La policía marroquí trabaja como línea de contención de la frontera
española en Melilla y bloquea la entrada de cientos de sirios en plena
crisis de refugiados
¿Por qué un país de tránsito les niega salir a España, que dice querer recibirlos? "No es cosa nuestra. Es política", dice un agente marroquí de la frontera
La Delegación del Gobierno español se desentiende de lo que ocurre a 200 metros de su puesto fronterizo: "Preferimos no meternos"
¿Por qué un país de tránsito les niega salir a España, que dice querer recibirlos? "No es cosa nuestra. Es política", dice un agente marroquí de la frontera
La Delegación del Gobierno español se desentiende de lo que ocurre a 200 metros de su puesto fronterizo: "Preferimos no meternos"
Gabriela Sánchez
- Nador -Melilla (eldiario.es)
"Sirios, no". La policía frena
el paso a una refugiada siria de 16 años y a un niño de siete. No se
trata de Hungría, ni Macedonia, ni Serbia. Se trata del paso fronterizo
de Marruecos a Melilla, donde de nuevo los agentes marroquíes trabajan
como línea de contención para la frontera de España, cuyo gobierno ha
afirmado estos días que estará ahí para lo que los refugiados necesiten.
"Sirios, no". Con estas palabras, los gendarmes les
impiden cada día, de forma casi automática y a unos 200 metros de la
Guardia Civil y la Policía española, alcanzar la protección
internacional que promete Europa. En la frontera melillense hay una
oficina de asilo que el Gobierno inauguró en marzo y a la que solo
acceden, y a duras penas, las personas de origen sirio y palestino.
Este episodio, presenciado por eldiario.es, no es algo excepcional en
los últimos días. Cientos de sirios están bloqueados en la ciudad
marroquí de Nador ante las dificultades de acceder a Melilla. Tras huir
de la guerra, optaron por esta ruta para evitar atravesar un mar que se
ha tragado miles de vidas. "Arriesgar tu vida en el agua para salvarte
no tiene sentido", dice uno de ellos. Pero la frontera de Marruecos y
España les frena.
Asha (16) y Hamed (7) lo intentan
otra vez. Ella se recoloca un velo que no suele cubrir su cabeza. Él
agarra su mano. Caminan rectos, decididos, con la ilusión de que se
convierta en el último intento. Pero no. "Sirios, no". Se quedan detrás.
Esa escena queda registrada en un vídeo grabado por eldiario.es. La
policía marroquí, vigilante siempre de que nadie documente estas
prácticas, borra esa y otras imágenes tras una exhaustiva revisión del
material en la comisaría de frontera. "Ha estado hablando con los
sirios", indica un alto cargo policial como única justificación del
escrutinio de los vídeos y fotografías.
¿Por qué
Marruecos, un país de tránsito, les niega salir a España, que dice
querer recibirlos? ¿Por qué no actúa como Macedonia o Serbia y les deja
pasar hasta el primer país europeo de su ruta? "No es cosa nuestra. Es
política", responde uno de los dos agentes fronterizos marroquíes que
frenaron el paso de Asha y Hamed.
Familias enteras están hospedadas en hostales de la
ciudad de Nador y en los alrededores de la la frontera hispano-marroquí o
duermen en sus calles aledañas a la espera de poder cruzar. Aunque el
Gobierno creó una oficina de asilo en Melilla con el objetivo de abrir
una vía legal para solicitar protección internacional, acceder a ella
cada vez es más complicado, según denuncian cerca de diez refugiados
entrevistados por este medio que aún permanecen en el lado alauí. "Solo
pasan quienes tienen dinero para pagar", cuenta con enfado uno de ellos.
"Yo no tengo todo lo que piden, y ya llevo aquí más de un mes", dice un
hombre que salió de Siria hace dos años.
Por esta
razón, aseguran, cerca de 200 sirios se manifestaron el pasado miércoles
frente a la frontera en una protesta que derivó en el cierre total del
paso por parte de las autoridades marroquíes durante cerca de una hora.
Algunos refugiados presentes en la concentración cuentan que recibieron
golpes de la policía alauí. Varios mencionan a una mujer embarazada
agredida por los agentes fronterizos. Sultán, el autor de este vídeo
cedido a eldiario.es, era una de las personas reunidas frente a la
hermética barrera.
Intentarlo durante el cambio del equipo policial en frontera,
disfrazarse con ropas típicas marroquíes o incluso colarse en
determinados momentos de despiste son algunas de las estrategias
empleadas para sortear la frontera de Marruecos y España sin pagar a los
traficantes que se acercan a ellos cada día. De una forma u otra, en lo
que va de año 4.200 sirios y palestinos han solicitado asilo en Melilla
en el puesto de Beni Enzar, según los datos de Acnur. En la actualidad
el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) acoge a cerca de
1.200 personas sirias y palestinas.
La entrada de
refugiados sirios a España preocupa a Marruecos. Sus agentes policiales
lo hacen visible de forma constante cuando cualquiera se acerca a hablar
con ellos. A su vez, el Gobierno español se despreocupa de los
obstáculos impuestos por su vecino. "Es la frontera marroquí, preferimos
no meternos", afirmaron fuentes oficiales de la Delegación del Gobierno
en Melilla después del cierre temporal del paso fronterizo el pasado
miércoles.
Organizaciones de la zona consideran que
el Gobierno podría hacer algo más. La Comisión de Ayuda al Refugiado
(CEAR) envió una carta a los ministerios de Asuntos Exteriores y de
Interior solicitando la emisión de visados humanitarios a potenciales
refugiados bloqueados en Nador. Así, indican desde la ONG, podrían
cruzar de forma legal el control marroquí y acceder a las salas de asilo
del lado español. No han recibido respuesta.
"Tenéis en vuestra mano devolverme la vida"
En una cafetería cercana a la frontera, Marua posa sobre sus piernas un
largo vestido azul preparado para cubrir la ropa que viste. Para
disfrazarse de marroquí. Mientras la muestra, estalla. Las lágrimas caen
de una mirada que condensa la ansiedad de una guerra, de una huida de
Damasco iniciada hace tres años y que la frontera hispano marroquí
impide acabar.
"Me pegaron en las rodillas. Ellos
te pellizcan como intentes pasar. Te hablan mal...", asegura Marua junto
a su hija de 15 años, amiga de Asha y tremendamente risueña. Su marido,
sentado en la misma cafetería, tiene un mensaje para los que están al
otro lado de la frontera que observa atento desde el ventanal: "Tenéis
en vuestra mano devolverme una vida", vomita después de permanecer en
silencio durante casi toda la conversación.
La ONG
local Prodein ha denunciado la posible instalación de una especie
de "sistema de cuotas" que restringe la entrada de sirios a la ciudad
autónoma a "20 o 25 refugiados cada día". Según sostiene José Palazón,
director de la organización, el Gobierno podría haber pactado este
método de control con las fuerzas marroquíes.
Otras
fuentes humanitarias han notado un cambio en las cifras de llegadas de
sirios a la ciudad autónoma aproximadamente desde mayo, indican. Según
les consta, los controles marroquíes en frontera se han endurecido. Por
el contrario, el director del CETI -competencia del Ministerio de Empleo
y Asuntos Sociales-, Carlos Moreno, afirma no haber percibido una
diferencia sustancial, a excepción de "dos picos" de las demandas de
asilo registradas en enero y abril de este año. Sobre la acumulación de
refugiados sirios en Nador ante las dificultades alegadas por estos de
cruzar a Melilla, considera que "deben llegar de forma ordenada".
Los refugiados sirios que pasan sus días sentados frente
al paso fronterizo se han construido su propia teoría. Hablan con los
familiares que lograron acceder al otro lado de la valla y les hacen la
pregunta: "¿Hay mucha gente en el CETI? ¿Ha habido traslado?". Piensan
que la saturación del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes es una
de las causas de su bloqueo en Nador.
"Me han dicho
que hay demasiados sirios. Yo creo que España pide a Marruecos que no
nos dejen pasar y, cuando envía a un grupo a la Península, avisa a los
marroquíes. Entonces, estos serán más permisivos", dice Ahmad (nombre
ficticio), uno de los pocos, si no el único, que todavía no ha probado a
cruzar la barrera. Su estrategia es otra. "Creo que pasaré sin
problemas cuando lo intente; siempre me dicen que parezco marroquí. Por
eso espero a que lo consiga primero mi hijo", explica.
No es el único niño que tiene. El otro, de tan solo unos meses, se
quedó en Siria. No puede explicar con quién, ni cómo, ni por qué. Sus
ojos se empañan y prefiere dirigir de nuevo su mirada a la frontera,
mirar hacia delante, aunque su mente permanezca estancada en lo que dejó
detrás.
Hamed, el pequeño de siete años al que no
permitieron entrar a España este viernes porque "los sirios, no",
dormirá en la calle junto a su padre una noche más. Porque "los sirios,
no". Su madre logró pasar con su hermano de cuatro meses hace dos
semanas, relata el padre. "Mi mujer está en Melilla con el bebé, pudo
pasar porque pagamos unos mil euros. Pero no daba para todos", añade.
Pasaron los días, el dinero seguía bajando, y también dejó de ser
suficiente para costear el hotel donde se alojaban. "Desde hace dos días
estamos en la calle". Porque "sirios, no".
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