domingo, 16 de julio de 2017

Oraciones a quemarropa

EGOÍSMO
 Abrimos  los ojos, salimos a la calle, y mil llamadas humanas nos asedian: un mendigo que pide limosna; el amigo que busca trabajo; el anuncio de una reunión política...
Pero, luego matamos estas llamadas, las asfixiamos lentamente
en nuestro interior.
A veces, casi sentimos vértigo ante nuestro corazón de Caín, 
lleno de cadáveres del prójimo.
La vida es dura: nos abrimos camino a hachazos,
prescindiendo de los demás atropellándoles.
Buscamos la felicidad, pero no irradiamos alegría...Señor, hay algo que llamamos amor, pero, Tú sabes  que es mezquino y avaro; 
solo es un egoísmo refinado.

No nos entregamos; solamente exigimos, como un recaudador de impuestos.
Por esto, señor, te buscamos en vano. Tú no vives  en esta cerrazón, porque eres el amor.
Pero eres tan bueno, que a pesar de todo, nos hablas.
Tu amor es más fuerte que nuestra coraza
de oscuridad, y vemos brillar tu luz. 
Jesucristo, enséñanos a amar; cada vez más,
cada día con más desinterés. No, por sentir
necesidad de afecto, sino porque los demás necesitan amor.
Tú eres el Amor, pero estás necesitado de amor en tu Cuerpo; 
falta más sangre para establecer este circuito universal de amor. Queremos participar en esta transfusión
y no ser tan sólo sanguijuelas.

No te pedimos nada exorbitante, sólo queremos ser discípulos tuyos
cumpliendo tu mandamiento único de: Amar a los Demás. 

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Se llamaba Luis Espinal. Era catalán. También era poeta, cineasta, filósofo, filólogo, pedagogo, jesuita y revolucionario del Amor con mayúsulas. Dedicó su vida a los pobres y al compromiso de construir un mundo mejor. Y por ello murió a los 48 años asesinado en Bolivia, el 22 de marzo de 1980, durante la dictadura.
Vidas como la suya forman parte de la memoria histórica universal y silenciosa de los que dan su vida sin pedir laureles a cambio. Ellos mismos son un premio y un regalo para una humanidad que no les merece, pero que ellos aman con tanta generosidad, que la engrandecen sin saberlo,
sólo  por el hecho de haber nacido en ella.

Esta reflexión pertenece a uno de sus libros, Oraciones a quemarropa, (qué premonición) que en Bolivia es como aquí el abecedario, todo el mundo lo conoce como mínimo de oídas, se lee y se regala desde hace muchos años.

Un santo de a pie que nunca estará en los altares de la idolatría y la fanfarria, gracias a Dios,-aunque según dicen, los bolivianos le quieren beatificar-,
lo importante es que  ya está viviendo en el corazón de los bienaventurados,
de los pobres, por los que dio su vida.
Bendito sea.

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