miércoles, 16 de septiembre de 2015

La voz de Iñaki


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¿Qué deben estar pensando?

EL PAÍS 

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Uy, qué pregunta! Y qué optimismo, amigo Iñaki. Tengo una duda, respecto  a esta cuestión, que arrastro hace muchísimo tiempo: de verdad, de verdad, ¿piensan? ¿ o tal vez son pensados por pensamientos proyectados por otros que a su vez están igual, o sea,  en plena mecánica de intereses que están pero no son nada más que acción-reacción de unas mentes programadas y teledirigidas por impulsos externos y muy poderosos en sus inercias?

Con los años mi escepticismo al respecto ha empezado a tomar las riendas del criterio sobre la hipotética res cogitans politicante y sus secuelas y escuelas del dogma político-oportunista y que conste que  lo siento mucho, mucho; soy naturalmente optimista, pero en estas tesituras que comentas hoy mi optimismo no se sostiene en pie y se me queda en escuálida duda metódica. Y me ronda la idea de que tal vez ser y existir no siempre coincidan en el mismo individuo o individua. Y que tal vez no hemos acabado de pillar que Descartes al formular su tesis en latín apuntó con claridad su axioma: Cogito, ergo sum (soy), que   no equivale exactamente a pienso, luego existo, sino a pienso, luego soy.  De hecho existir deriva de ex-sisto, que significa simplemente 'establecer', 'colocar', 'situar' con la partícula ex, que junto a la acción verbal,  sistere,  indica una referencia de partida, de origen: estoy situada y actúo desde el espacio, el tiempo, la persona o la circunstancia modal, desde un punto determinado, pero nada más. Y con esa interpretación no acaban de ajustarse las piezas del puzle. Según demuestra la experiencia del conocimiento, ser no es lo mismo que estar o existir. 
Los mares, las montañas, los minerales, los conflictos, los problemas, las construcciones, los bancos, el dinero, el poder, están y existen, pero en realidad no son. Aunque los dos sean verbos auxiliares no equivalen al mismo contenido. Para ser, tengo la sensación, de que además de existir y estar, es preciso una forma de autopercepción cognitiva de esa 'seridad'. Y desde luego es evidente que el simple hecho de estar dispuestos, colocados o establecidos, tiene poco que ver con tener conciencia de sí y ejercerla, que se supone que es el significado más cercano a ser. 
Todo este berenjenal que acabo de describir me lleva a la evidencia de que para poder pensar resulta necesario haber superado, -o al menos estar en ello- la mera condición de existir y de estar y haber pasado a la autoconciencia del ser. 

Y viendo lo que veo, padezco y veo padecer a mis semejantes, a la Naturaleza, al medio social en que vivimos y al mundo en general, me pregunto ¿cuántos seres humanos implicados en asuntos políticos, económicos y sociales en general, son para poder pensar de verdad o si en realidad sólo se han quedado en el ex-sistir,?  o sea, situados, colocados, dispuestos en un lugar, en un tiempo y en una situación no determinada por ellos, sino ex, de fuera, por algo o por alguien, pero ahí se queda la cosa. Porque, simplemente, ese individuo ex-sistente es susceptible de colocarse y manejarse ad hoc, para algo determinado, para esto,  desde algo o desde alguien. Es decir se es objeto del pensamiento inducido de otros, mucho más que sujeto activo de un pensamiento propio que resulta imposible en tal estado. Se vive alienado por la propia estructura que proporciona la seguridad de una ex-sistencia sin esencia. Y la cosa se agrava cuando comprendemos que el pensamiento da forma a la idea y la idea, con la emoción, da cuerpo y energía al sentimiento, y que el sentimiento es la expresión de esa síntesis racional-emotiva, el puente que afina y une la razón y el instinto, y esa síntesis de racionalidad 'sentiente', el sentimiento, es  lo que nos mueve a  la acción. 


Pienso lo que significa que sea el pensamiento inoculado y manipulado lo que determine nuestras ideas, nuestro argumentario íntimo y se una a nuestras emociones, a nuestros instintos y unido a ellos condicione nuestros actos...sin pasar por el control de calidad de una conciencia personal, de un pensamiento propio, en el que cooperan el alma, la mente y la emoción, aliñados y armonizados por el espíritu que se manifiesta en la materia como su cáscara y parte mutable de sí, y que es la más lúcida manifestación de nuestro Yo consciente, creador y vivísimo. Como el hilo que ensarta las cuentas de nuestro collar esencial. Y nos hace "subir" las revoluciones de la percepción y de las ondas inteligentes con que nos intercomunicamos con la naturalidad de la vida en sí misma. 


Sin esa energía 'protectora' estamos indefensos totalmente ante la avidez y el poder del pensamiento gregario, masificado y embrutecido, que "guía" las tendencias humanas hacia la aceptación del embrutecimiento y la insensibilización de nuestros niveles cognitivo y perceptivo, y que como los mercados neoliberales, se ha independizado de toda inteligencia coherente y campa a sus anchas devorando y sometiendo todo lo que encuentra, y cuya metáfora se plasma con un acierto total en los "hombres de gris" a los que Michael Ende en Momo, atribuye la necesidad de fumarse el tiempo de los seres humanos o la fiera hambrienta y sin cuerpo de la Nada, que en su Historia Interminable va matando la vida  a su paso. Pocos autores para "adultos" han captado y expresado con más acierto algo tan fundamental y profundo, como Ende, un autor de relatos, aparentemente, "para niños", en un mundo donde los "adultos" llegan al éxtasis con Juego de Tronos y a la piedra filosofal con Anatomía de Grey. Y donde el éxito en la vida consiste en salir en Sálvame y escalar el estatus de príncipes y princesas del pueblo o en llegar a diputados vitalicios o a asesores de grupo parlamentario, que cobran más que un presidente de gobierno y sólo trabajan con utilidad cuando están inspirados, cosa que a veces no sucede en varias legislaturas. O sea nunca.



Ante esta cuestión, la respuesta que encuentro no me resulta gratificante. Al contrario, me deja en un estado de vacilación y recelo, que cada día las noticias y los acontecimientos cooperan a afianzar en su lógico tenguerengue. Es decir, que no creo que en ese estado sea posible pensar por una misma, puesto que se es parte de una cadena automática de transmisión de "valores" infectados de tontuna intrínseca y alienación inseparable. Se funciona, se está colocada, dispuesta, como una pieza más de un engranaje y para poder pensar es necesario ser, al menos capaz de reconocer que pensar de verdad es imposible en tal situación de ataduras mentales, emotivas e ideo-ilógicas en aluvión, ataduras que requieren la eficacia de una respuesta mecánica, no pensada, analizada y elaborada por una misma, aunque sea a partir de lo que se ha recibido como mensaje, sino acatada sin más por las prisas, la comodidad y miedo, para que el engranaje se mantenga y prospere. Y así es como veo a Mas, a Rajoy, a Pablo Iglesias, a cayo Lara, a Marina Albiol, a Llamazares, a Pedro Sánchez,  a Rivera, a Rosa Díez e incluso a algún que otro devoto de Compromís  y también de Esquerra Republicana o del PNV.  Y así es como también veo a sus fans. 


Por eso estoy cada día más convencida de que la única posible salida sana a todo este tinglado está en manos de una ciudadanía sin siglas, sin  -ismos, que siempre son modos extremos de separar lo que la vida cotidiana une sin más, sin mesías mediáticos, sin dogmas inamovibles, sin tentaciones hegemónicas ni necesidad de contar con una "maquinaria de guerra" a lo Errejón para asaltar unos cielos de plástico y corrompidos por el poder al mismo nivel que el de siempre, ni sacar los dientes y las garras del odio, la revancha o del  caciquismo aberrante, contra nada ni contra nadie, porque estaríamos cayendo en el mismo pozo negro de la tradición más cutre y castradora, sino una ciudadanía cada vez más despierta, autónoma de conciencia y más autoconsciente de ser. Para poder pensar sin ser pensada y remodelada por la mecánica tradicional de la acción-reacción del pasado hecho paradigma absoluto, y que no conoce la originalidad del pensar y sus resultados porque un conjunto de inercias repetidoras, desde luego no conciben ser capaces de pensar algo nuevo, si están adaptadas a la seguridad autómata de la repetición, aunque esa repetición las lleve constantemente al fracaso. Una ciudadanía menos susceptible de ser programada por la estructura de partidos basados en ideologías teóricas y no en la ética diaria del bien común aplicada desde la frescura de lo sectorial y bien tangible. 

En esa línea veo más cerca a Alberto Garzón, a Ignacio Blanco, a Teresa Rodríguez o a Miguel Urbán, a Manuela Carmena, a Ada Colau, a Villarejo, a Joan Ribó y Mónica Oltra, al Juez Garzón, a Pérez Tapias, a Ximo Puig también le veo apuntar en esa dirección y a ti también Iñaki, y a tu hermano Ángel y a Luis García Montero,  a J. M. Gordillo, a Kichi, a los alcaldes de Zaragoza y A Coruña, miles y miles de seres hermosos y tan válidos, y a las candidaturas más libres, sanas y progresistas  que ahora en común, han llegado al municipalismo y a las autonomías. Son ellas las que están colocando las líneas rojas de la ética personal y de la moral pública, de la política como servicio, como pedagogía cívica ,  y no como modus vivendi et 'trincandi,'  las que no se dejan seducir ni camelar por lo establecido -no tanto porque está establecido, como por su grado de incompetencia reincidente y degeneración democrática, aunque se presenten disfrazadas de maravillosos aparatos mediáticos- y porque son capaces de pensar además de ex-sistir. Algo que no es lo normal y habitual en los partidos; al contrario, entre la ciudadanía independiente y libremente comprometida en los asuntos públicos es imprescindible el pensamiento individual y compartido, dialogante, asambleario, confluyente desde cada originalidad particular, para enriquecer a la colectividad, sin personalismos egocéntricos, sino con el gozo de dar voluntariamente al mismo tiempo que se recibe, lo que dan los demás en su diversidad, en su controversia y en su disenso, también. 


Parece, si se mira sólo desde fuera, que algo así no sea posible, pero cuando se empieza sin prejuicios a caminar en común y en limpio, la misma dinámica facilita el entendimiento y llega más allá de lo que se imagina  a simple vista y desde lejos. Nos hace crecer. Y comprender que, de verdad, sólo pensamos cuando somos capaces de SER además de ex.sistir, in.sistir, re.sistir y co.ex.sistir, como máquinas e inercias mentales y anímicas, teleprogramadas por cualquier hegemonía ideológica embaucadora y hambrienta de poder. Y no es así. No. Al otro lado del muro de las inercias  asumidas como "normalidad" política, ideológica, económica, social y moral, bulle y respira otra vida. Afortunadamente!


                      



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