"Un problema para el autogobierno es que el partido más corrupto de Catalunya sigue en la Generalitat"
El curso político que empezará el
próximo mes de septiembre estará marcado por el referéndum de
autodeterminación de Catalunya anunciado, aunque no formalmente
convocado, para el 1 de octubre. Una consulta que Xavier Domènech
(Sabadell, 1974) dice no saber si se llegará a celebrar pero que, en
cualquier caso, ve más cerca de una "movilización" a favor del derecho a
decidir que de un plebiscito de efectos inmediatos. Una posición que
comparten de forma mayoritaria en el espacio cuya construcción lidera,
Catalunya en Comú (CatComú), que defiende también su principal
referente, Ada Colau, y sus aliados en el Congreso, con Podemos e IU a
la cabeza.
Domènech explica en esta larga entrevista
su posición y la de su partido ante el 1-O, que intenta escapar de las
posiciones dicotómicas y apelar a esa mayoría social que en Catalunya
apuesta por el derecho a decidir.
El coordinador general de CatComú arremete contra el
Gobierno del PP, al que califica de "pirómano", y considera que el
PDeCAT y el president, Carles Puigdemont, utilizan el procés para
aferrarse a un poder que, en su opinión, ya no cuenta con respaldo
social suficiente. Un hecho del que considera responsables a ERC y la
CUP, que habrían dejado de lado sus reivindicaciones más izquierdistas
por un proceso que no termina de cuajar.
¿Habrá referéndum el próximo 1 de octubre?
Esa es una buena pregunta que se hace muchísima gente. Y yo no tengo
respuesta. El 1 de octubre puede haber una movilización de afirmación de
la soberanía de Catalunya y del derecho democrático a votar, pero
depende de muchas cosas que van a pasar sobre todo desde septiembre
hasta el 1 de octubre.
Es evidente que hay un Estado,
con un Gobierno del PP, que no quiere permitir en ningún caso que haya
urnas y está dispuesto a hacer cosas increíbles para criminalizar el
simple hecho de que haya una urna en una mesa. Y su acción no es menor.
Pero por otro lado, hay un Gobierno de la Generalitat que primero se
comprometió a declarar la independencia en 18 meses y ahora se ha
comprometido a que haya urnas el 1 de octubre, aunque de momento no se
ha pasado de la fase declarativa. Hay una ley explicada pero no
presentada en el registro del Parlament; hay alguien que tiene que
firmar un decreto para comprar las urnas y, de momento, tampoco se ha
firmado. Hay muchas incógnitas para poder responder a esta pregunta. Lo
que es evidente es que hay una corriente de fondo en la sociedad
catalana que quiere poder decidir su futuro. Y esa sociedad tendrá que
poder decidir su futuro.
Más
allá de la consideración política sobre qué es el 1-O, muchos no tienen
claro si habrá urnas distribuidas por Catalunya para que los ciudadanos
puedan votar. ¿Las habrá?
Es cierto que no
está claro. Y es grave que no esté claro. El anuncio del cambio de hoja
de ruta por el presidente de la Generalitat de Catalunya, Carles
Puigdemont, fue en el debate de política general en septiembre, cuando
anunció esa idea de "referéndum o referéndum". Y puso ya una fecha. Han
tenido un año para preparar el escenario donde ahora nos quieren llevar.
Si durante este año no han sido capaces, no ya de hacer el referéndum
con garantías que nosotros reivindicamos, sino de preparar la logística
para el 1-O, sea lo que sea finalmente, estamos ante un ejercicio grave
de cierta irresponsabilidad política.
Estas son
afirmaciones que yo hago sin saber exactamente en qué están trabajando
porque tampoco lo han explicado. Hasta ahora solo hemos tenido una
presentación en el Teatro Nacional de Catalunya de una ley sin explicar
cómo sería el decreto, cómo sería la logística. Y hemos tenido una
crisis de Gobierno en la que tampoco han explicado por qué una serie de
consellers de la Generalitat se han tenido que ir aunque parece que
apuntaría a que se están preparando para el 1-O. Pero ahora mismo
estamos en una fase muy propia del procesismo, que es pasar de la tragedia a la épica en muy poco tiempo.
¿Cuál es el motivo para que en un año no se haya sustanciado el 1-O?
¿Es la presión del Estado o problemas políticos internos en Junts pel
Sí?
Hay una mayor y una menor. La mayor es
evidente. Tenemos un Gobierno del PP que tiene fobia a las urnas, tiene
fobia a la democracia y a veces parece que tiene fobia al pueblo.
Estamos viendo un proceso en Catalunya que estamos viendo que se
reproduce en España. En el caso de Catalunya hay 32 leyes del Parlament
que han sido suspendidas por el Tribunal Constitucional, lo que es
inaudito. Es prácticamente la paralización de la actividad legislativa
del autogobierno de Catalunya. Pero en el caso del Congreso vemos cómo
constantemente el PP ejerce el derecho al veto para que haya leyes que
no se puedan ni debatir. El PP, allí donde no tiene mayorías absolutas,
le cuesta actuar democráticamente. Ahora mismo, el PP no es el bombero,
es el pirómano.
Pero es cierto que cuando JxS gana
las elecciones del 27 de septiembre de 2015 hay un pacto de gobierno, un
pacto de poder, que dice que en 18 meses iban a proclamar la
independencia. Ese pacto explica la mayoría gubernamental que hay en
Catalunya o por qué partidos que se llaman de izquierdas votan
presupuestos que son reivindicados por los convergentes como propios.
Todo eso se justifica por ese horizonte de los 18 meses. Un horizonte
que muta sin explicar por qué. En una moción de confianza de Puigdemont,
al que no le han aprobado unos presupuestos, muta sin explicar por qué
esa primera hoja de ruta ahora ya no vale y que hay que ir al
referéndum. Mi sensación es que esa nueva hoja de ruta no la empezaron a
preparar en serio hasta hace un par de meses y por eso hay mucha
improvisación.
Entonces uno diría, ¿y qué han hecho?
Han discutido sobre quién debería ser el presidente de la Generalitat,
si debía ser Artur Mas o no, y eso ha llevado mucho tiempo Se ha
discutido sobre los presupuestos de la Generalitat, sobre si se debían
aprobar o no, que también ha llevado mucho tiempo de discusión. Han
discutido sobre una cuestión de confianza relacionada con los
presupuestos, lo que también ha llevado mucho tiempo. Sobre los nuevos
presupuestos después de la moción de confianza, que también ha llevado
mucho tiempo. En realidad han discutido sobre el poder más que sobre el
país. Es uno de los grandes problemas que tiene el procés,
que recoge una aspiración muy amplia de capacidad de decidir y de
reconocimiento de la soberanía, pero en esta última etapa el procés
ha devenido en una discusión sobre quién es el presidente y cómo se
hacen los presupuestos. Esa hoja de ruta cada vez representa a menos
gente.
La semana pasada la Guardia Civil entró en la Generalitat y en el Parlament
para reclamar una documentación por orden de la Audiencia Nacional en
el marco de la investigación del 3%. ¿Es un elemento más en una sucesión
de problemas judiciales de la antigua Convergència o es un salto
cualitativo? ¿Cómo entronca con el procés?
La imagen de la Guardia Civil yendo al Parlament de Catalunya, cuando
el PP está actuando de forma represiva contra la política catalana, es
una imagen que puede evocar una actuación contra el propio autogobierno
de Catalunya. Es una imagen potente.
Puede evocar,
porque lo que hay aquí es un caso de corrupción brutal y escandaloso,
que lo llamamos del 3% pero que sabemos que es del 4% o del 5%. Un caso
que ha marcado gran parte de la política catalana. Y un caso donde se le
pidió al Gobierno de la Generalitat que diera unos datos sobre la
agenda de Germà Gordó, imputado por el caso, y dijeron que habían
desaparecido. Es cierto que hay imágenes que no son nada edificantes
para el reconocimiento del autogobierno, pero es absolutamente cierto
que uno de los problemas del autogobierno de Catalunya y de la política
catalana es que, al igual que el PP es el partido en posiciones de
gobierno más corrupto en España, el partido más corrupto en Catalunya
sigue gobernando la Generalitat. Y en casos como el del Palau de la
Música ha practicado claramente el obstruccionismo para que no se
pudiera investigar. Si alguien quiere utilizar otras realidades para
esconder esta, no está haciendo ningún favor a Catalunya ni a la
soberanía de Catalunya.
¿Creen que Convergència ha utilizado el proceso soberanista para parapetarse de la avalancha de acusaciones de corrupción?
Para no llamarlo procés
diremos que la aspiración mayoritaria de la sociedad al reconocimiento
de Catalunya como nación soberana y al reconocimiento de las múltiples
soberanías que implica esto, y que dentro de esa aspiración mayoritaria
hay un proyecto que quiere la independencia de Catalunya, es una ola de
fondo.
Que esto ha sido utilizado para la
construcción y acumulación de poder por opciones políticas que están en
decadencia electoral y que tienen casos de corrupción gravísimos, me
parece obvio.
Tanto Catalunya en
Comú como sus antecedentes han intentado huir de esa realidad
plebiscitaria del sí o el no. Una posición que puede resultarle confusa a
mucha gente. ¿Cuál es su posición ante el referéndum?
No rehuimos la realidad plebiscitaria. Nosotros creemos que tiene que
haber un referéndum que dilucide si Catalunya quiere ser independiente.
Esa es una realidad, pero otra cosa es convertir toda la realidad
política en esa realidad. En Catalunya se ha construido la política
durante los últimos cuatro o cinco años alrededor de una pregunta. Una
pregunta que es la que explica que haya una mayoría de gobierno y que
haya una oposición. O que explica por qué unos partidos que dicen
defender política de izquierdas acaban votando posiciones de derechas.
Que esa pregunte distorsione absolutamente el resto de realidades va en
contra incluso de que esa pregunta se pueda realizar.
Desde hace años hay una mayoría de izquierdas que no está construyendo
mayorías de gobiernos por esa pregunta. Eso va en detrimento de la
propia acumulación de fuerzas para conseguir el referéndum efectivo que
todos queremos. No es tanto el problema del binomio que planteas, a
pesar de que en ese binomio nuestra apuesta por la construcción de un
Estado plurinacional no encaja.
Dice que hay una mayoría de izquierdas que puede gobernar. ¿Estarían dispuestos a un Gobierno con ERC?
Para mí no se trata de posibilidades, que las hay todas y además es
necesario en Catalunya. La pregunta es si los partidos que se dicen de
izquierdas lo quieren. Que lo digan. Ahora mismo tenemos una parte de
las izquierdas, ERC y la CUP, que en su práctica no están demostrando
que quieran un gobierno de izquierdas. Es muy legítimo, pero nosotros
queremos un gobierno del cambio y de las mayorías. Va a ser nuestra
apuesta. En unas futuras elecciones catalanas veremos quién apuesta por
este tipo de gobierno. Yo creo que es difícil llamarse de izquierdas
durante mucho tiempo sin querer que haya mayorías de izquierdas en el
país.
¿Entonces sí estarían ustedes dispuestos?
En unas futuras elecciones que todavía no están convocadas, la papeleta
que más claramente representará en Catalunya la posibilidad de un
gobierno alternativo a lo que hay ahora y de izquierdas, será la
nuestra. Porque somos los únicos que hemos expresado claramente que eso
tiene que ser así. ¿Pienso que los otros partidos de izquierdas van a
apostar por eso? Tengo mis dudas. Ahora, la realidad electoral se acaba
imponiendo.
Hay una mayoría que está por el derecho a decidir,
tal y como reflejan las encuestas. Ustedes también se han mostrado a
favor, pero no de esta convocatoria en concreto. ¿Por qué?
Más allá de aquello que hace que un referéndum sea un referéndum, las
garantías y el reconocimiento, lo que estamos viviendo en Catalunya
ahora mismo no es una campaña de un referéndum, donde aquellos que
defienden el sí o el no estarían explicando sus motivos. Pero ahora
estamos viendo una campaña de la Generalitat explicando que el 1 de
octubre va a haber un referéndum. Y una dialéctica entre el Gobierno
central y el de la Generalitat. Por eso decimos que más que un
referéndum es una movilización de afirmación en forma de consulta. Pero
difícilmente alguien puede pensar que estamos viviendo un clima de
referéndum.
Un referéndum es un espacio de resolución
de un conflicto. Y ahora no estamos viendo un espacio de resolución, en
todo caso estamos en un espacio de afirmación ante una negación.
Afirmación de la soberanía frente a la negación de esa soberanía.
La alcaldesa de Barcelona dijo que "facilitaría" la celebración de la
consulta del 1-O siempre que no se ponga en riesgo a los trabajadores
públicos. ¿Cómo se garantiza esto cuando las declaraciones y movimientos
de los gobiernos indican que sí o sí va a haber un conflicto?
Es un tema clave tanto en términos de garantías de la seguridad de los
trabajadores públicos como de efectividad de la propuesta. Si tú sitúas
la resolución de una contradicción en una decisión que tiene que tomar
otro, que es un trabajador público, lo que haces es derivar tu propia
responsabilidad. Puede que la otra persona decida hacer caso, pero puede
pasar que esa otra persona bloquee todo. La Generalitat ha afirmado por
activa y por pasiva que no va a poner en riesgo a los trabajadores
públicos. Y que los que van a desarrollar el 1-O van a ser voluntarios.
Esto nos sitúa en un 9-N. Y el 9-N ya se hizo. No digo que no se pueda
volver a hacer o que no sea positivo. Pero esto ya no es una propuesta
que se hace desde la administración pública. Es verdad que hay una
diferencia a nivel de confrontación, que es mucho más alto.
Los ayuntamientos no han recibido de momento ningún requerimiento de la
Generalitat. Y entramos de nuevo en el terreno de la política
deliberativa. Cuando se envíe ese requerimiento los ayuntamientos, no
solo el de Barcelona, tendrán que ver. Los secretarios municipales ya
han dicho que no van a acatar la ley y habrá que ver cómo es el decreto
de la Generalitat. Lo que ha expresado nuestro espacio político, en este
caso Ada, es que ante cualquier proceso participativo los ayuntamientos
van a facilitarlo. Pero facilitarlo sabiendo lo que se propone.
Dice que el 1-O se está convirtiendo en el 9-N pero con más crispación. ¿Hay más movilización que en 2014?
En este país, mi país, Catalunya, el 70% o el 80% de la población cree
que se tiene que poder decidir el futuro. Eso significa más cosas.
Significa que creen que probablemente el estado autonómico está agotado
en Catalunya, que quieren decidir fuera de ese marco. Afirman cosas
además que tienen que ver con la soberanía nacional pero también con
otras soberanías, como la pérdida de control sobre nuestras propias
vidas que hemos padecido con la crisis y las políticas para salir de la
crisis. Este país, Catalunya, debe poderse construirse desde ese 80%. Y
efectivamente tiene que decidir sobre si quiere ser independiente o no.
Pero a mí lo que me interesa es saber cómo vamos a construir este país a
partir del 1 de octubre. Y este país a partir del 1 de octubre se tiene
que construir a partir de los del sí, de los de no y con los que no van
a ir a votar porque consideran que no hay garantías. Todas ellas
posiciones legítimas que no pueden partirnos ante la posibilidad de
construirnos mucho más allá de las hojas de ruta actuales.
Hay cosas que se están haciendo mal. Que el nuevo director de los
Mossos d'Esquadra, que yo no conocía, haya sido una persona que se ha
destacado en público por tener un especial espíritu sectario hacia otras
opciones políticas, no es la persona más adecuada. Estamos viviendo un
proceso de purificación de este procesismo que probablemente no esté
ayudando demasiado a la construcción de Catalunya a la que aspira el
catalanismo popular que quiere a Catalunya como un sol poble,
independientemente del origen y de las aspiraciones.
¿Pero reeditar el 9-N con un mayor choque con el Estado hará que la
participación aumente o va en detrimento de eso que ustedes califican
como movilización?
Yo ahora te digo que es
un 9-N con más confrontación porque no tenemos el decreto de
convocatoria. La propuesta del 1-O tiene problemas para constituirse
como una propuesta de mayorías. Hay veces que parece que el principal
enemigo de la Generalitat no es el PP, sino nosotros, lo que hace
sospechar que algunos tienen pulsiones electorales. Es cierto que hay
una aspiración que siempre se ha encontrado con un muro. Ya veremos.
El pasado lunes tuvieron una primera reunión con el PSOE de Pedro
Sánchez en la que abordaron, entre otras, la posibilidad de abordar una
reforma de la Constitución para superar ese marco autonómico. ¿Hay
alguna posibilidad de entendimiento para abrir el candado del 78?
Ha habido un cambio notable. Si quieres, discursivo. Habrá que ver
luego los contenidos. Pero de ese pacto inicial del PSOE con Ciudadanos
que en el capítulo de la reforma de la Constitución hablaba de
desarrollar el Estado federal "siquiera minimamente" a hablar de un "Estado plurinacional", hay un salto galáctico. Nosotros defendemos el referéndum y la plurinacionalidad.
Las fuerzas que gobiernan en Catalunya después del 27S decían que el
referéndum era una pantalla pasada y ahora han virado a una apuesta por
el referéndum. Espero que la sigan defendiendo después del día 1 y el
día 2 no nos digan que es una pantalla pasada. Espero que eso no vuelva a
pasar. Y cuando hablábamos de plurinacionalidad, en el Estado estábamos
absolutamente solos. Ahora, Pedro Sánchez también lo hace.
Una cosa es el significante. Otra el significado de qué es
plurinacionalidad. En el PSOE han llegado a hablar de hecho cultural o
de "folclore" ¿Hablan de lo mismo?
Eso lo
tendrá que explicar. Yo he oído a Adriana Lastra hablar del modelo de
Bolivia. Creo que el PSOE tiene que explorar el significado de lo que
están diciendo. Si lo hacen con sinceridad verán que hablar de
plurinacionalidad es un reconocimiento de naciones y que esto no es solo
un reconocimiento cultural. Yo mismo les expliqué en la reunión que si
no querían hablar de soberanías porque les preocupa mucho, podíamos
hablar de "demos". Incluso en un Estado como el español que no reconoce
la plurinacionalidad y que no reconoce la existencia de soberanías, sí
reconoce la existencia de algo llamado "demos". Es decir, cuando hay un
referéndum sobre el Estatuto de Catalunya lo votan los catalanes y solo
los catalanes. Por tanto existe algo llamado "pueblo de Catalunya". Si
partes de ese principio, rápidamente te das cuenta de que vivimos o
tendríamos que vivir en un espacio de soberanías compartidas. Y si
defiendes que hay soberanías compartidas debe haber una decisión sobre
eso, por lo que hay un momento de soberanía absoluta que es el derecho a
decidir. Por eso plurinacionalidad y referéndum se relacionan.
¿Cuál fue la respuesta del PSOE?
El debate lo tuve sobre todo con Meritxell Batet y con Pedro Sánchez,
que estaba muy interesado. Tuvimos una discusión teórica que tenemos que
ir aterrizando. Hubo alguna respuesta alentadora, pero no la voy a
contar.
Cuéntela.
[Risas]. Hubo un momento en el que alguien vino a decir que es cierto
que hay formas de autogobierno que se tienen que reconocer como formas
de soberanía. Alguien lo dijo en la reunión. Pero es cierto que partimos
de puntos de vista diferentes. Y en la solución del conflicto abierto
entre Catalunya y el Gobierno del Estado ellos apuestan por la reforma
constitucional, que nosotros no creemos que responda a la urgencia de lo
que estamos viviendo. Y ahí si llegamos a un mínimo acuerdo: crear
espacios que obliguen a todos los actores políticos a posicionarse y
negociar. Y ponerse de acuerdo en mínimos como este es un pequeño paso
que puede llevar a grandes pasos posteriores.
Usted ya estuvo en las negociaciones de 2016, con aquella rueda
infinita de reuniones y comparecencias ante la prensa. ¿Se cree al Pedro
Sánchez de 2017?
Muy buena pregunta. Hay
cambios que más allá de si me los creo o no me los creo, se imponen. Hay
varias tesis encima de la mesa. El Gobierno central maneja la tesis de
la derrota y que al día siguiente del 1-O todo se haya terminado. Yo,
más allá que no deseo una derrota y menos ante el PP, creo que hay un
problema de fondo. En Catalunya la mayoría, en diferentes grados, cree
que el Estado autonómico está superado, sabiendo que se creó y ha
crecido precisamente para dar respuesta a las demandas catalanas. Por lo
que está en crisis ahí donde se originó. Todo el sistema político se
verá impelido a dos cosas. Primero, que se tiene que aceptar que se
tiene que negociar y que la única reforma no pueden ser jueces. Y
segundo, dar una respuesta que vaya más allá del Estado de las
autonomías. Para mí, ahí hay un gran campo para la discusión sobre algo
que dentro de diez o 15 años nos va a parecer ridículo que nos tomemos
con tanta pasión como nos tomamos la idea de una única soberanía. Ahora
mismo las soberanías compartidas son una realidad y es un concepto que
ya se utiliza. Es más, el debate internacional se está dando de forma no
democrática y lo que planteamos aquí es que se puedan dar de forma
democrática.
Es cierto que Pedro Sánchez apostaba
como socio preferente por Ciudadanos y ahora apuesta por nosotros. Y no
ha pasado tanto tiempo. Yo intento suponer sinceridad y todo el mundo
evoluciona, yo también, pero más allá de la credibilidad hay realidades
que se imponen. Y esta realidad se terminará imponiendo.
En esa reunión con el PSOE constaron un problema de velocidades.
Ustedes abogan por una Comisión de Crisis Territorial. ¿En qué consiste?
Primero, nosotros no decimos que sea el marco de solución, que pensamos
que pasa por un referéndum. Para resolver un conflicto hay que es
reconocer el problema, a los agentes e interlocutores y buscar las
soluciones. Aquí se ha pasado mucho tiempo sin reconocer el problema y
diciendo que la solución es policial y judicial, y eso es esconderse
detrás de los jueces. Luego no se reconoce a los interlocutores y cuando
la vicepresidenta va a Catalunya se reúne con Ciudadanos y el PSOE,
pero no son los agentes activos de la política catalana.Y sin esto, no
llegarás a la solución.
Nosotros tenemos una
propuesta. Pero previamente hay que construir un espacio que sea más o
menos inmediato y que no esté ligado a un solo proyecto. La reforma
constitucional es solo una posible solución que aporta uno de los
agentes.
Ustedes también abogan por una reforma constitucional, ¿no?
Nosotros hablamos de procesos constituyentes. Si hubiera una reforma
constitucional estaríamos en ese debate también porque ahora se ha
aceptado que dicha reforma tendría que pasar por un referéndum. Cada uno
tiene su respuesta. La nuestra creemos que expresa a la mayoría de la
población catalana y además hemos ganado dos veces las elecciones en
Catalunya. No las ha ganado ni el PSC ni ERC. Pero sabemos que para
llevar a buen puerto nuestra propuesta tenemos que aceptar que existen
otras y hablar de todo sin ligar el espacio a una de ellas. Esa es la
fórmula para negociar y hablar.
Se maneja la idea de una próxima convocatoria electoral que resuelva
las incógnitas que deje el 1 de octubre. Ustedes están construyendo
Catalunya en Comú. ¿Estarán preparados si llega ese adelanto?
Nosotros tenemos un horizonte que es 2019-2020. Estamos en una fase de
construcción territorial y organizativa que debemos encarar el año que
viene. Pero estamos preparados para unas elecciones autonómicas,
constituyentes o como se le quieran llamar. Quien puede convocar las
elecciones es Puigdemont y, por lo que sabemos, hay un debate sobre
convocarlas antes o después para poder dar aire a un partido que tiene
la mayoría de gobierno en estos momentos pero que difícilmente cuenta
con el apoyo de la mayoría de los catalanes y las catalanas desde hace
tiempo. Gobierna un partido, el PDeCAT, que ya no cuenta con el apoyo de
los catalanes y las catalanas. Es como para estudiarlo. Esto genera una
distorsión política que acaba marcando demasiadas cosas y parece ser
que también marcará la fecha de las elecciones.
En esa construcción de CatComú a dos velocidades falta uno de los
elementos, que es Podem. Oficialmente no está, aunque desde la dirección
estatal empuja para que se reconsidere esa decisión. Usted, como coordinador general, ¿quiere que Podem entre?
Sí, pero no por las autonómicas. Quiero que Podem Catalunya, lo que
significan los círculos y su identidad, esté integrado en el nuevo
espacio. No por una clave electoral concreta, aunque es verdad que es
importante. Espero que esto se resuelva relativamente pronto, creo que
se va a resolver. La separación es muy artificiosa, estamos juntos en el
Congreso y trabajamos intensamente juntos en aspectos tácticos y
estratégicos no solo en relación a Catalunya.
¿Y cómo se va a resolver "pronto"?
Espero. Espero. Esa decisión no me atañe a mí. Pertenece a Podemos y a
Podem. Les pertenece a ellos a pesar de que en realidad ellos ya somos
nosotros.
En esas hipotéticas elecciones autonómicas, ¿sería usted el candidato para presidir la Generalitat de Catalunya?
El candidato o candidata lo van a decidir por primarias los inscritos e inscritas.
¿Se presentará usted a las primarias?
Tengo tres compromisos ahora mismo. Uno con mi familia, otro con la
candidatura de En Comú Podem y otro como coordinador de Catalunya en
Comú. Ese debate se dará cuando se dé. Nosotros no lo hemos hablado,
pero en ese debate se valorará cuáles son las mejores figuras para
presentarse, y yo evidentemente participaré, pero esa decisión
corresponde a las bases. Yo siempre he asumido las responsabilidades que
se han considerado que yo podía asumir, pero también creo que es muy
bueno que aparezcan caras nuevas.
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