martes, 25 de julio de 2017

Objetivo: aprovechar toneladas de residuos agrícolas para producir energía

ENCE apuesta por la sostenibilidad de la biomasa como combustible y Heineken cultiva cebada en los olivares.

Anualmente se producen dos millones de toneladas de restos de la poda de viñedos solamente en La Mancha, y tres millones de toneladas procedentes de la poda de olivos en las provincias de Jaen y Córdoba. Son solo ejemplos. La mayor parte de los restos se quema en cientos y cientos de hogueras que cualquiera puede observar en los campos tras la temporada de poda. Igual sucede con los rastrojos en los cultivos de cereales. Son procesos no sostenibles, un desperdicio que además contribuye al cambio climático y es un factor de riesgo en los incendios.
Ahora, ENCE (Energía y Celulosa), la primera empresa de España en producción de energía renovable con biomasa forestal y agrícola, se ha propuesto depender de estos residuos agrícolas para la mayoría de sus centrales de biomasa, donde se produce electricidad a partir de materia vegetal. Esta materia incluye los residuos de la producción de celulosa (para papel y cartón sobre todo) a partir de eucalipto en sus dos fábricas en Pontevedra y Navia.
Abandona así esta empresa, antes pública, el cultivo de árboles, sobre todo eucaliptos, como fuente de materia prima para producir energía sin renunciar, lógicamente, a la rentabilidad. A partir de 2011 ENCE plantó 12.000 hectáreas de eucaliptos como cultivo energético, pero la aventura se torció a partir de 2013 cuando el Gobierno del Partido Popular cambió las reglas para las energías renovables y frustró la viabilidad del proyecto. “Fuimos arrancando lo plantado para aprovecharlo pero sabíamos que es un modelo no sostenible”, explicó Ignacio Colmenares, consejero delegado de Ence, al presentar el decálogo de la empresa para la sostenibilidad de la biomasa como combustible.
“En España se queman toneladas de combustible fabuloso sin producir nada, queremos recogerlo y aprovecharlo de forma competitiva”, señaló Colmenares. Para ello, se compromete la empresa a no quemar madera en rollo (troncos), una gran novedad en su política, y no utilizar biomasa que tenga otros posibles usos considerados sostenibles y prioritarios, como la alimentación, la construcción, la fabricación de muebles y demás. Su objetivo es aprovechar únicamente y de forma eficiente la biomasa agrícola residual, el último escalón en la cascada del cultivo. Es imprescindible utilizar las mejores tecnologías disponibles en las centrales de generación para minimizar el impacto ambiental y maximizar la eficiencia energética, lo que supone, como han hecho, consultar con expertos científicos y medioambientales para desarrollar la I+D necesaria. Su apuesta son centrales de biomasa multicombustible que recogerán los residuos geográficamente próximos, para contribuir a la sostenibilidad del ciclo del cultivo, y no importarán combustible ni cultivarán para quemar.
Cultivo de cebada en un olivar de Jaén./HEINEKEN ESPAÑA
La biomasa no es la solución pero sí por ahora una oportunidad dentro de la energía sostenible. Junto con el ahorro de energía en general implica menos dependencia de materias primas importadas, el fomento del empleo rural y la gestión sostenible del territorio, en opinión de Celsa Peiteado, coordinadora de Agricultura y Desarrollo Rural de WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) España. Sobre la iniciativa concreta de ENCE, que WWF considera positiva, Peiteado cree que debe desarrollarse de forma coherente y coordinada y sujeta a evaluación y seguimiento independientes. No debe competir con la ganadería extensiva ni impedir que llegue suficiente carbono al suelo agrícola a través de los residuos, ya que en España el empobrecimiento de los suelos es un fenómeno preocupante. A esta preocupación se refirió también Cosme Morillo, un veterano experto que ahora preside la fundación Global Nature y que sostiene que el liderazgo de las empresas para el desarrollo sostenible en Europa es muy importante.
En esta misma línea de sostenibilidad discurre la iniciativa de Heineken España de cultivar experimentalmente cebada cervecera en los olivares andaluces. El objetivo es reducir la erosión, un gran problema del olivar español, al mejorar la capacidad del terreno para retener el agua, al tiempo que supone una fuente de ingresos extra para el agricultor. La primera cosecha de este pionero proyecto de I+D en colaboración con la Junta de Andalucía se acaba de recoger en Huelma (Jaén). Ahora comienza el análisis para evaluar la eficiencia en el consumo de agua de ambos cultivos y su rentabilidad en términos tanto agrícolas como económicos.
Otra línea de investigación es la siembra de cebada maltera en campos de cultivo sin tratar, es decir, que no se han limpiado de rastrojos. Es una forma de evitar el citado empobrecimiento de los suelos, que implica que sean necesarios más fertilizantes y semillas para obtener una cosecha. Todo ello se enmarca la política de Heineken España de reducción del consumo de agua por litro de cerveza producido que ha alcanzado, según la empresa, el 28,5% desde 2008.

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