Organización contra la precariedad: la cultura que se carga con la manta
Los vendedores se organizan de forma parecida en Dakar, Roma o
Barcelona: la presión policial y las situaciones de racismo se producen
sin importar el país
El Sindicato de manteros no quiere reproducir errores de otras luchas en la ciudad: no se desmovilizará pese a los planes del Ayuntamiento de Barcelona
"No creamos el Sindicato para conseguir 15 o 20 puestos de trabajo, sino para que se escuchara a los excluidos", dice el portavoz del colectivo, Aziz Faye
Primera parte | "Quiero irme a Europa, tengo que ayudar a mi madre" | Segunda parte | Vender en la calle en Dakar o plantar la manta en Barcelona | Tercera parte | Dejar la pesca para navegar las fronteras: los riesgos de migrar a Europa
El Sindicato de manteros no quiere reproducir errores de otras luchas en la ciudad: no se desmovilizará pese a los planes del Ayuntamiento de Barcelona
"No creamos el Sindicato para conseguir 15 o 20 puestos de trabajo, sino para que se escuchara a los excluidos", dice el portavoz del colectivo, Aziz Faye
Primera parte | "Quiero irme a Europa, tengo que ayudar a mi madre" | Segunda parte | Vender en la calle en Dakar o plantar la manta en Barcelona | Tercera parte | Dejar la pesca para navegar las fronteras: los riesgos de migrar a Europa
Uno detrás de otro, y prácticamente en fila india. Como si de una
contrarreloj ciclista se tratara, el goteo de personas con grandes sacos
blancos a la espalda es constante en la parada de metro Besòs Mar, en
Barcelona. Cada mañana, poco después de las ocho, llueva o truene, los
manteros entran en la boca del metro, con destino al centro de la ciudad
o al paseo marítimo. La vuelta a casa está menos coreografiada: cada
uno regresa cuando puede. Depende de cómo se dé la venta.
Desde hace alrededor de cinco años, el barrio del Besòs, el cuarto más pobre de la ciudad (según la distribución familiar de la renta disponible),
ha sido cobijo de la mayoría de vendedores ambulantes procedentes de
Senegal. El barrio tiene experiencia en migraciones: los movimientos
interiores, sobre todo de personas provenientes de Andalucía y Murcia,
edificaron esta zona periférica de Barcelona en los años sesenta.
Los manteros han generado lazos en el barrio de litoral: la vida en
comunidad es una de las máximas de las personas provenientes de Senegal.
Así lo apuntaba el doctorando en migraciones, Abdoulaye Fall, en la
mesa redonda "Visiones del Sur".
Es algo que la activista del colectivo Tras la Manta, Áurea Martín, no
sólo comparte, sino que pone en valor: "Ellos tienen su propia
organización".
Las personas dedicadas a la venta
ambulante llevan años –según Martín– generando vínculos de solidaridad.
Es una forma de aguantar el chaparrón. Resistieron en silencio hasta el
verano de 2015, cuando la presión en el centro de Barcelona se disparó.
En ese momento, activistas en lucha por los derechos de las personas
migrantes generaron una red de solidaridad. Entre aquellos activistas se
encontraba Rosa Sánchez, cantautora. "Se hizo una red de vecinas y
vecinos que acudíamos con un teléfono de urgencias a las llamadas que
nos hacían cuando venían grupos de 20 policías, a veces vestidos de
paisano, simplemente a pegar".
Después nacería Tras
la Manta, empujada por las conversaciones entre activistas de diversos
colectivos como el Espacio del Inmigrante de Barcelona. No sería hasta
unos meses después cuando, en estos espacios de diálogo, la idea de una
plataforma que diera voz al colectivo, cobraría fuerza. A la postre se
estaba gestando el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes.
La idea sobre un sindicato, según cuenta uno de los
portavoces del mismo, Aziz Faye, nace de las experiencias de algunos
vendedores en uno de los países que más trajín de manteros ha tenido en Europa: Italia.
Allí la organización de los vendedores fue necesaria mucho antes. Yendo
más atrás de la cuestión, la autoorganización en Italia se suma a la
propia capacidad organizativa que los vendedores ya tienen en Senegal.
"La organización la traen desde Senegal", asiente César Zúñiga, también
del Espacio del Inmigrante, y una de las personas que ha apoyado al
colectivo desde el principio. Buena muestra de ello han sido las
diferentes iniciativas que el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes
ha emprendido en poco más de un año de vida: mercadillos rebeldes, una cooperativa propia o incluso una recién estrenada firma comercial.
En Dakar existen hasta tres asociaciones que regulan la venta ambulante
y que lidian con los Gobiernos locales para mejorar las condiciones de
los trabajadores. Las organizaciones en Senegal, Italia o España
comparten un mismo sino: todas han nacido fruto de la presión policial.
Una de las organizaciones que ha sido testimonio de primera mano del
peso de la represión en las calles es SOS Racisme. Desde 2010, de los 77
casos que han atendido contra la Guardia Urbana, 44 tenían relación con
la manta. Según sus datos, durante este tiempo –y de los episodios
relacionados con la venta ambulante– se han producido tres casos de
identificación por perfil étnico y doce de agresión física de agentes a
manteros por actuación en la venta ambulante.
La
abogada de SOS Racisme, Alicia Rodríguez, pone en palabras el abuso
policial y el racismo inherente a algunas actuaciones. "Los policías que
actúan de esta forma son conscientes del estado de indefensión de la
persona. No tienen papeles y no pueden defender sus derechos", apunta.
La situación se agrava si se suma que la manta vuelve a ser delito penal
desde hace dos años. "Fiscalía está pidiendo delitos de dos años, y un
vendedor ambulante puede terminar en prisión por vender 22 bolsos".
La opinión la matiza el Ayuntamiento de Barcelona. "Aquí hay un debate
de fondo: ¿Qué tipo de seguridad queremos en la ciudad? Apuntando a la
policía como un actor represor no solucionaremos nada. La izquierda no
acepta la seguridad como propia: parece que la policía sólo haya hecho
represión... ¿Cuántos casos hay de agresión y cuántas intervenciones
hace la Guardia Urbana realmente?", sostiene Tatiana Guerrero, técnica
del consistorio dedicada a los asuntos relacionados con la venta
ambulante.
El Ayuntamiento de Barcelona asegura que vivió una
sobrepoblación de manteros en determinadas zonas de la ciudad el año
pasado. El efecto llamada, fruto de la llegada masiva de turistas a la
ciudad, atrajo a centenares de vendedores. La saturación del espacio con
unidades de la policía se sucedió durante todo el verano; el mismo plan
ya hace semanas que opera en la ciudad.
El
dispositivo policial en la capital catalana ha transcurrido en paralelo a
la respuesta social por parte del Ayuntamiento. Si bien su primer
teniente de alcaldía, Gerardo Pisarello, reconoce que "el Gobierno de
Barcelona podría hacer autocrítica" por la tardanza de la llegada de los
planes sociales, también se felicita por las medidas llevadas acabo en
los últimos meses.
La más destacada, una cooperativa
integrada por ex manteros e impulsada en colaboración con el mismo
consistorio. "Para la población estable de 250 vendedores, que consigan
salida unos 70 es mucho. Teniendo en cuenta la ley de extranjería... Hay
que tener mucha imaginación jurídica para saltar este muro", sostiene
Pisarello. Precisamente por la ley de extranjería no son pocos los que
han encontrado escollos para regularizar su situación. Más efectiva se
ha mostrado la cooperativa, que ya tiene a 15 personas trabajando en
ferias de la ciudad. La cooperativa provoca recelo por otros motivos.
La última gran movilización de personas migrantes en situación de
riesgo, y pertenecientes a la economía informal, fue la de los chatarreros. Tras varias protestas de éstos –y los correspondientes rifirrafes
con el Gobierno de Xavier Trias–, el Ejecutivo convergente montó una
cooperativa que con el paso del tiempo desorganizó al colectivo. Apagó
su voz política.
Así lo recuerda Áurea Martín, de
Tras la Manta. Comparte la visión de la activista Aziz Faye. "No creamos
el Sindicato para conseguir 15 o 20 puestos de trabajo, sino para que
se escuchara a los excluidos", dice. Y prosigue: "Esa cooperativa tiene
que ser independiente del Ayuntamiento, no para sus propagandas
mediáticas". La razón de ser del Sindicato Popular de Vendedores
Ambulantes es que, en un futuro, quien coja el metro en la parada Besòs
Mar , lo pueda hacer sin miedo a volver a casa sin material. Volver magullado. O no
volver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario