miércoles, 16 de septiembre de 2015

Si Rajoy no es responsable, ¿quién está al cargo?



Nunca en la historia reciente de España ha estado el país tan cerca de la ruptura y su máximo dirigente no se hace responsable. " No tengo la culpa de que haya más independentistas", dice Rajoy en esa misma entrevista donde admite que se pelea con su hijo por el Marca. ¿No la tiene? ¿Seguro? 



Gráfico independencia catalana
(Recordatorio: Mariano Rajoy llegó a La Moncloa a final de 2011)


Un pequeño repaso a los datos dice justamente lo contrario: el independentismo en Catalunya, minoritario durante décadas, se ha disparado desde que Rajoy está en La Moncloa. Ha sido el PP, desde el Gobierno, quien se ha enrocado en el inmovilismo y ha permitido que el incendio crezca. Fue el PP, desde la oposición, quien ejerció de pirómano contra la convivencia.
El PP, con Mariano Rajoy al frente, ha cometido tres errores. El primero, confundir sus intereses de poder con los intereses de los españoles, y azuzar un demagógico discurso anticatalán, tan rentable electoralmente en el resto de España como irresponsable para esa patria a la que tanto mencionan.
El segundo fue creerse su propia propaganda. Despreciaron los primeros síntomas y equivocaron el diagnóstico, convencidos de que el problema catalán era lo que les contaba Marhuenda en la portada de La Razón: "un suflé" inventado por Artur Mas y TV3 que bajaría tan rápido como había subido, que se arreglaría como todo lo demás, cuando acabase la crisis económica. Se equivocaron, y lo peor es que Rajoy y su soberbia han quedado atrapados en ese error, como cuando Zapatero se dedicaba a buscar eufemismos para no hablar de la crisis económica. 
El tercer error de Mariano Rajoy se resume en una expresión muy castellana: sostenella y no enmendalla. El líder político especialista en no hacer nada sigue fiel a su estilo, aunque sea por no llevarse la contraria. Estamos donde empezamos pero cada día un poco peor: bloqueados por la cerrazón de un presidente del Gobierno que confunde la inconsciencia con la calma y que sigue fumándose puros mientras todo el edificio institucional se viene abajo. ¿Votar? Ni de coña, que es "antidemocrático". ¿Reformar la Constitución? Tampoco, que "los países serios" no cambian su carta magna cada treinta años.
De cuando en cuando, hasta en el propio Gobierno surgen voces más sensatas, como cuando José Manuel García Margallo aboga por reformar la Constitución. El ministro de Exteriores recoge una opinión que cada día es menos minoritaria incluso entre la propia derecha madrileña: que hay que hacer algo antes de que Rajoy pase a la historia como el último presidente de todos los españoles, y el primero de Alemania.

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