Tras 6 años, 3 meses y 18 días de guerra, los niños en Siria no recuerdan un verano sin guerra. Probablemente
no recuerden ya ninguna de las estaciones antes de toda esta barbarie,
pero es que antes, hace más de 6 años, 3 meses y 18 días, el verano solo
era felicidad. El verano era, como para cualquier otro niño, el tiempo
que recordarían después, durante toda su vida.
La esperanza de vida de un niño nacido en Siria es hoy 20 años menor que al comienzo de la guerra.
Las bombas, muestran los datos, no solo acaban con la vida hoy
sino que aniquilan la vida que vendrá. O quizás peor, reducen la
esperanza de tener vida.
Para
los niños y las niñas palestinas que nacieron refugiados en Siria la
situación es la misma pero distinta. Sus padres o madres tuvieron que
huir de Palestina dejando atrás sus hogares y sus familias y ahora, en
Siria, apenas les queda un lugar donde volver ni una familia extensa con
la que refugiarse.
El 95% de las personas refugiadas palestinas que permanecen en Siria dependen exclusivamente de la ayuda de UNRWA
y los que han huido a Líbano o Jordania no reciben más ayuda
que la nuestra. Les ayudamos con alimentos, atención sanitaria,
servicios sociales y educación. Nos esforzamos por ofrecerles la mejor
educación en nuestras escuelas porque creemos que la educación les
ayudará a protegerse mañana con la esperanza que la guerra les está
arrebatando hoy.
La mejor
manera de mantener la esperanza de la población palestina refugiada en
Siria es seguir a su lado, hasta el día en el que los niños refugiados
puedan disfrutar como niños también del verano.
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George Orwell: «En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario».
jueves, 6 de julio de 2017
Ellas y ellos siguen alli'. En Palestina, refugiados en la nada. O muriendo en el Mar de Alboran ya casi en la meta del viaje, tras meses de exodo y penalidades. Son nuestra familia universal.
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