“Cuando vuelvo y se cierra la puerta detrás de mí, me siento como en una cárcel”.
Lo
cuenta la madre de Ayam, la niña que te presentamos la semana pasada.
Las dos nos hablaron del muro. Ese muro del que todo el mundo habla, que
oprime Cisjordania y que Israel comenzó a levantar en 2005. Más de 700 kilómetros de hormigón que hoy simbolizan la realidad de una ocupación inhumana que va mucho más allá del cemento.
El
Tribunal Internacional de Justicia de La Haya declaró ilegal el trazado
del muro antes incluso de empezar a levantarse. Si Israel completa su
construcción,
más de 200.000 palestinos quedarían aislados. Aislados, sí, aislado de todo lo que significa libertad.
Nuestro
trabajo, nuestra propia existencia, se basa en la necesidad de sacar a
la población refugiada palestina del aislamiento al que le somete la
ocupación. Trabajamos para que los niños y las niñas reciban la mejor
educación y para que también sus padres y madres y las personas mayores,
puedan seguir recibiendo atención sanitaria y protección social a pesar
de vivir bajo el asedio.
En nuestros 67 años de historia, hemos visto envejecer a
demasiadas personas apretando la llave del que un día fue su hogar y al
que nunca le han permitido volver.
Trabajamos, existimos, para reivindicar el derecho humano y fundamental a vivir con dignidad. Nuestro trabajo depende de personas como tu. sol, hazte socio de UNRWA >>
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