lunes, 23 de octubre de 2017


Dialogar, ¿entre quién?

Publicada 22/10/2017 (Infolibre)

Hay momentos en los que la realidad nos desnuda. Buena parte de la tarea política y cultural está destinada a medir, cortar, pespuntear, vestir o disfrazar la realidad. La conciencia de que la sociedad es una sastrería imperfecta nos ha hecho perder la confianza en muchas cosas, incluso en la verdad. Los que se toman en serio el concepto de posverdad son unos nostálgicos. Sin conciencia histórica, admiten que vivimos después de la Verdad. ¿Pero hubo alguna vez una Verdad al margen de la vara de medir o del bastón de mando de la Historia?

Por mucho que intentemos vestir la realidad, hay conflictos en los que esa realidad llega a desnudarnos. No existen soluciones fáciles, incluso uno llega a pensar que no existe solución. La única salida realista parece ser la aceptación del dolor. Incluso de la catástrofe. Utilizo mucho la palabra incluso, pero es que las situaciones en las que la realidad nos desnuda, aunque en un primer momento nos atan a la tierra, acaban convirtiendo el mundo en un espacio parecido a La Inclusa, una casa de expósitos.

Para negarse a la catástrofe, no queda otra alternativa que sentarse a hablar de verdad, incluso sentarse a hablar sobre la verdad. No existen verdades esenciales, pero existen ilusiones sentidas como verdad. Pierre Bourdieu explicó en Las reglas del arte (Anagrama, 1995) que la illusio, sentida como adhesión al relato, es la premisa necesaria para que sean vividas de verdad las ficciones. En esta sastrería imperfecta y en rebajas que hoy es el mundo, con grandes colas en las puertas del negocio, gente apresurada para hacer su compra en situación de emergencia, ya no basta con decir que la Verdad del relato está al servicio del Poder. Habrá que buscar una verdad alternativa y transitoria, un relato y un poder que le devuelvan la dignidad a la política y al ser humano. No podemos prescindir de la ilusión, no podemos normalizar la catástrofe.

Confieso que el conflicto catalán me ha dejado desnudo. Estoy en La Inclusa. Desde hace mucho tiempo me afectan razones y sentimientos de rabia, solidaridad, disidencia, indignación y cansancio. No puedo renunciar a la ley democrática, ni puedo hablar al margen del amor.

Por eso no me basta con denunciar la mezquina irresponsabilidad del PP, capaz de abrir una brecha calculada en busca de su beneficio electoral. En nombre de la Unidad de España, han cultivado la amenaza del separatismo catalán para ocultar sus propias corrupciones y su política santificadora de la desigualdad, poniendo además en dificultades de identidad a los sindicatos y a los partidos de la izquierda. Tampoco me basta con denunciar a la derecha catalana, capaz de traicionar a su burguesía y a su tejido económico para ocultar su corrupción, su canibalismo y su propia liquidación de los servicios públicos. La illusio que ha creado de una independencia posible ha sido vivida como relato de verdad por mucha gente. La factura sentimental y económica, más allá de las lágrimas de los jóvenes que tienen en el banco 150 euros para darse un capricho a final de mes, la pagarán como siempre los más débiles, los que no alcanzan para darle un desayuno por las mañanas a sus hijos.

En la España repleta de banderas, incluida Cataluña, hay más de 13 millones de personas en el umbral de la pobreza. Por eso no me basta con denunciar a la derecha. ¿Por qué la izquierda no es capaz de sentarse a hablar? ¿Por qué no se puede articular un relato, una illusio que haga vivir como verdad y prioridad la conciencia histórica, el deseo de justicia social, la solidaridad, el respeto, la democracia profunda? Por qué somos incapaces de comprender el sentido de Europa y las lógicas del siglo XXI?

Pedimos una y otra vez que dialogue el gobierno del Estado con el gobierno de la Generalitat. ¿Pero dónde está el diálogo de la izquierda?

Se va a aplicar el artículo 155, se convocarán elecciones en Cataluña. Sea cual sea el resultado, sea cual sea la dureza o la gravedad de los hechos, el conflicto no lo solucionaran unas elecciones. La fractura sentimental de la sociedad catalana dolerá más allá de unos resultados coyunturales. ¿No es posible tomarse en serio la construcción de un espacio que procure mañana y pasado mañana el debate y el acuerdo político en vez del choque de trenes o el enfrentamiento de identidades?

Es irresponsable, muy irresponsable, que la izquierda busque en el espectáculo de las rebajas sólo motivos para robarle votos a los que son por necesidad, por esa realidad que nos desnuda, compañeros de viaje imprescindibles.

Es un artículo triste, ya lo sé. Pero este sentimiento de tristeza me parece hoy mucho más legítimo que las alegrías y las soflamas.

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Un gustazo leer a este hombre-verso libre. Es como un desayuno consistente y nutritivo para la reflexión y la conmoción del sentimiento. Y por esa vuelta de cucharilla con que remueve en el fondo los posos del té ayurvédico que me preparo por las mañanas para comenzar el día sanamente. Es parte del menú dominical, esta semana, pospuesto al lunes, claro. 

Hoy los posos que suben del fondo del inconsciente a la superficie reflexiva han sido dos aspectos, uno ya habitual: el concepto ilusión, illusio (del diccionario latino-español:ironía/engaño), enhebrado insistentemente al concepto de futuro, con el que mi sensibilidad interna no comulga ni forzándola con todos los argumentos a su favor habidos y por haber; ya me gustaría que la poética textura de libélula  con que la ilusión nos sobrevuela tuviese el poder transmutador de las realidades que necesitamos tanto como respirar, sería una maravilla, sobre todo para asegurarnos las raíces cómodamente, sin tener que trazar algo más que un acto poético en el éter de las voluntades impolutas, que confunden ensoñación con esperanza fundada en actos, decisiones concretas y transparencia sin ambages. Si soñar, hablar y hacer lo justo y necesario no se materializa en secuencia e incluso en simultaneidad liberadora de energía constructiva, mucho me temo que jamás se podría salir del cenagal de la tristeza y del desaliento, de la morriña, del yuyu, de la saudade, que en Rosalía de Castro es una extraordinaria conmoción pero que en la vida codo con codo, a toca teja, es una calamidad cuando supera lo momentáneo y se nos afinca en lo constante como un riego por goteo, se nos hace costumbre, como el té ayurvédico o el café de cada mañana. Si la poesía no nos llega a la voluntad, a las manos y a los pies, a doblar el espinazo cada día y se nos queda atascada exclusivamente entre la palabra y la illusio, apaga y vámonos, que el poder de la palabra poética o prosaica será un delicioso serrín, un delicuescente y quevediano polvo enamorado  a la hora de la verdad.

Necesitamos más herramientas en activo. Como propuestas y como sujetos dialógicos que las desarrollen. Pero no sólo en los parlamentos, sino fundamentalmente fuera de ellos para dejar de ser rebaño pastoreado por élites gañanescas. Necesitamos con  urgencia inexcusable retomar el 15M con el nombre que sea, pero con la misma esencia libertaria y organizativa donde nadie sobra, nadie es imprescindible y todos hacen falta. La energía insustituible del nosotros-yosotros, la fusión de todos los pronombres personales en el objeto directo y sujeto agente de una conciencia plural y unida en su finalidad vital: amor, que desdoblado por la idea y la palabra hecha manos, pies y espinazo y ego que doblar en el curro compartido, se convierte en soluciones, en derechos, justicia, igualdad, libertad solidaria, empatía sin ñoñeces, cariño fraternal y dignidad humana, simpática con la Naturaleza además de empática con nuestros semejantes. Hechos carne y alegría y liberados por fin de la frustración y del pathos dulcemente bloqueador de la illusio. La poesía no habita solamente en el retal inconcluso  de melancolía, la añoranza y la nostalgia, sino también en el gozo realizador de la verdad pequeña y modesta, sin mayúsculas, sin marco incomparable: en la experiencia del latido constante del corazón que piensa y decide y del cerebro que aprende a sentir y en las acciones que entre los dos proponen y realizan. 

El otro aspecto ha sido este párrafo:
"Es irresponsable, muy irresponsable, que la izquierda busque en el espectáculo de las rebajas sólo motivos para robarle votos a los que son por necesidad, por esa realidad que nos desnuda, compañeros de viaje imprescindibles."
Un punto sin retorno en la reflexión, pero al que quizás le falten nombres y datos por concretar. En los momentos duros, dramáticos y decisivos la claridad de lo concreto sirve para poner puntos sobre las íes y transparencia en el mogollón con  una urgencia de compromiso neto y transparente, llamando a las cosas por su nombre sin miedo. Hay que decir la verdad sin circunloquios. La izquierda no es irresponsable, sino que hay fracciones políticas que apuntadas a la izquierda, en realidad son liberales de derechas moderadas ataviadas con el ropaje demagógico de una izquierda elitista (que es en sí un oxímoron) que ni ellos mismos se creen y por eso dan una de cal y otra de arena. Un sector se llama Psoe y otro Izquierda Abierta, que de tan abierta se le han caído las bisagras. Unas teóricas izquierdas que claman por el debate, pero no tienen el impulso de convocarlo y cuando la izquierda normal y plural de verdad capaz de superar la tiranía del ego colectivo d de las siglas (iu, pc, en comú, podemos, mareas, equo, compromís, bildu) abrazando la verdad compartida de la necesidad lo convoca con fecha y lugar, como un domingo de septiembre en Zaragoza, antes de lo irremediable, no acuden a la cita de sus izquierdas hermanas porque la idea de la convocatoria no ha sido suya sino de un populacho desorganizado que le quita votos al su ya perpetuo per saecula saecolurum amén, que en el fondo les permite seguir reinando en sus taifas y viviendo de un sueldo, del que Teresa Rodrígez ha hecho un estudio sintético fabuloso en el vídeo, que de paso aclara el porqué de tanta incompetencia y de tanta falte de compromiso ético en demasiados políticos de izquierda y cháchara teórica, pero de  derecha silenciosa y práctica. Sus hegemonías, aunque diezmadas por la incompetencia, son un gasto inútil para el pueblo, pero vitales para la supervivencia de un cegato o hipermétrope, "aquí estoy yo y mi circunstancia, o sea, mi sigla, que es lo que importa por encima de la plebe inculta, ignorante y tonta, sobre todo tonta. Una élite nunca es pueblo y viceversa. Ay, si no fuera por nosotros...los que,de verdad de la buena,somos la izquierda". 

Ya digo, el mejor favor que esas bellezas raras de la política española le podrían hacer  a España, es reconocer que no son izquierda ni derecha sino una tibia papilla para inapetentes y estómagos de élite. Sólo eso. Y un obstáculo que solo sirve para descuajaringar en la práctica las verdades que proclaman en sus sermones hablados y escritos cuando se contrastan con la realidad que ignoran a posta, porque tiene que ser a posta, con lo evidentes y aplastantes que son esas verdades para la ciudadanía no es posible que los actores del psicodrama no se enteren de nada y si fuese así, habría aun más motivos fundamentales para dejar de votarles de una puñetera vez, perdiendo siempre ante la barbarie y la estupidez. 

Resumen: ni el Psoe de Sánchez y Díaz ni la IzqA de Llamazares y compañía han sido capaces de ser una izquierda dialogante y asamblearia cuando no  consideraron oportuno asistir a esa asamblea difícil y comprometida de Zaragoza, en la que de modo ejemplar hasta gente de la derecha, demócratas de verdad tuvieron el valor  de participar y exponer sus ideas y propuestas, -aun rodeados de fachas agresivos desatados en el exterior-, se comportaron como izquierda inteligente antes que como derecha estúpida, dejando en evidencia y ridículo a una ¿izquierda? ausente y tiquismiquis con muchos más remilgos que conciencia. Como diría el Profesor Vicenç Navarro, así de claro.

Ya es hora de que en vez de matar al toro de  la democracia entre todos los toreros de mala muerte, se le coja por un cuerno con amor y  se le lleve de vuelta serenamente a la dehesa de la pluralidad y de la ética, de la escucha, del diálogo de verdad y de la lucidez, que al parecer los toreros de corta y pega, no tienen ni idea de donde puede estar ese espacio sine qua non. Al contrario, parece que nunca dispusieron de mapa ni de brújula para el camino al revés, desde la estocada mortal de las egopatías a la vida en común de la conciencia.


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