lunes, 1 de abril de 2019

Buena fecha y oportuna para afrontar el tema, 1 de abril. 80 tacos del fin de la guerra y del comienzo de un infierno silencioso, teñido de gris y de negro, sobre un fondo caqui de uniforme militar. La infancia de mi generación entre ignorancia y oxímoron, como mis padres falangistas convencidos escuchando cada noche la BBC, radio París y la Pirenaica para saber qué estaba pasando de verdad en su adorado emporio franquista y "traidor a José Antonio" según la falange fetén...Menudo marrón nos han hecho tragar año tras año. Hasta el Preu no hubo ningún profesor de Historia que tuviese el valor de contarnos la verdad. Era de Valencia, catedrático de Historia en el Instituto de Puertollano, se llamaba Natalio Cruz Román y fue para nosotros, sus alumnas, el que levantó el telón que el 1 de abril del 1939 el miedo y la amenza constante del poder dictatorial había bajado y extendido sobre la realidad histórica. El impacto fue brutal:comenzamos a atar cabos y pasado más de medio siglo, aun no hemos terminado. Bravo, Ana, por echar el resto en esa recuperación cada día más urgente de Historia y Memoria. Bendita eres por ese curro imparable entre conciencia,esencia y profesión. Gracias, de verdad

Opinión

Nos hurtaron la Historia y la Memoria

Ana Pardo de VeraDirectora de 'Público'
31 marzo, 2019

Cada vez se analiza más y con mayor espíritu crítico cómo los libros de texto han plasmado en las escuelas los 80 años (y aun los 83, incluyendo la Guerra Civil) transcurridos desde el fin de la batalla que abrió las puertas a la dictadura franquista. Particularmente –pues nada se podía esperar de los manuales docentes dictados por los cerebros de Franco durante cuatro décadas-, cómo se nos ha enseñado la Historia de España a partir de la Transición. ¿Qué nos contaban y qué les contaban a los alumnos sobre la Guerra Civil y la dictadura? ¿La verdad, la verdad manipulada, mentiras o nada?
No hace falta, sin embargo, irse a los análisis académicos sobre los contenidos de los libros de texto –uno de los más recientes es Guerra Civil y franquismo en los libros de texto actuales de Educación Primaria: análisis de contenido y orientación didáctica en el marco de la LOMCE, de Juan Carlos Bel y Juan Carlos Colomer, Universitat de València-. Bastaría con hacer memoria sobre lo que cada una estudió y hasta recuperar recientes audios de radio y televisión donde se pregunta a adolescentes (y no tanto) sobre la Historia de España del siglo XX y sus protagonistas; donde se les cuestiona sobre Adolfo Suárez o sobre Franco y responden auténticas barbaridades: desde que el primero fue un rey hasta que el segundo “era comunista o anarquista y se suicidó”. Ésta es, no obstante, una versión sesgada de la realidad, pues solo se retrata a los ignorantes y se obvia a quienes tienen muy claro qué papel ocupó cada uno en la Guerra Civil, la dictadura y la transición, la dolorosa e incompleta vuelta a la democracia tras cuatro décadas de sufrimiento y oscuridad.
Con todo, y pese a la desazón que causan vídeos como los citados, el problema más grave no lo tenemos con quienes no estudian ni aprenden los mínimos exigibles de la llamada “cultura general”, sino con los que estudian la Historia de España en colegios e institutos y deben cuestionársela según la están memorizando o más adelante, cuando simplemente, lean y conformen su espíritu crítico.
A los estudiantes españoles de los 80 y los 90, como mínimo, se nos hurtaron la Historia y la Memoria. Y esta última sigue secuestrada y oculta, además, para los/as alumnos del siglo 21. Las sucesivas leyes educativas han ido abriendo la puerta a la Historia de la Guerra Civil, el franquismo y la transición con lentitud y muchos obstáculos que perduran hasta hoy. Sabemos, sí, que el siglo XX fue una etapa convulsa y sangrienta, pero seguimos creyendo –si a los libros de texto nos remitimos- que la Guerra Civil fue una contienda inevitable y consecuencia lógica de la II República, pese a que ésta empieza a contar cada vez más con tímidas explicaciones positivas de su realidad, como las aperturas sociales.
La dictadura y su final, la transición, sin embargo, siguen estando blindadas en los libros de texto. Se reconoce el franquismo como una dictadura, con su represión, su exilio y su drama implícitos en cualquier régimen totalitario; así, en líneas generales. La transición, no obstante, sigue siendo una etapa de “reconciliación nacional” y, en cuanto a los protagonistas de la resistencia antifranquista, las víctimas de la dictadura, las aberraciones humanas como Los campos de concentración de Franco, que ha recogido Carlos Hernández para Ediciones B, no hay detalles. Como si se tratara de la Historia del Reino de Olar y no la de España, por lo que no hiciera falta nombrar a las víctimas de esa violencia.
Por todo esto que cito -quedándome corta-, en Público hemos querido hacer un especial sobre los 80 años del final de la Guerra Civil que ponga negro sobre blanco una parte de lo que no van a encontrar en los textos escolares; ni siquiera en los académicos.
¿Recuerdan el Diccionario Biográfico Español que presentaron en 2011 el rey Juan Carlos y la ministra de Cultura González-Sinde (PSOE)? Sí, aquel de la Real Academia de Historia que nos costó 6,4 millones de euros, que constaba de 50 tomos y que, ya solo para abrir boca, decía de Franco que fue un general valeroso y católico que aconsejaba a los mismísimos Estados Unidos sobre sus estrategias militares. Hace ocho años fue esto y pretenden que nos conformemos para diseñar la educación en Historia de nuestros hijos con quienes bendicen (Aznar) y presentan (el rey y el PSOE) manuales como el de la Academia ídem, que si no llega a ser denunciada en los medios, habría sido tragada sin masticar en nuestras bibliotecas del siglo XXI.
A la Historia y la Memoria les han colgado el cartel de No molestar en los libros educativos. ¿Y quiénes son los que no desean ser molestados? Bien lo saben ustedes.

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