jueves, 3 de septiembre de 2015

Vamos muy bien


Si el plan para gestionar el dilema político que se plantea en Catalunya pasa por reconstruir un proyecto común y una identidad compartida desde el respeto y la diversidad pactando una reforma institucional que permita avanzar hacia un Estado plurinacional más horizontal e interconectado, gestionado desde la negociación, el acuerdo y la cooperación, asistimos a un auténtico desastre cada día más difícil de enderezar.
Ahora, si se trata de asustar a los catalanes para que vayan a votar creyendo que el fin de mundo es mañana, vamos como un tiro.  Conforme se acerca el 27S se dispara la adrenalina y aumentan las posibilidades de que acabemos autolesionándonos gravemente. En los últimos días ya han saltado todas las alarmas. Sobra testosterona patriótica. Falta política.
Primero fue la pasmosa reacción de los compañeros de escapada de Artur Mas, trazando una línea roja imaginaria entre la corrupción, Convergencia y el president como respuesta al remake de 'Misión Imposible, nación secreta' montado por la Guardia Civil. Solo era el principio. Aún nos quedaba por ver al Partido Popular convertido en azote de herejes y corruptos, como si en España habitaran cuarenta y seis   millones de amnésicos y Luis Bárcenas.
Después amanecimos con Felipe González y ese artículo donde compara lo que sucede en Catalunya con los terribles años que alumbraron el nazismo y el fascismo en Alemania y Francia, mientras avisa a los catalanes sobre el advenimiento de toda clase de males con ese cariño tan agotador del abuelo que vivió la guerra.

Ahora, en otro gesto de aprecio y afecto hacia Catalunya, nuestro Mariano Rajoy ha ido a chivarse de los catalanes a la señorita Angela Merkel para que ver si los ponía firmes con algún castigo y les amenazaba con echarles de la clase de Europa, aunque fuera con la boca pequeña.
La penúltima ocurrencia en semejante cadena de despropósitos la protagoniza el Partido Popular lanzando una propuesta para convertir al Tribunal Constitucional en una especie de supervigilante de la Ley dotado con poderes extraordinarios. Serían como 'Los Vengadores' de la Constitución. A sus jueces les caería el marrón de arreglar por la fuerza todo cuanto no seamos capaces de resolver por las buenas.
La presentación de semejante disparate fue encabezada por el candidato popular García Albiol, paseándose por el Congreso como estuviera en un mitin del partido. "Se acabó la broma", dijo. Me temo que la broma apenas acaba de empezar. Es un ejemplo más de lo mal que puede ir todo cuando se deja la política en manos de gamberros. 


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 Inciso  a colación:

Ojalá fueran gamberros de verdad; al menos habría algo  auténtico en ellos, porque normalmente el gamberro sabe que lo que hace son gamberradas y jamás se le ocurre fundar un partido político, ni presentarse a una elecciones ni considerar sus hazañas como  decisiones de gobierno y mucho menos convertirlas en decretos-leyes. Pero estos especímenes, en cambio, sí creen que gobiernan, cuando lo que hacen es simplemente pisotear, marcar con orina y heces el territorio que consideran suyo por derecho de cuadra, de manada, establo o chiquero, y además llaman leyes y decretos a las coces, mugidos, rabotazos, mordiscos y hasta cornadas, contra la ciudadanía, "funciones legislativas" que ellos jamás considerarían gamberradas, sino gobernar comodiohsmanda. Para ellos una verdadera gamberrada, por ejemplo, es un legítimo escrache que denuncie en público lo que sus 'leyes' no permiten que se arregle en el Parlamento, en el Ayuntamiento, ni en el Consejo de Ministros, cosas terribles, desordenadas, inhumanas y subversivas como parar un desahucio o hacer huelga general o marchas por la dignidad o pedir a un poli que se identifique antes de ser detenidos o/y apaleados por ocupar medio metro cuadrado de calle en una concentración o las manifestaciones para reivindicar justicia y decencia...en fin, que son una paradoja. Un oxímoron sin fuste. Una aporía sin más posible solución que la de que desaparezcan cuanto antes del horizonte político-social, sólo por interés del bien común. Sin inquina ni nada personal ni malintencionado. Pura higiene cívica y ética.

Está más que demostrado, aplicando al estilo ppoppular las leyes de Murpphy, que su cociente ético-intelectual sólo les alcanza para apoderarse de ministerios, subsecretarías, presidencias del gobierno central y autonómico, alcaldías, consejerías, diputaciones y escaños, pero se les agota y se les consume en el mismo lance del poderío disoluto y obsceno y ya no les queda fuelle  para distinguir las diferencias tan insignificantes y sutiles entre gamberrada y derechos humanos ni para encontrar similitudes entre su estrafalario modo de legislar y el ridículo pataleo bovino  institucional, que aplicado a las funciones estatales es puro terrorismo autoconsensuado. O sea - y disculpe el Profesor Losada la puntualización-, que no valen ni para gamberros. Que se nos han quedado hechos un bloque en lo suyo y ya está todo dicho. Así se irrita Mariano tantísimo cuando la prensa impertinente (poca) o los parlamentarios incordiones y tan maleducados (bastantes), que se empeñan en considerarlo humano recalificado, sin percibir, literalmente,  el pelo de la dehesa ni el tufo a chotuno irredento, insisten en que explique por qué hace lo que hace o ha dejado de hacer lo que hacía o por qué, directamente, no hace nada casi nunca y lo poco que pudiera o pudiese hacer en un momento de debilidad y delirio extremo, sería mucho mejor que no lo hiciera.

Dicen que de donde no hay, nada se puede sacar... cuando el cociente racional-emotivo no llega ni a la media básica es lo que pasa: se aprueban carreras, oposiciones y concursos en la enseñanza privada a base de pasta, bendiciones papales y jaculatorias devotísimas; y por el mero hecho del amiguismo y el chanchullo mutuo se trepa a golpe de dedazo, favores black, contratas al enjuague, adjudicaciones púnicas, complicidades gürteleras, agradecimientos y enchufes varios y poco a poco la deficiencia cognitiva se apiña, como la mugre que no se limpia, y muta en un grupo político devastador al que millones de inteligencias en el mismo estado le conceden a piñón fijo la mayoría absoluta mientras el resto de millones de lumbreras, en vez de votar lo contrario, se abstienen porque es más importante su enfado que la calidad de su vida, de su libertad y de sus derechos...No queda otra que aguantar el temporal durante cuatro interminables añazos. Lo llaman democracia con demasiada ligereza, o tal vez por negligencia calificadora y con una sobrevaloración  eufemística por las nubes, como el recibo de la luz. Pero esto de democracia tiene lo que yo de cosaca de Kazán.

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