Lo que me temo que va a pasar
Gabilondo reflexiona sobre el tiempo que viene después de los resultados del 27-S.
Iñaki Gabilondo
Madrid
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Hoy el comentario de Iñaki es bastante más extenso de lo habitual. Se agradece, porque la ocasión de analizar un acontecimiento como el de ayer en Catalunya, lo vale. El periodista habla desde su punto de mira, que observa con preocupación la situación catalana frente a un Gobierno español en declive, o más bien en bancarrota política por su incapacidad manifiesta para afrontar una brecha preocupante en el tejido del Estado. Es una visión prudente, como Iñaki lo es en sus valoraciones.
Sin embargo somos muchos los españoles y españolas los que, a partir de la sensatez tradicional, encontramos en el plante catalán un motivo reconfortante más que preocupante, dejando a un lado la cara dura oportunista e impresentable de CyU y su paladín, Artur Mas, que se queda en muy poca cosa al lado del valor democrático que ha impulsado a la ciudadanía a romper inercias y a decir basta a un Estado ya incapaz de dar respuestas adecuadas a los nuevos tiempos y a las nuevas necesidades de una sociedad democrática con demasiadas trampas y zancadillas en el camino hacia sus derechos, libertades y dignidad ética. Es muy sano e higiénico dejar a un lado los miedos y prejuicios que apuntalan las viejas estructuras agrietadas de un sistema obsoleto y que apesta a podrido, y que ya se apuntalaron en la transición por el miedo a los fantasmas del pasado; ya no es necesario mantener el tinglado por más tiempo. Han pasado 40 años de postdictadura. Ya hemos hecho el reciclaje. Ya es hora de que esto acabe de la mejor manera posible: con el diálogo audaz y respetuoso y el aprendizaje colectivo e individual de lo que en realidad significa ser demócratas y responsables de esa democracia plural y tan rica en potencia, que no puede dejarse morir asfixiada por incapaces y acojonados, a manos de una rutina rancia y paupérrima en recursos, en ideas, propuestas y alternativas que ofrecer y recibir con espíritu positivo y sin ver enemigos hasta debajo de la silla. O del sillón. O del escaño.
Una nueva generación que no ha vivido el lado más feo de la historia se está comiendo el marrón que no cocinó, cargando con la incompetencia del caciquismo, el sistema natural e injusto, propio de individuos que nunca han conocido más valor que el del dinero, los trapicheos, simulaciones en diferido y el ordeno y mando de los señoritos del cortijo sobre el rebaño de infelices, sometidos y resignados. Aparceros de una libertad irrisoria y de unos derechos miserables y amordazados. Esa generación no quiere más de lo mismo. No está dispuesta a seguir igual que sus padres, soportando el temor de sus abuelos y el desaliento de los bisabuelos vencidos o arrastrados a la victoria de la atrocidad por una dictadura como fleco terrible de un conflicto incivil fratricida.
Catalunya, siempre tan práctica y eficaz, ha conseguido coser en la misma pieza la indignación y la idiosincrasia particular de su identidad. Los malos rollos con el Estado español y sus necesidades básicas organizativas, que no encuentran cauce en las viejas acequias atascadas por la sequía, la maleza y los pedruscos, de un Estado tan precario como para no plantearse nunca el cambio de formato con el que adaptarse a la historia contemporánea y salir del medievo político-ideo.ilógico, ni la ilegitimidad de una monarquía que unos soportan porque les da miedo cambiar lo malo conocido y que otros prefieren sustituir por una república federal, en la que Catalunya y Euskadi, principalmente, encontrarían su sitio sin rupturas y sin tener que violentar su esencia mucho más marcada, republicana y federalista que monárquica y unida a la fuerza a un modelo de estado que a ambas les resulta humillante e insoportable. Y en esa tensión social y política, los catalanes y catalanas han logrado construir paso a paso un espacio constituyente de reflexión colectiva, -llevan así desde 2011- algo que en el resto de España no se ha hecho en serio, a pesar de que se intenta, pero siempre en pequeños grupos sin repercutir con fuerza en el entorno más acomodado, más pasivo y más carca, dicho sea de paso, donde el lado más atrevido del biparty es un Psoe con el corazón republicano y las bisagras monárquicas para poder inclinarse adecuadamente ante el boato irreal, pero que se lo lleva crudo como si fuese de verdad y hasta legítimo y todo...Vaya tela!
Lejos de atemorizarnos, el gran paso de Catalunya debe inspirarnos y animarnos a descubrir que si todas empezamos a perder el miedo y a unirnos sanamente por todo lo que compartimos: a catalanes, vascos, castellanos o andaluces y de más territorios, nos han sacudido los mismos traumas, los mismos recortes, los mismos desahucios, las mismas estafas, las mismas manipulaciones, los mismos abusos, la misma LOGSE derivando en LOMCE, el mismo ministro del Interior o de Industria y des-energía, de Trabajo y Precariedad Social, de Sanidébola, de Hacienda y rebañado a saco, en fin.. que todas hemos estado y aún estamos manteniendo con nuestras privaciones y estrecheces no sólo un concordato de sometimiento financiero de un Estado laico y aconfesional, a la Iglesia Católica y a un trono que nunca hemos elegido libremente, un bipartidismo de casta intocable y aposentada en la política por décadas y ya como modus vivendi a la sopa boba y al amparo mutuo de ese trono, al que permanece atado y bien atado por la momia de Franco y sus secuaces actuales, que nos han utilizado y aplastado sin tener en cuenta nuestra opinión, y con la pistola del miedo apuntando a la nuca de los pueblos ibéricos y celtas y euskeras. "Esto es lo mejor que podéis alcanzar, ganapanes idiotas. No os quejéis que peor habéis estado; ¿acaso queréis repetir lo de vuestros abuelos? Aquí queremos las calles limpias de morralla y el silencio de los corderos por decreto ley. Si os sometéis podréis hasta participar del botín , que la democracia en nuestras manos es muy elástica, y siempre se puede acoplar a los buenos servidores en una diputación, concejalía, escaño o puesto senatorial, que es muy socorrido como cementerio chatarrero de viejas glorias inservibles, pero muy bien pagadas."
Catalunya ha sido la primera en responder al engendro, aunque al cabo de 40 añazos, que ya está bien con la paciencia. Sí, es cierto, que Mas y su colla se han apuntado como muchos aristócratas rusos se apuntaron de camuflaje, en su día, a la revolución proletaria de 1917, con tal salvar la piel y la supervivencia, en este caso política, pero como ellos, acabarán, más pronto que tarde, desterrados en la Siberia de la realidad sin que lo puedan evitar. La CUP se encargará de que así se cumpla. Con lo que el lumpen CiU acabará como el asesino de Viriato, porque Catalunya, seguramente, tampoco está dispuesta a seguir manteniendo a lobos traidores que se disfrazan de dulce iaia resfriada para zamparse a la cándida y despistada Caperutxeta. El pueblo catalán tiene seny suficiente como para no soportar otros Rajoys en versión aborigen. Que ya amenazan con repetirse en serie como los gatos chinos saludadores de todo a un eulo. Sólo hay que ver y escuchar a Albiol para comprender lo que hay en el pp y esa fina y aguda sensibilidad política que le caracteriza a la hora de solventar situaciones de estrategia delicada, que ellos resuelven a plumazo limpio, en modo black&decker-martillo pilón fashion.
No puedo evitar un reconfortante suspiro de alivio cuando miro al Noreste y pienso en mis amigos y familiares catalanes. Y en su valor y en su coherencia de base cultural. De ideas. Tampoco puedo evitar el estremecimiento de la utopía cuando se aproximan cambios inevitables, y por un momento me envuelve la sensación de un despertar en la próxima cita electoral, que le dé la vuelta a la tortilla española antes de que se chamusque, como hicimos en Valencia esta primavera. Que así sea!
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