estado.
Hasta que eso no suceda Europa va a tener que aguantar una España esquizofrénica, con una clase política feroz y cruel igual que un marido psicópata maltratador, que en Bruselas es Dr. Jekill y en casa propia Mr. Hyde.

Haz caso, Europa, a la llamada de socorro de Catalunya y presiona y desenmascara a ese Rajoy como presionaste a Zapatero para quitarnos la soberanía económica eliminando sin ningún obstáculo el artículo 135 de la Constitución para llevarte beneficios sin tener en cuenta el sufrimiento social que provocaste y la injusticia de convertir en deuda pública la deuda privada de los bancos con el fin de hacer rentable el déficit de Wall Street pasado por el BCE; puede que esto sea sólo el principio de una fragmentación de base ciudadana europea, si la ciudadanía descubre y comprueba en casos como éste, que en realidad Europa no es un proyecto sociopolítico de convivencia solidaria entre estados europeos empeñados en construir el bien común a través de la democracia y la justicia, sino una simple transacción de beneficios financieros y de egos irresponsables pseudopolíticos asociados para vivir a cuerpo de rey a costa de los pueblos de Europa, sin más futuro que disolverse por falta de base democrática y ética, o ser una dictadura bancaria, burocrática y antisocial.



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