sábado, 26 de septiembre de 2015

¿Ciencia es igual a inteligencia?

“Habrá que salir de la Tierra para sobrevivir”

n. domínguez / j. salas Arona(El País)
El físico Stephen Hawking reflexiona en una entrevista con EL PAÍS sobre el universo y la importancia de la ciencia



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Cuando una supuesta "civilización" llega a resultados como los que estamos padeciendo en esta época, al límite, una se pregunta muchas cosas. Y no puede evitar un escalofrío al leer y contemplar a uno de los más considerados y glorificados genios de la ciencia planetaria, como es Stephen Hawking, pontificar sobre todo lo habido y por haber, como si tuviese en su mano las claves prefabricadas de un futuro inmutable y predestinado. El mismo sabio omnisciente que describió los agujeros negros como si fuesen una realidad tangible, al alcance de cualquier telescopio bien manejado y después afirmó, no hace mucho, no tener ni idea de que existan o no. Y todo según uno de los 'intérpretes' del universo más conocidos y valorados por los 'enteraos' y por los ignorantes a base de oír los sermones mediáticos sobre la ciencia de vanguradia o de retaguardia, -que nunca sabemos donde están los baremos de la maestría y de su antítesis-. 
Y me sigo cuestionando, con todo el respeto que merece un ser humano en condiciones de minusvalía tan lacerante, como las de Hawking, y pensando en la relación íntima que los seres humanos mantenemos, sí o sí, con la inteligencia cósmica de la que somos arte y parte, y si el muy insigne científico pueda estar influido en exceso, en su visión y percepción de la realidad y de las hipótesis sobre ella, por su condición de enfermo irreversible. En tal estado no es fácil superar las barreras del propio dolor y, en cambio, sí lo es extender, inconscientemente, alrededor de uno mismo el estado psicoemocional patológico y sombrío que se deriva de un largo calvario atrapado en  un padecimiento tan cruel, como es el caso del científico en cuestión.

Realmente no es posible vivir al margen de nuestras circunstancias fisiológicas ni mantener nuestra mente sana en un cuerpo hecho cisco y viceversa, no se puede tampoco mantener un cuerpo y unas funciones equilibradas si la mente está disminuída o averiada gravemente. Lo mismo que la salud y el poder sanarnos depende de que nuestra mente sea consciente de sus posibilidades creadoras...algo que la Física Cuántica y el propio Einstein han ido intuyendo y transmitiendo. Actitud científica e intelectual que el señor Hawking, por desgracia, no parece inclinado a compartir. Es una pena, desde luego, que la ciencia, lejos de servirle de alivio interior, parezca reforzarle en el peor lado de las hipótesis. Y tiene mucha lógica, aunque sea, en la práctica una tortura y una fuente de desesperanza para quienes le consideran un puntal de la ciencia. Y es cierto, para colmo, que, además, tiene razón, pues nuestros pensamientos y deseos, esperanzas y desesperos, son los que en realidad configuran el mundo en que habitamos y, tan frecuentemente, y más bien, por desgracia, vegetamos, al pairo de los acontecimientos, de lo que vemos de lejos y de cerca, de lo que nos cuentan sobre ello y de lo que imaginamos instintiva y automáticamente. 

Recuerdo lo que sucedió en la Salamanca de la guerra civil, cuando la ciencia del sabio y el poder fanático de la dictadura se enfrentaron en la Plaza Mayor en un acto oficial en el que participaban, como alcalde y Rector de la Universidad, Miguel de Unamuno y como representante del poder golpista, el general Millán-Astrayn. El militar había perdido en las guerras de África el uso de la mitad de su cuerpo. Una pierna, un brazo y un ojo, de lo que estaba, evidentemente, orgulloso. Su discurso incendiario animaba a los jóvenes a matar muriendo, según la "filosofía" de la Legión, -cuerpo militar fundado en África, por el mismo Millán-Astrayn, junto al joven Franco- cuyos componentes se llamaban a sí mismos 'los novios de la muerte', porque al ser un cuerpo suicida y desesperado debido al  curriculum de sus componentes, el único modo de limpiarlo era morir defendiendo algo mejor que ellos mismos, en ese caso a "la patria", que es el mejor camuflaje y tapadera de los intereses económicos y territoriales de las oligocracias, a lo largo de la historia humana, en este período donde el contenido geológico de la Era ha sido sustituido por otro contenido biológico, o más bien antropológico, al que andan calificando ya de Antropoceno. Aunque a la vista de lo que hay, podríamos también llamarle Entropo-ceno. Porque en realidad, es una entropía de origen humano degradado. 
Sigo con el relato: cuando el general golpista, acabó su arenga, el rector  Unamuno tomó la palabra y, sin pelos en la lengua ni grapas en el conciencia, como era su lúcida y honrada naturaleza,  respondió al militar, animando a los jóvenes a salvar España desde la vida y no desde la muerte, y como referencia poco ejemplar y recomendable, citó al propio Millán-Astrayn, indicando que no tuviesen en cuenta sus palabras, porque aquel hombre parecía desear una España mutilada por la mitad, como lo estaba su propio cuerpo. Ni que decir tiene que allí acabó la vida pública y profesional de Don Miguel de Unamuno. Lo secuestraron en la Casa de las Muertes, que era la casa oficial del Rector de la Universidad y una sórdida premonición sobre el propio destino de aquel inquieto buscador e imprevisible vasco universal, que en ella y en el exilio interior forzoso, acabó sus días. 
Algo parecido pasa con Hawking. Y me pregunto si su visión científica del universo siempre hostil y amedrentadora, como la que Millán-Astrayn proyectaba sobre España, no estará condicionada por su padecimiento y su doloroso bloqueo físico, del que no es responsable, como sí lo era el militar, que se expuso al riesgo de la mutilación; al científico, en cambio,  le ha asestado la vida un golpe terrible sin que él lo haya provocado. Al menos en el plano físico y tangible. Lo cierto es que se desconocen tantos campos sutiles de la interacción humana, que hasta ahora sólo podemos observar la acción-reacción materializada entre causa y efecto palpables, pero seguimos ignorando los múltiples campos en los que interactúan los pensamientos, la voluntad, los deseos, las pulsiones, el inconsciente y la genética que, además, nos educa y nos da las pautas básicas de los patrones de los comportamientos que a lo largo de la vida nos influyen, tanto para repetirlos como para anularlos. 

También me pregunto qué significan en realidad conceptos como "ciencia" e "inteligencia". Y qué valor les concede nuestro lenguaje. Ciencia, procede de scientia= conocimiento, y del verbo scire=saber. Inteligencia procede de la acción de comprender: Intellego. Palabra compuesta, a su vez, de dos conceptos: Un prefijo que indica "dentro", inte(r) ,más el verbo lego = "recoger con la mirada", "leer". Intellegere, por lo tanto, significa algo a lo  que no nos enseñan normalmente en la escuela: "leer por dentro", "conocer en profundidad". No interesa educar para "leer y conocer por dentro y desde dentro". Interesa, al contrario y sobre todo, la información veloz, pillada al vuelo, sin asimilar ni metabolizar,   sin tiempo para el análisis, porque ella facilita el poder. Tanto el poder de manipular como el poder defenderse de la manipulación, pero todo ese juego combativo y a la defensiva, en realidad solo es miseria precaria para gestionar y dar forma a más precariedad miserable. Y eso vale lo mismo para la ciencia que para la política, la economía, los negocios, el mercado y la sociedad en general. No ser capaces de ver el entramado "inteligente" de las cosas, de los acontecimientos y de las conductas, y hacer de esa "no comprensión" un sistema de vida, nos conduce a la locura, que crece y se agiganta al mismo ritmo en que nos desborda la importancia y la responsabilidad de lo que se inventa, se descubre y se explota como beneficio inmediato, siempre y cada vez más a corto plazo. Sin ver las consecuencias de un futuro que no importa, porque ya nadie de la época en  la que se pulula por el Planeta, lo habitará. No se puede ser más analfabetos ilustrados ni más despiadadamente irresponsables. Ni más ignorantes de los más elementales fundamentos de la sensatez. Precisamente convencidos de ser la flor y nata de la especie y no una enfermedad para el resto del ecosistema que nos rodea. 
Nacimos como un paso evolutivo del  biós (del milagro vida), y nos hemos convertido en los más letales antibióticos. Llenos de razones y motivos que justifican cualquier barbaridad que ofrezca a cambio dinero, poder, éxito, morbo, complicaciones que escondan el aburrimiento y placer, que dura poquísimo, porque en realidad no es nada más que un engaño de los sentidos. El placer de verdad, el que no tiene fin, ni cansa ni agobia, ni aburre , sólo lo experimenta el místico -que no tiene nada que ver con la religión, aunque a veces la religión, como la filosofía, una vez superada como herramienta, dé paso a la mística- y no se trata de colocones ni de melopeas etílicas ni de millones acumulados ni de orgasmos a tutiplén, como piensan algunas mentes preclaras acerca de las experiencias de los místicos, al leer a Teresa de Ávila, a Juan de la Cruz, Meister Eckhart, Francesco d'Assisi, el anónimo La nube del no saber, Rumi, Ibn Arabi o Ernesto Cardenal- , sino de un estado permanente de feliz comprensión, donde todo se explica por sí mismo y encaja en la sabiduría natural del amor infinito, sin violentar nada y sin tener que retorcerlo a la medida de la miseria cognitiva habitual, algo que hoy día, tanto el budismo tibetano como el zen y la psicología transpersonal, explican estupendamente. Nada más. Pero se ve que ese lumpen que nos ofrece la apariencia del caos es todo, la única y la máxima aspiración del frikismo aquíahorista.  En el que nos dejamos enredar utilizando nuestras magníficas e inexploradas posibilidades de scire, y su herramienta la scientia, y la capacidad a penas rozada de intellegere a la remanguillé para no dejar títere con cabeza. Ése y no otro es nuestro verdadero dramón. Todo lo demás deriva y mana de esa fuente, cuyo caudal es sólo confusión, estupidez a saco y prisas por disfrutarla,cuanto antes -la estupidez, claro-.
¿Qué habrá pasado con el CERN y su experimento maravilloso que iba  a abrir el día 23 un portal cósmico e interdimensional, -siguiendo las estela de la "partícula de dios", el bosón de Higs, a base de un presupuesto astronómico -para que todo tenga dimensiones cósmicas, of course-?  ¿Dónde están ahora aquellos seis mil científicos especialistas en saltos interestelares? ¿Por qué no explican nada de su aventura? ¿Acaso es que se han ido  por el portal etérico y ahora no pueden volver , o tal vez están atrapados en el reino de Dark Vader y los jedis, o quizás pillados in fraganti por las huestes de Mordor están haciendo un master acelerado de marketing de anillos, o a lo mejor como a Jodie Foster en Contact, al chocar con la antimateria dentro del mismo acelerador, se les han fundido los plomos neuronales y se han encontrado con que el conocimiento que no sabe mirar ni leer los mundos por dentro, intellegere, no existe y que miseria e ignorancia mano  mano, sólo generan más de lo mismo por mucho que se invente y se aprendan de memoria leyes para controlar lo que se desconoce y de lo que sólo se tienen ideas y elucubraciones fantasmales fuera de tiesto, pero tomadas alocadamente por brillante genialidad? 
Cada día está más claro que mientras esté sin aprobar individual y colectivamente la vieja e imperecedera asignatura del gnozi seautón  (conócete a ti mismo, -¡so calamidad!-) que era el lema de los templos de sanación dedicados a Asclepios, el primer médico divinizado de Occidente, que por cierto era griego, como Tsipras, Varoufakis, la mousaka, el sirtaki, la democracia y el Olimpo...no habrá CERN que nos salve de nuestra misma tontuna con ínfulas, que es la peor. Mientras tanto, con Mr. Bergoglio por esos mundos, ¡Kyrie eleison!...lo más aterrizado y cómodo de que disponemos... Y vuelta tras vuelta, erre que erre,  dále molino...Como borricos en noria...Ainsss!!!




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