Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Bajo la dirección de Antonio Caño, El País está alcanzando un nivel de sectarismo, manipulación y promoción de falsedades que está convirtiendo a tal rotativo en un mero instrumento de propaganda en defensa del status quo, especialmente hostil a las nuevas formaciones progresistas que lo cuestionan, utilizando todos los medios para destruir a los que la dirección de tal rotativo considera sus adversarios.
Ya denuncié en su día tal comportamiento, que alcanzó su máxima expresión cuando presentó la ovación que recibió el ex alcalde Pasqual Maragall en el estadio de la Vall d’Hebrón (totalmente abarrotado de gente -3.500 personas- para escuchar a Pablo Iglesias) como un abucheo. El gran aplauso que el popular ex alcalde de Barcelona recibió al entrar en el estadio se convirtió en un abucheo en el informe escrito al día siguiente por el corresponsal de tal rotativo, el Sr. Francesco Manetto. Y, como era de esperar, esta noticia fue reproducida en muchas otras contribuciones en tal diario, como en la columna del intelectual orgánico del pujolismo, el Sr. Joan B. Culla, que se refirió a tal supuesto abucheo como un claro indicador del supuesto anticatalanismo de Podemos. Escribí al rotativo pidiendo que corrigieran dicha información, sin recibir respuesta alguna. Jamás hicieron la corrección (ver mi artículo Manipulaciones y Mentiras en El ‘País’. 30.12.14). Yo he sido víctima de insultos y falsedades frecuentemente, sin que nunca hayan publicado mis respuestas.
La última manipulación y falsificación de El País: la cobertura de lo que pasa en Catalunya
Pero voy a referirme solo a una noticia en la que soy, una vez más, víctima de una manipulación grosera, carente de la más mínima ética periodística cuando se refieren a mi persona como uno de los “intelectuales que lleva años defendiendo con vehemencia la secesión de Catalunya de España”. Tengo que decir que incluso para los estándares de mentira y manipulación a los que nos tiene acostumbrados El País bajo Antonio Caño, esta mentira y manipulación consigue ser un récord. Me tuve que leer el artículo dos veces, pues la osadía (en lenguaje popular, la cara dura) alcanzó un récord. Pero miremos primero lo que se dice y cómo se dice. En un artículo que se titula “Los profesores activistas del independentismo”, subtitulado “Un grupo de docentes catalanes en Estados Unidos lleva años defendiendo la secesión” (09.10.17), aparece mi nombre como uno de tales secesionistas, junto con nada menos que el economista más ultraliberal, más independentista y que aparece con más frecuencia en los medios de información del gobierno de Junts Pel Sí, el Sr. Sala i Martín, que es precisamente una de las personas que más he criticado en Catalunya y en España por su neoliberalismo extremista y por la escasa credibilidad y rigor que presenta en sus argumentos, incluyendo falacias económicas a favor de la secesión. El grado de ignorancia de mi postura y de mi trabajo que muestra el corresponsal de tal rotativo, Joan Faus, que escribe el artículo, es enorme, pues mi crítica e incluso denuncia de tal economista y sus falsificaciones en su campaña independentista es bien conocida y ha sido publicada extensamente, tanto en Catalunya y en España como en EEUU.
Pero, por si fuera poco, la prueba de que el Sr. Joan Faus muestra como ejemplo de mi sensibilidad supuestamente secesionista es que firmé una “Carta abierta sobre la represión política en Catalunya” junto con mi amigo Noam Chomsky y otros 47 profesores. Dicha carta, sin embargo, no habla nada de la secesión. Lo que hace es denunciar la represión que el Estado español está imponiendo a la población y a las autoridades catalanas, represión que alcanzó su máxima expresión en la brutal agresión que las instituciones públicas de la Generalitat, incluyendo las Universidades públicas catalanas, recibieron, hechos denunciados por la prensa y por la comunidad internacional, en el 1 de Octubre. Tal represión, y más tarde brutalidad policial del 1 de octubre, tenían elementos comunes a la represión policial del régimen dictatorial que yo viví en los años cincuenta en Barcelona, cuando participé en la resistencia antifasicsta. Es, además, conocido que soy miembro del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos y de la Ejecutiva de Catalunya en Comú, ambos críticos con el referéndum, aun cuando defienden el derecho de la ciudadanía de Catalunya a decidir su articulación con el Estado español, lo que les ha llevado a apoyar tal movilización como acto de afirmación de ese derecho, sin con ello reconocer tal movilización como un referéndum.
El referéndum es un instrumento para ejercer el derecho a decidir pero tal derecho incluye el derecho a escoger entre varias alternativas, una de las cuales es la secesión, alternativa que ni yo ni ninguna de estas formaciones política favorece. Además fuera el que fuera el resultado del referéndum del 1 de Octubre (que no podría definirse como tal, pues no estaba pactado con el Estado central, no teniendo, por lo tanto, las garantías que requiere un referéndum), tal resultado debería negociarse con el gobierno central. Estar a favor del derecho a decidir –soberanismo- no es sinónimo de pedir la secesión de Catalunya. Existe una diferencia entre el soberanismo y el independentismo, distinción que parece demasiado compleja y difícil de entender para un rotativo de carácter tan propagandista a favor del status quo (que nos ha llevado a la situación actual) como es El País.
Una última observación. Tengo que pedir a mis lectores que me ayuden a difundir este artículo que intenta corregir las mentiras y falsedades que aparecen constantemente en El País, y que denuncien tal comportamiento; y si comparten mi enojo, escriban al director de El País criticándolo, como yo mismo he hecho. Aquí reproduzco la nota que le envié a El País:
En su artículo de hoy, “Los académicos activistas del independentismo”; (9/10/2017, p.26), me sorprende enormemente ver mi nombre en dicha lista, pues yo no soy secesionista. La carta que firmé, a la que el artículo hace referencia, no pedía la secesión, sino que protestaba por la represión del Estado, impidiendo el desarrollo de un referéndum, represión que alcanzó su máxima expresión el 1 de octubre. El artículo confunde la demanda de un referéndum, que apoya la mayoría de la población en Catalunya, con la demanda de secesión. En realidad, creo haber sido uno de los profesores más críticos de los autores independentistas que ustedes citan. Su corresponsal tendría que haberse informado mejor de mi trabajo.
Vicenç Navarro
10 de octubre de 2017
Barcelona
Espero (aunque con cierto escepticismo) que El País rectifiqué estas falsedades por dignidad y ética periodística.
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Esta es la carta al director que he dirigido a El País, en apoyo al
Profesor Vicenç Navarro. La dejo aquí por si alguien más se anima a
cooperar en denunciar injusticias y manipulaciones mediáticas. Tenemos
que dejar de ser mayoría silenciosa y hacer constar donde sea pertinente
lo que nos parece injusto y manifiestamente mejorable, tanto en
instituciones como en los medios de información que gestionan el relato
social y político, y dejar constancia de que no somos carne de cañón
desinformativo.
Señor Director de El País:
Le
escribo porque he leído un artículo muy preocupante del Profesor
Navarro,( al que habitualmente sigo en el Diario Público), para dejar
constancia de mi disgusto y preocupación por el deterioro galopante de
la ética en los medios de comunicación españoles, en cuyo proceso
observo con tristeza desde hace bastante tiempo que El País va a la
vanguardia (y no es un juego de palabras facilón, por desgracia) .
Tengo
años suficientes como para haber visto nacer ese diario que Vd.dirige y
he seguido su trayectoria ejemplar y fidedigna durante mucho tiempo.
Debió ser más o menos con el cambio de manos de Prisa a Mediaset, cuando
comenzó visiblemente el declive que me fue haciendo dejar de comprarlo y
leerlo; aun así de vez en cuando intento retomarlo y no puedo, sus
contenidos éticos y analíticos han perdido y pierden exponencialmente el
rumbo sano de una democracia inteligente y ética. Ya no es fiable su
información sesgada a favor del poder establecido aunque ese poder sea
nefasto para la ciudadanía.
Sería magnífico que Vds.
comprendieran lo que sentimos los lectores y lectoras cuando vemos
conductas y actitudes tan injustas y poco limpias como, concretamente,
lo que ha sucedido con el trato al Profesor Navarro; nadie merece que se
tergiverse su trayectoria y se manipule la información acerca de su
persona. Y menos aun que sea El País, una publicación tan valiosa y
digna de crédito al final de la dictadura y durante la Transición. El
fin no puede justificar los medios, ni los intereses tergiversar la
verdad de los hechos, intentando pasar los aplausos por un abucheo, como
en el caso de Pascual Maragall, que ha escandalizado a media España. Y
la guinda de la copa ha sido el despido de John Carlin por el tema
catalán. Si ya no cabe la crítica ni disensión, adiós periódico.
No
sé si servirá de algo esta carta para animarles a retomar el camino
perdido. Ojalá. En cualquier caso deseo que quede constancia de lo que
está significando para miles de españoles haber perdido un baluarte de
la decencia periodística como lo fue El País, ahora convertido en una
herramienta de manipulación descarada al servicio del poder y del
dinero. Una pena, de verdad.Y una pérdida insustituible.
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