En 2036 seguiremos discutiendo sobre el franquismo
Son los nietos los que no dejan a los muertos en paz y nos obligan
al día de la marmota franquista. Pero no los nietos que solemos pensar
Nada, que no hay manera: otro 18 de julio que no nos
libramos de hablar de Guerra Civil, franquismo, víctimas, calles y
monumentos fascistas, Valle de los Caídos… ¡Que han pasado ya 81 años
del golpe de Estado! Que lo hiciésemos en el cincuenta aniversario,
vale, era una cifra redonda y acabábamos de salir de la Transición. Que
siguiésemos discutiendo el temita al cumplirse 75 años, bueno. Pero a
los 80 ya era como para plantarse y decir que hasta aquí hemos llegado.
Pero no, aquí seguimos. 81 años, y como si hubiesen pasado diez. Un
vistazo rápido a la semana del 18-J en este 2017: una concentración contra la impunidad, una vigilia en Sevilla para que saquen a Queipo de la basílica de la Macarena, una proposición del PSOE y otra de Compromís para anular condenas, un ayuntamiento queriendo cobrar tasas a quienes desentierran víctimas, la querella argentina que
sigue dando pasos, y por supuesto la interminable polémica con el
nombre de las calles o hasta los colegios que todavía quedan.
¿Cómo es posible que a estas alturas, 81 años después
del inicio de la guerra, 42 después de la muerte de Franco, y con cuatro
décadas de democracia encima, sigamos hablando de asesinos, víctimas,
fosas, calles y demás? Está claro: por el empeño de los descendientes.
Desaparecidos los protagonistas, no son ya ni siquiera los hijos, que
también van muriendo, sino los nietos.
Son esos
nietos los que se empeñan en mantener vivo el pasado, los que no dejan
en paz a los muertos ni permiten que el franquismo salga de la agenda
política y quede en manos de los historiadores. Que no consigamos pasar
página y vivamos un interminable día de la marmota franquista es culpa
de esos nietos, que nos mantienen anclados en 1936.
¿Qué? ¿Los nietos de las víctimas? No, no me he explicado bien. Hablo de
los nietos del franquismo, los herederos de quienes se unieron al bando
golpista en el 36 y colaboraron con la dictadura. Son esos nietos los
que mantienen vivo el franquismo y el antifranquismo tantos años después.
Pensemos en los gobernantes, diputados, concejales, jueces, obispos o
tertulianos que 81 años después todavía se resisten a condenar la
dictadura, reparar a las víctimas o dejar de homenajear a los asesinos.
Ninguno de ellos había nacido en 1936. Muchos ni siquiera conocieron la
dictadura. Son por tanto hijos, o más bien nietos, del franquismo.
Solemos pensar que son los descendientes de las víctimas quienes
mantienen vivo el asunto, pero qué va: conozco personalmente a
bastantes nietas y nietos de asesinados y encarcelados que nada
desearían más que dejar de manifestarse, desenterrar fosas, recoger
firmas o poner querellas, y poder recordar a sus abuelas y abuelos como
merecen, en lugares dignos, sabiendo dónde están enterrados, tras
obtener justicia y reparación, y sin vivir rodeados de tanta memoria
franquista infame.
Pero nada: los herederos se
resisten con uñas y dientes. Los herederos del franquismo, claro. Hijos y
nietos que, desde sus puestos de responsabilidad, condenan con la boca
pequeña, boicotean toda iniciativa de reparación, mantienen cerrada la
vía judicial, incumplen la ley de memoria, rechazan que el Estado se
haga cargo de las fosas, defienden la exaltación pública de asesinos, y
aún tienen el valor de acusar a los familiares de las víctimas de no
dejar a los muertos en paz.
Me apuesto un café a que
llega el centenario de la Guerra Civil, en 2036, y nos pilla discutiendo
qué hacer con el Valle de los Caídos y cómo sacar a Queipo de la
Macarena. Si así ocurre, será por la resistencia de los nietos, o ya
bisnietos, del franquismo.
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Completamente de acuerdo, Isaac Rosa, aunque me gustaría, lo confieso, tener motivos y razones para disentir en positivo de tu visión tal cual. El panorama no invita a contar con ninguna Esperanza que no se llame Aguirre de apellido. Esta sociedad nuestra es un marrón plurinacional, patológicamente unido por la bancarrota de la inteligencia. Es lo que nos hemos encontrado y con lo que tenemos que apechugar a estas alturas de la marronez patriótica, en fin...Lo triste es que después de tanta fanfarria democrática y jaranera entre transiciones a medias y transacciones al completo, estemos al mismo nivel ético y político e incluso diciendo las mismas cosas que los de la Generación del 98. Gracias por lo que reconforta leer a alguien que se da cuenta de algo básico y lo dice.
Pero de resignarse, nanay, que ya les vale tanta jeta institucionalizada y tanto hacernos cargar con un mochuelo histórico que ya no toca, xd!
Pero de resignarse, nanay, que ya les vale tanta jeta institucionalizada y tanto hacernos cargar con un mochuelo histórico que ya no toca, xd!
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