sábado, 1 de julio de 2017

Las huelgas no sirven para nada

Un recuento de algunas de las huelgas que en los últimos meses "no han servido para nada": nuevos convenios, mantenimiento del empleo, subidas de sueldo, reducciones de jornada...







Los 'riders' de Deliveroo convocan una huelga para el próximo domingo


Las huelgas no sirven para nada, y no me cuenten lo de los estibadores, que ya sé que han conseguido mantener el 100% de puestos de trabajo frente a la patronal y el Gobierno. Su caso no es nada representativo: un colectivo privilegiado y con capacidad de paralizar un sector tan estratégico como el transporte marítimo de mercancías. Así cualquiera.
Las huelgas no sirven para nada, y no me cuenten lo de la recogida de basuras de Madrid, que ya sé que no hizo falta más que anunciarla para que las empresas aceptasen una sola mesa y negociar un convenio único para todos los trabajadores. Su caso no es nada representativo: un colectivo privilegiado y con capacidad de paralizar un sector tan estratégico como la recogida de basura de la capital. Así cualquiera.






Las huelgas no sirven para nada, y no me cuenten lo del aeropuerto de Ibiza, que ya sé que los trabajadores lograron que la empresa pague los atrasos y les abone también los días de huelga. Su caso no es nada representativo: un colectivo privilegiado y con capacidad de paralizar un sector tan estratégico como un aeropuerto turístico. Así cualquiera.
Las huelgas no sirven para nada, y no me cuenten lo de Nissan en Ávila, que ya sé que los trabajadores han garantizado que la fábrica no cierre, y suavizar mucho el ajuste que pretendía la empresa. Su caso no es representativo: un colectivo privilegiado y con capacidad de paralizar un sector tan estratégico como la automoción. Así cualquiera.
Las huelgas no sirven para nada, y no me cuenten lo de El Periódico de Cataluña, que ya sé que sus trabajadores han logrado la devolución de la rebaja salarial. Su caso no es representativo: un colectivo privilegiado y con capacidad de paralizar un sector tan estratégico como el periodismo. Así cualquiera.
Las huelgas no sirven para nada, y no me cuenten lo de Cuétara, que ya sé que han conseguido subidas salariales, más puestos fijos y pluses de nocturnidad. Su caso no es representativo: un colectivo privilegiado y con capacidad de paralizar un sector tan estratégico como la fabricación de galletas. Así cualquiera.
Las huelgas no sirven para nada, y no me cuenten lo de Enviser, que ya sé que han logrado su primer convenio en diez años; ni lo de la Residencia Miravilla, que ya sé que han obtenido subidas salariales y reducción de jornada; ni lo de Zardoya Otis, que ya sé que la empresa se ha comprometido a no aplicar la reforma laboral y convertir en indefinidos al 90%; ni lo de los actores de doblaje, que ya sé lo de su nuevo convenio con mejores condiciones. Ninguno de ellos es representativo: son todos colectivos privilegiados y con capacidad de paralizar sectores tan estratégicos como la recogida de residuos, la residencia de mayores, la fabricación de ascensores o el doblaje de series y películas. Así cualquiera.
Las huelgas no sirven para nada, ni en España ni en Eslovaquia, que ya sé que los trabajadores de Volkswagen en ese país han conseguido una subida salarial del 14%. Su caso no es representativo etc., etc. y etc. Así cualquiera.
Las huelgas no sirven para nada, y no me cuenten lo de los repartidores de Deliveroo. No me extrañaría que acabasen consiguiendo una mejora de sus condiciones, pues sin duda son un colectivo privilegiado (todo el día en bici, qué felicidad) y con capacidad de paralizar un sector tan estratégico como la comida a domicilio. Así cualquiera.
(Lo dejo aquí, aunque podría seguir unos cuantos párrafos más enumerando únicamente las huelgas exitosas de los últimos meses. Lo de "las huelgas no sirven para nada" es un estribillo que llevo oyendo hace años. Lo interesante es que últimamente lo oigo más veces en clave irónica, como este artículo. Algo debe de estar cambiando). 

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Uno de los sofismas preferidos de la derecha: "las huelgas son inutiles y perjudiciales;solo sirven para molestar, alterar la normalidad de las empresas, causando perdidas ruinosas con la mania de protestar por todo. Asi' se arruinan los paises. Por eso con Franco todo iba bien y no habia problemas. Las huelgas eran delito y estaban prohibidisimas. Espanya era un ejemplo de estabilidad."

Ahora la derecha, a base de argumentar en twitter como Trump, ha conseguido sintetizar su discurso en el mantra mucho mas ligero, con el que Isaac Rosa ha titulado su articulo: Las huelgas no sirven para nada. El suenyo de la derecha hecho realidad: conseguir que su chascarrillo sea trending topic vitalicio en la sociedad. Lo triste es que la derecha tiene bastante razon en su demagogico sambenito contra la huelga. Porque las huelgas utilizadas a pellizquitos y cada una a su bola, lejos de educar y avanzar por el camino de una conciencia colectiva insumisa, se nos quedan en agua de borrajas, en repeticion del mismo estribillo durante siglos. La prueba es que llevamos mas de un siglo usandolas como arma de protesta y el capitalismo no solo ha crecido y arramblado con los derechos  de los trabajadores, es que ha ido liquidando el socialismo desde dentro, usando los acuerdos entre obreros y patronos, que aparentemente son un triunfo de la clase obrera, como las zanahorias y los pececitos de Montoro, o sea, como enganyifa, una especie de 'donde iremos que mejor estemos y mas nos den?'. Y los trabajadores tan contentos con su triunfo de corrillo superviviente a corto plazo, convencidos de que han ganado el pulso a las piranyas explotadoras. Sin embargo es un espejismo: solo han conseguido el pan para hoy mientras mantienen vivisimo el sistema insolidario que es el hambre segura para manyana. 

Al capitalismo le sale rentable tolerar la huelga sostenible en plan pellizco de monja, porque da el pego democratico y asi', cediendo a poquitos, en los conflictos laborales de un hotel, de un burguerking, de la estiba, de los clubs de alterne, de la fabrica de ladrillos o de automoviles o de los barrenderos de Alcorcon o Sevilla, se mantiene viva la sensacion de lo estupenda que es una democracia liberal-capitalista capaz de poder con todo o sea que la salud social del liberalismo economico, donde el dinero y el ser humano como mercancia son la clave del exito en las negociaciones, porque con dinero y habilidad para embaucar a la chusma se cura todo, no con derechos ni dignidad, que son plamplinas con las que no se come ni se compra lo que mola y nos hace felices de verdad y no de ideas en el aire. Utopias para ilusos. Porque en el fondo el proletariado es una enfermedad ppara ppobres que se cura con pasta y sembrando  en ella la posibilidad de subir de nivel y de clase (conviene mantener vivo el concepto de 'clase' para atizar la ambicion de alcanzar la mejor de ellas, de las clases; si solo la clase humana fuese la unica, el sistema actual se hundiria, mas por aburrimiento que por falta de liquidez) y la certeza de que ese tipo de milagro solo lo hace San Pastificio del Divino Trinke y del Santo Abuso, ascendidos ambos delitos a la categoria de virtudes imprescindibles para llegar al cielo del paston y de la vidorra, aunque todo alrededor se vaya al carajo convertido en mierda que salpica y atasca, contaminacion y destruccion mas-Iva. Que' importa un planeta menos si sus habitantes consiguen realizar sus suenyos a base de cargarselo con sus ocurrencias bulimicas, que le vende la publicidad por todas partes?, -que por cierto, junto al mercado dineril es el mas lucrativo y seguro de los negocios-. Entonces llega el acuerdo y todos ceden en algo, un 'algo' que para los esclavos siempre es mas de lo que obtienen en realidad y para los amos mucho menos de lo que ganan con el armisticio. Asi' mantenemos entre todos la ilusion de que estamos en el buen camino y se va ganando terreno para no ir a peor. Ir a mejor ya no esta' al alcance ni de obreros encadenados ni de patronos encadenadores. Ganan las cadenas del sin sentido ni fuste por goleada. 

La huelga atomizada y aislada del resto del conflicto es un arma capitalista desactivadora de la conciencia social. Crea la ilusion que este sistema necesita para sucederse a si' mismo sin alternativas mejores ni tener que cambiar nada esencial.  Es un concepto de huelga insolidario que solo sale a la calle cuando a un determinado grupo se le saltan los circuitos de sus intereses y perjuicios. Son notas sueltas que se pierden en el aire, se quedan en nada porque no forman parte de una partitura sin-fonica en un universo vital compartido. Son burbujas del orgullo, de la sobredosis de egos variopintos, pero a anyos luz del cambio de conciencia necesario para que la injusticia deje de ser la reina del mambo y que el 'exito' de los millones de personas que la sufren consista solamente en que les aflojen un poco la presion de la soga que las estrangula y con ello consigan respirar y no morir, para seguir manteniendo vivo(?) y en activo el campo de exterminio ya globalizado. 

La unica huelga verdadera y eficaz es la general, la que nos implica a todas en las parcialidades de todos, la que unifica el dolor, las reivindicaciones y las expectativas. La que nos hace sentir que todas somos las kelis, los estibadores, los agricultores, los camareros, los conductores de autobuses, los panaderos o repartidores de paquetes, los periodistas en vilo, los ferroviarios o los maestros interinos...Tenemos todos los motivos, todos los rostros, todos los gritos y los pasos. Y tambien, todo el cansancio y toda la fuerza para superarlo, si vamos enteros en vez de a cachitos y por secciones, solo cuando nos perjudican sectorialmente  pero nos desentendemos si la cosa no nos afecta in person. Los pocoapocos necesitan ser una secuencia de olas en marea, un tsunami de conciencia mas que cohetes o petardos en una fiesta del disparate.

Nos merecemos ya un cambio en el concepto y en la praxis de la huelga. Y pasar a la universalizacion de lo minoritario. No hay injusticias 'menores' ni abusos de poca monta cuando esta' en juego la supervivencia no solo de las empresas y de los sueldos, sino de la especie humana y de la misma la naturaleza que la hace posible. En este estado de cosas los cortoplacismos como unica solucion son chapuzas que no impiden el desastre, solo lo alargan con edulcorantes toxicos y con juegos malabares ya insostenibles. Ademas de la lupa necesitamos el catalejo. Y el telescopio. Gotas de agua fuera del mar no se reconocen como la misma sustancia y se evaporan enseguida. Granos de trigo que se muelen por separado no hacen harina. Uvas aplastadas por todas partes no hacen el vino. Huelgas de islas dispersas no forman un continente reivindicativo y materializador de justicia y DDHH. La conciencia que tantas veces se despierta con el dolor y la rabia no se mantiene solo de dolor y rabia, necesita inteligencia colectiva que sostenga la individual y el sentido critico y analitico individual para enriquecer y nutrir esa mente colectiva imprescindible en el  crecer, evolucionar y sobre todo para ser realidad igualmente en el yo que en el nosotros. Un yosotros empatico y creador de nuevas opciones sin fronteras ni abismos insuperables. Ser la nueva humanidad que necesitamos tanto como respirar. Y no es una metafora. Sino una cronica de actualidad cada vez mas urgente y necesaria.

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