Por qué lo que ha sufrido Mónica Oltra no es un escrache sino algo peor.
No, lo que ha sufrido Mónica Oltra no es un escrache. Parece mentira que haya que explicarlo. La vicepresidenta de la
Generalitat Valenciana y dirigente de Compromís no ha tenido a la puerta
de su casa la noche de este miércoles a miembros de un colectivo
indignado por alguna de sus decisiones de gobierno, un tipo de acción ya
de por sí rechazable porque hay que tratar de mantener en la esfera
pública los conflictos y no llevarlos nunca al ámbito privado.
Lo que ha tenido Oltra a la puerta de su casa es un grupo enmascarado
de nazis que no protestaban por nada concreto sino que la señalaban y
amenazaban por ser lo que es, mujer, demócrata, de izquierdas y
valencianista. Lo han hecho con la lógica bárbara del fascismo,
envueltos en la ola de nacionalismo español que ha levantado el
gravísimo conflicto en Catalunya y alentados por la abusiva retórica de
la derecha valenciana al estigmatizar a los adversarios como "aliados" o
"marcas blancas" del independentismo catalán.
Han ido a por Mónica Oltra porque es 'judía', en el
sentido metafórico de lo que eso ha significado en la historia. Su
condición de símbolo de un sector de la izquierda valencianista es lo
que ha sido atacado. Da igual que se haya pronunciado públicamente por
el diálogo y que haya pedido al presidente de la Generalitat de
Catalunya, Carles Puigdemont, como hizo también Ada Colau, que no
declarara la independencia. La cosa no va por ahí, sino por continuar la
cacería de disidentes que empezó con el "a por ellos" y tuvo un momento
grave en las agresiones ultras contra la manifestación del 9 d'Octubre
en Valencia.
El nacionalismo español, tan
irresponsablemente alentado por sectores impensables de la política, la
intelectualidad y los medios de comunicación como respuesta al
rupturismo independentista catalán, tiene un siniestro fondo de armario
que huele a falangismo, a dictadura, a franquismo y autoritarismo. Nada
puede ser peor que "normalizar" las partidas de caza de la extrema
derecha contra los demócratas como un escrache, por polémica que resulte
esa forma de protesta. El fascismo está aquí y es fundamental no
confundir a quienes defienden un punto de vista con los totalitarios que
quieren acabar con los "otros".
La permisividad que
se arrastra en el País Valenciano desde los tiempos convulsos de la
transición con la agresividad de ultraderecha pasa ahora su factura.
Parecen haberlo entendido la fiscalía y el delegado del Gobierno en la
Comunidad Valenciana, Juan Carlos Moragues, que casi por primera vez han
abierto una investigación y detenido a más de una docena de conocidos
fascistas, respectivamente.
La bestia incubada
durante décadas ha detectado una oportunidad con tanta bandera
rojigualda y tanta dureza patriótica a su alrededor. ¡Cuidado! En media
Europa ya la tienen sentada en sus parlamentos. Aquí está empezando a
campar por las calles. Es básico entender que entre un "escrache" y una
"razia" existe una diferencia abismal. La diferencia entre el fascismo y
la libertad.
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Una prueba más de ese fondo tenebroso del fascismo que la transición escondió en las cloacas del poder, al no atreverse el estado a limpiar debajo de las alfombras de la historia reciente, como se debería haber hecho serenamente y con lucidez a lo largo de los 14 años en que el Psoe fue mayoría parlamentaria con Felipe González como jefe del gobierno y cuyo fiasco y agotamiento en vez de dar lugar a un gobierno de izquierda unida, que hubiera sido lo normal en caso de fallo en la socialdemocracia, si la ciudadanía hubiese estado limpia de adherencias, miedos y confusión. Ojo, que en este caso el término limpiar no tiene nada que ver con el concepto franquista de encarcelar o eliminar seres humanos con distintos criterios a los de la mayoría. Ni mucho menos.
Cuando hablo de limpieza lo digo desde la opción de crear una nueva conciencia social más evolucionada, más humana y útil, y eso no se impone con la policía y la Guardia Civil como hizo Franco y está haciendo el pp ni a golpe de juzgados, sino que forma parte de la educación elemental, y de una pedagogía social también para adultos, abierta a un horizonte limpio en valores regenerados, con hábitos de conducta donde la sociedad ya no se rije por el miedo, la amenaza, la desconfianza y el tapadillo, la chulería prepotente, la ignorancia, el machismo, los malos tratos como cosa natural, la cerrazón y la violencia reprimida y oculta en el eufemismo de "lo legal" y de "la buena educación" que consiste en callar porque no se sabe escuchar de verdad, algo que depende de la empatía y del respeto y de no identificar a las personas ni a una misma con las ideas políticas o religiosas que se practiquen en sociedad; así no se ha aprendido a dialogar ni a debatir si no a machacarse en plan vencedores y vencidos y en ese silencio forzoso se ha desarrollado odio y rencor sordos e inexpresables durante años y generaciones, hasta que un día, por cualquier motivo que enfrente ideas y problemáticas, estalla con una virulencia volcánica que nadie esperaba tener dentro de sí ni ver en los demás.
Esa conciencia y esas herramientas políticas y sociales de la limpieza compartida y cívica nunca las hemos conocido en ningún gobierno de la transición, más bien el trampantojo del "mejor no meneallo". Lo intentó suavemente Zapatero con el talante nuevo tras el desastre monumental del pp con Aznar y sus corrupciones, su guerra de Irak en contra de toda la ciudadanía y la respuesta sangrienta del 11M, pero sin éxito y no porque no lo hiciese bien, sino porque no lo podía hacer mejor: él y el Psoe como todos los españoles estaba y está condicionado por el mismo callejón inercial sin salida, por la misma pescadilla que se muerde la cola, por una herencia de dolor histórico y social sin curar porque nunca ha habido un diálogo abierto y público ni un relato compartido y transparente entre las partes y libre de tópicos, ni la naturalidad sanísima de admitir cada una de las partes los errores mutuos de nuestro pasado más próximo que ni siquiera son cosa nuestra sino de nuestro padres, abuelos, y bisabuelos, y se ha quedado todo en un enredo emocional intocable y absurdo, sacralizado, del que penden los fantasmas de héroes y mártires en un agujero negro en el que nunca se ha querido entrar, todos temen ser tragados por lo desconocido que puede estallar en la osadía de poner en marcha soluciones a lo que nunca se ha querido reconocer, ni se ha intentado ni se ha llegado a experimentar.
Ese panorama es el que está presidiendo ahora el enredo catalano-españolista, es el mismo que enfrenta la normalidad democrática con la "legalidad" inexplicable en una democracia del Valle de los Caídos y el Pazo de Meirás y la Falange, de los monumentos y las lápidas en las iglesias a los "caídos por Dios y por España" o las necrópolis en las cunetas. No se está discutiendo de verdad sobre independentismo o soberanismo, entre ser catalán o español, en realidad las banderas delatan que se está tratando de imponer un miedo contra un avance, una vieja monarquía apolillada y ya inútil por un lado (a la vista está que el rey no puede moderar conflictos como Jefe de Estado, porque forma parte del conflicto como rehén ideológico y anacrónico de una oligarquía política, que no social) y una propuesta de república federal por otro lado.
En realidad lo que se está debatiendo en el fondo es que el referéndum catalán es el símbolo de la asignatura pendiente de todo el estado español, catalán, vasco, gallego, valenciano, castellano, etc, etc...España sólo se desatascará cuando se pueda preguntar y responder a sí misma en libertad y sin una presión de pánico institucional poniéndola contra la pared de la castástrofe, qué modelo de estado considera más adecuado a su estructura social, política, económica y cultural. Catalunya representa el alma republicana desde siempre, Euzkadi está en un plano muy similar y el resto del país está dividido entre el tímido ,comedido y tiquismiquis espíritu pre-democrático de la Constitución que contempla de puntillas de refilón la plurinacionalidad histórica del estado y el espíritu feroz de los Toros de Guisando, donde sin consultar al pueblo, como era lo normal en el siglo XV, -pero no en el XXI- se decretó por gónadas y pactos entre reyes la mar de católicos, la unidad militarizada de España a pesar de ella misma y la poda radical de su plurinacionalidad que fue una sangría de guerras internas donde el pueblo se alzó en Comunidades y Germanías o hermandades, hartos de ser la moneda de cambio entre reyes y nobles, territorialidad libre que por ejemplo Alemania siempre conservó y conserva aún en sus landers, a pesar de haber sido el origen de un Imperio con Maximiliano I de Austria, del que la misma España formó parte a través de los hijos de Juana de Castilla, 'alias la loca' y de Felipe 'el hermoso', padres de Carlos y de Fernando, herederos del imperio, del que España no aprendió nada, como nos lleva demostrando cinco siglos en plan Stanhome, casa por casa, familia por familia, cacique por cacique, bandera por bandera.
Mientras la España del miedo y las bravuconadas no cambie y siga montando pollos como el Cerco de Granada en plan yugo y flechas contra Boabdil cada vez que una autonomía intente explicarse y reclamar una federalidad propia del siglo XXI, que no tiene por qué romper nada si no se tira de los extremos, y la mayoría de españoles canten tan contentos "a por ellos oé", siguiendo la bandera de la santa tradición, -que tanto se parece a traición- no saldremos de la ciénaga por más que se maree la perdiz. No se puede traicionar a nuestro presente por aferrar un pasado funerario al que, -por relato político más que actual, interesado en las momias avalistas de una dictadura-, hemos concedido un valor exagerado que en realidad no tiene hoy, aunque lo tuviese en su momento, en un tiempo donde callaban bocas y hablaban armas.
He leído comentarios escalofriantes estos días seguramente producto de la psicodelia mediática que ha producido el momento, que confirman lo que digo: en los medios hay gente que propone la creación de un partido de extrema derecha que saque del pp el fascismo recalcitrante. Cómo es posible no ver que es el pp la extrema derecha, -Faes lo dice todo: Falange Española- y que por eso esa misma extrema derecha se considera perfectamente representada y el pp la considera su más fiel bastión elector, ¿qué pretenden que se automutile dando lugar a un autorival político? Para eso ya está c's, que lo supera en reaccionario y prietas las filas. Estos brotes alucinógenos de odio en conserva de los ultras, son la quinta columna del pp xd!, el modo en el que decirle a Mónica Oltra que le puede pasar lo mismo que a Companys. Es Pablo Casado en versión valenciana y rupestre.
Si no hay partidos ultrafachas no es porque España no los produce, sino porque ya están en el pp y forman parte de la marca España, que sin ellos no tendría sentido.
Quienes deberían replantearse donde están metidos son las personas más decentes y civilizadas que están convencidas de que el pp y c's son una derecha liberal inofensiva y de que el Psoe es la izquierda y Unidos Podemos antistema, que es lo que están vendiendo los medios de comunicación más conocidos, en papel y en forma audivisual. Si fuesen a Alemania o Francia, verían la diferencia abismal que hay entre el pp y c's y la democracia cristiana de Merkel, que al lado de lo nuestro es roja perdida y de Macron, que es por el estilo.
Junto a la invitación de no votar en Catalunya por parte del ex-fiscal general y ex podemita Jiménez Villarejo, el otro shock me lo ha causado leer al Juez Garzón, un magistrado que siempre me ha parecido de una lucidez notoria para su profesión y condicionamientos leguleyos y cuyos libros materialmente he devorado. Sí, me ha dejado de estuco leer que para él el modelo perfecto de unidad española es el de los Reyes Católicos y su gloriosa historia, y comprobar que aun a quienes están empeñados en abrir las cunetas y rehabilitar la dignidad de nuestros muertos por la banda izquierda, les ha abducido igualmente una parte de su conciencia la misma trama cuyas consecuencias quieren combatir sin haber descubierto aun que en España ni ellos están libres de la toxicidad franquista, gracias, precisamente, al recuelo de la transición que nos ha vendido una democracia teórica para tapar una dictadura añeja pero real y corrupta como su origen. Y tan bien camuflada que se ha colado por todas partes, como ya pronosticó su autor, con lo de atado y bien atado.
Así la derecha liberal aparente es la tapadera de la extrema derecha y el partido socialista es la derecha liberal. Y Unidos Podemos, Equo, Compromís y lo que los despistados e influidos llaman extrema izquierda y antisistema, es la única izquierda socialista de que disponemos a día de hoy.
Gracias a los traumas mediáticos de esta semana, me han encajado las piezas del puzle político y social. No hay mal que por bien no venga.
Así la derecha liberal aparente es la tapadera de la extrema derecha y el partido socialista es la derecha liberal. Y Unidos Podemos, Equo, Compromís y lo que los despistados e influidos llaman extrema izquierda y antisistema, es la única izquierda socialista de que disponemos a día de hoy.
Gracias a los traumas mediáticos de esta semana, me han encajado las piezas del puzle político y social. No hay mal que por bien no venga.
España no se ha lavado aun las legañas después de la pesadilla franquista que ha llegado a descodificar como una herencia respetable que supo educarnos mientras nos lobotomizaba por lo bajini y por ello no ve tres en un burro, se lo han impedido las lentillas de la transición que aun le hacen ver chiribitas psicodélicas haciendo ondas de colores y banderas a juego por todas partes menos por la democracia real, los derechos y las libertades.
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