No es la revolución. Pero a muchos ya nos pasó la edad de la
inocencia. El gran Costa Gravas lo resumía mejor que nadie hace pocos
días: "Tsipras tiene algo muy difícil de encontrar en Grecia, está
limpio". Hoy en día eso es mucho
Antes de la elecciones de enero resultaba
extravagante y algo tonto escuchar a los medios y cancillerías de media
Europa avisar de la llegada del fin del mundo si ganaba Siryza, a los
portavoces de Podemos proclamar que el cambio empezaba en Atenas y a
nuestro Rajoy contarnos que iba a predicar a tierra helena aclamado como
el apóstol del milagro de la austeridad.
Antes de
los comicios de septiembre resultaba no menos extravagante y tonto
escuchar a Pablo Iglesias decir que Tsipras debía ganar porque era un
león, o a Mariano Rajoy poner cara de póker cuando le preguntaban por
qué esta vez no había ido a predicar sus prodigiosos. Aunque justo es
reconocer que ninguno ha alcanzado los niveles de miseria de un
Varoufakis que aguardò al último día para renegar de Syriza .
Llevamos tanto tiempo discutiendo si Grecia es España o
se le parece que ya hemos olvidado quién es quién. Los griegos bastante
tiene con votar pensando en ellos. El sonoro triunfo de Tsipras acredita
la capacidad de supervivencia y la inteligencia de un político hábil y
valiente a quien hace unos meses media Europa quería matar
políticamente, pero ahora rezaba por su victoria porque se había
convertido en su mejor garantía.
La derecha que
arruinó al país tardará en recuperarse de otra derrota mayor de lo
esperado. La vieja izquierda que le ayudó se muere. Amanecer Dorado vale
lo que aguante su oportunismo. Una nueva generación tiene ante sí la
oportunidad de decidir el futuro de su país sin apenas hipotecas con la
política del pasado.
El resultado es bueno para
Tsipras, para Syriza y seguramente para Grecia. Está por ver qué
significa para una Europa donde Jeremy Corbyn acaba de llegar al
liderazgo laborista, España vota en meses e Italia podría ser la
siguiente. No sabemos cuánto puede aguantar aún el continente creciendo
por debajo del punto por culpa de una austeridad que ya sólo se sostiene
por pura ideología.
Las griegas y los griegos debían
elegir entre los mismos políticos que les han fallado y engañado
durante los últimos cuarenta años y los nuevos políticos que les han
fallado durante los últimos meses. Con buen criterio han elegido a los
segundos por una amplia y más que lógica mayoría.
Seguramente lo han hecho cansados y sin entusiasmo. Conscientes que el
futuro gobierno va a tener que sacar adelante el único programa de
ajuste y sufrimiento que nosotros, sus socios europeos, hemos aceptado y
parecemos dispuestos a pagar. Pero también la mayoría de ellos
convencidos de que sólo un gobierno presidido por Tsipras intentará
hacerlo repartiendo los costes y los sacrificios de una manera más justa
y equitativa y con la idea de una Grecia mejor en la cabeza..
No es la revolución. Pero a muchos ya nos pasó la edad de la inocencia.
El gran Costa Gravas lo resumía mejor que nadie hace pocos días:
"Tsipras tiene algo muy difícil de encontrar en Grecia, está limpio".
Hoy en día eso es mucho.
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