Madrid es una de las ciudades que se ha unido a la red de 'ciudades
refugio' y ha mostrado su voluntad de dedicar recursos para la acogida
de estas personas
El Consistorio aprobó la pasada semana una partida de 10 millones de euros con este fin
El Ayuntamiento de Madrid despliega una pancarta de
"refugiados, bienvenidos" en su fachada. | M. Munera - Ayuntamiento de
Madrid
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Es la primera vez que la fastuosa horterada gallardonil, el rimbombante mamotreto del antiguo edificio de Correos, hoy ayuntamiento de Madrid, adquiere un sentido verdaderamente estético, como logro de la ética ciudadana, que es la verdadera belleza de cualquier comunidad de nuestra especie.
Ha tenido que llegar la ciudadanía de la mano de las candidaturas unidas populares, apoyadas por la candidatura socialista, para reivindicar el significado de la decencia municipal como voz de los madrileños y de los españoles, por lo que atañe a la capital del País como símbolo de unidad real y tangible. Mucho más intensa y aterrizada que el triunfo hipotético de cualquier rifirrafe soberanista de diversa inclinación.
La ciudadanía ante lo atroz de la globalidad desalmada no está para más circunloquios ombliguistas. Ya no es que este Estado que padecemos nos disguste y nos asquee hasta el aburrimiento, el hartazgo y la saturación indignada, es que la Realidad Mayúscula está dejando sin argumentos las obsesiones por las peleas domésticas entre corruptos y corruptoides, ya sean tri o cuatribarrados.
Un mundo despojado, renqueante, herido de pronóstico gravísimo, se desmorona debajo de nuestros pies y por encima de nuestras cabezas, aporreando la conciencia colectiva con los escombros del derribo inevitable y ya imparable. Y ésa es ahora mismo la prioridad ante la que se rebela, sin miramiento alguno, la ínfima estatura de los des-Gobiernos, la ridícula impotencia de los des-Parlamentos, el cínico refugio de los des-Senados y la futilidad inane de una des-Democracia institucional que nada tiene que ver con el verdadero sentido civil, ético y honesto al que aspira la salud ciudadana, con todo el derecho del mundo. Hasta aquí hemos llegado. Y no paremos. Esto sólo es el principio de ese futuro que todos invocan pero que, hasta ahora, pocos se han atrevido a convocar en serio.
La ciudadanía lo ha comprendido la primera y ha tomado el timón del barco votando una pluralidad decente y lógica. No más mayorías-rodillo. No más tiranía del establo sobre el aula y la biblioteca. No más vasallaje de la inteligencia colectiva al encerrinamiento analfabeto social de la manada informe y enferma.
Les guste o no, ya ha pasado el tiempo de sus cosechas arrasadoras y absolutistas, obstinadas en un sistema sin más salida que la destrucción sin más como fuente de riqueza minimalista en medio de un detritus cósmico aberrante y demostrando que no sirven como herramienta en la evolución de la especie. Y, como tantas veces se hace evidente cada día que amanece, las nuevas funciones requieren la creación y el desarrollo de nuevos órganos. Les guste o no, colorín colorado, el viejo y pésimo sistema se ha acabado.
Y el Ayuntamiento de Madrid, como portavoz imprevisto y circunstancial- aunque podría haber sido otro cualquiera y hubiese sido lo mismo-, se ha encargado de hacer la proclamación mediática y publicitaria, como símbolo del alma territorial compartida. ¡Ay, Carmena...ay, Colau..ay Ribó, ay, Kichi y todo el elenco de buena gente municipal! Ya quisiera el oro molido valer tanto como vosotras...como las ciudadanas y ciudadanos de los que sois transparentes portavoces.
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