miércoles, 12 de julio de 2017

Menos muerte y más vida

Ayam tiene 8 años y cada mañana un soldado israelí, a través de una cámara, decide a qué hora abre la puerta para que Ayam pueda salir de casa e ir al colegio. A veces tarda una hora, a veces dos. El pasado invierno hubo una vez en que los soldados israelíes no abrieron su puerta durante 12 días.

Cuenta su madre que cuando llora, a Ayam se le pierde la mirada. “Ha tenido que venir un psicólogo a la escuela solo para ella”, explica su madre.
Ayam tiene 8 años y cada mañana un soldado israelí, a través de una cámara, decide a qué hora abre la puerta para que Ayam pueda salir de casa e ir al colegio. A veces tarda una hora, a veces dos. El pasado invierno hubo una vez en que los soldados israelíes no abrieron su puerta durante 12 días.
Esta es la historia de Ayam, de sus hermanos y de sus padres pero es también la historia de las miles de personas palestinas que sufren el encierro desde el que el muro israelí les separa del resto de la vida.
Pero puede que no haya nada mejor para explicarlo que escuchar a Ayam y seguir el recorrido de su mirada.
 

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